AMOR FRATERNAL
La historia cuenta que, había dos hermanos que se querían con toda el alma.
Ambos eran agricultores. Uno se casó, y el otro permaneció soltero.
Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias.
Una noche, el soltero soñó: ¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos, y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo, y le añadiré varios sacos, sin que él se de cuenta.
A su vez, el hermano casado soñó también una noche: ¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos, y mi futuro estará con ellos asegurado. A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo, y le añadiré varios sacos sin que se dé cuenta.
Así lo hicieron ambos hermanos. Y ¡oh, sorpresa!, ambos se encontraron en el camino, una misma noche, portando sacos uno para el otro. Se miraron, comprendieron lo que pasaba, y se abrazaron con un abrazo de hermano, aún más fuerte, y para siempre.
A veces, es necesario hacer un alto en nuestra vida, y revalorizar las bendiciones que tenemos al contar con un hermano; es esencial, como cristianos, amarnos y procurarnos como tales.
No podemos dar testimonio de vida, si no amamos a los que están más cerca de nosotros. El Señor nos pide caridad y entrega.
¿No crees que hoy es un buen día para empezar?
Vamos ¡anímate!, reconoce que han sido más los momentos felices con tu(s) herman@(s), que los daños que sin lugar a dudas, ninguno quiso causar. ¡Decláral@ inocente como Él nos declaró inocentes desde la cruz! Carga tu costal..., o ¡cuando menos una flor, y llévasela!. ¡Saca de tu interior, todo lo bueno que Dios puso en ti y dile cuánto 1@ amas! y entonces, te darás cuenta que fuiste hecho a imagen y semejanza de Papito Dios, y entonces te darás cuenta que ¡eres Amor!