Saturday April 20,2024
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¿ CUANTO CUESTA UN MILAGRO...?

Qué maravillosa historia, realmente nunca se sabe como nos va a suceder nuestro milagro.

Teresita era una niña precoz de ocho años, cuando oyó a su mamá y a su papá que hablaban de su hermano pequeño Andrés.

Todo lo que entendió era que estaba muy enfermo y sus padres sin dinero. Ellos se cambiarían el mes próximo a un complejo de apartamentos porque su papá no tenía dinero para los pagos del doctor y la mensualidad de nuestra casa.

Solamente una cirugía muy costosa podría salvarlo y parecía que allí nadie podría prestarle el dinero. Ella oyó a papá decir a su atemorizada mamá susurrarle con desesperación, "Solamente un milagro puede ahora salvarlo".

Teresita fue a su dormitorio y jaló de su lugar un frasco de cristal que ocultaba en el armario. Vació el cambio en el piso y lo contó cuidadosamente. Lo contó tres veces para que no hubiera posibilidad de errores. Colocó cuidadosamente las monedas dentro del frasco, lo cerro nuevamente y salió por la puerta trasera para caminar 6 cuadras al almacén farmacéutico Rexall con un gran signo indio rojo sobre la puerta. Pacientemente esperó al

farmacéutico para que la atendiera, pero él estaba demasiado ocupado en ese momento.

Teresita torció sus pies para hacer ruido en el piso. Pero nada.

Ella despejó su garganta con el ruido más repugnante que pudo. Pero nada.

Finalmente, con una esquina de su frasco golpeó en la cubierta de cristal. ¡Eso hizo!

"¿Qué desea usted?" Preguntó el farmacéutico en un tono molesto de voz, "estoy hablando con mi hermano de Chicago que no he visto en años", le dijo sin esperar una contestación a su pregunta.

"Bien, deseo hablar con usted sobre mi hermano", contestó Teresita en igual tono molestó. "El está muy, pero muy enfermo... y deseo comprar un milagro". "¡Perdóneme!" Le dijo al farmacéutico. "Su nombre es Andrés y tiene algo malo creciendo dentro de su cabeza, y dice mi papá que solamente un milagro puede salvarlo ahora. Pero... ¿Cuánto cuesta un milagro?".

"No vendemos aquí milagros, niñita. Estoy apenado pero no puedo ayudarte", dijo el farma­céutico en un tono más blando.

"Escuche, tengo el dinero para pagarlo. Si no es bastante, conseguiré el resto en cuanto me diga cuánto cuesta".

El hermano del farmacéutico era un hombre bien vestido. Se inclinó y preguntó a la niñita: "¿Qué tipo de milagro necesita tu hermano?"

"No sé," contestó Teresita elevando sus ojos. "Apenas supe que realmente está enfermo y Mami dice que necesita una operación. Pero mi papá no puede pagarla, así que deseo utilizar mi dinero".

"¿Cuánto tiene usted?" Preguntó el hombre de Chicago.

"Un dólar y once centavos", contestó Teresita en voz bajita, "es todo lo que tengo, pero puedo conseguir más si se necesita".

"Bien", sonrió el hombre, "qué coincidencia", dijo,  "un dólar y once centavos es el precio exacto de un milagro para los hermanos pequeños". Él tomó el dinero en una mano y con la otra la tomó a ella y le dijo: "Llévame a donde vives". "Deseo ver a tu hermanito y satisfacer a tus padres. Vamos a ver si tengo la clase de milagro que necesitan".

El hombre bien vestido era el Dr. Garitón Armstrong, cirujano, especializado en neurocirugía.

La operación se efectuó sin ningún cargo hasta que Andrés estuvo en casa otra vez perfectamente sano.

Los papas hablaban felices de la cadena de acontecimientos que los habían conducido hasta ese momento: "Esa cirugía", dijo su mamá, "era un milagro verdadero. Me pregunto ¿cuánto habría costado?".

Teresita sonrió. Sabía exactamente cuánto cuesta un milagro... Un dólar y once centavos..., más la fe de una niñita.

Un milagro no es la suspensión de las leyes naturales, sino la operación de la más alta de las leyes.

TU ERAS MI DESEO

¿De dónde vine? ¿Dónde me encontraste?  pregunta el niño a su madre.

Ella llora y ríe al mismo tiempo y estrechándolo contra su pecho le responde:

Tú estabas escondido en mi corazón, amor mío; tú eras mi deseo.