Wednesday April 24,2024
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INDICE REFLEXIONES

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EL PERDÓN

El tema del día era resentimiento, y el maestro nos había pedido que lleváramos papas, y una bolsa de plástico.

Ya en clase, elegimos una papa por cada persona que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella, y la pusimos dentro de la bolsa.

Algunas bolsas eran realmente pesadas.

El ejercicio consistía en que, durante una semana, lleváramos con nosotr@s a todos lados esa bolsa de papas.

Naturalmente, la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento, me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí.

Tod@s tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental.

Este ejercicio fue una gran metáfora, del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento, por algo que ya había pasado y no podía cambiarse.

En realidad, pocas veces somos ofendid@s, y en cambio muchas veces nos sentimos ofendid@s.

Me di cuenta que cuando hacía importantes los temas incompletos, o las promesas no cumplidas, me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.

Pensé: ¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado?

El que es odiado vive feliz, pero el que cultiva el rencor, se parece a aquél que toma una brasa ardiente, o al que atiza una llama. Pareciera que la llama quema al aparente enemigo; pero no, se quema un@ mism@.

El resentimiento sólo destruye al resentido.

La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento. Te tiene encadenad@.

El que alimenta el amor propio, es ciego y suicida; prefiere la satisfacción de la venganza, al alivio del perdón, pero es locura odiar: es como un veneno que tomamos a diario a gotas, pero que finalmente nos termina envenenando. La falta de perdón, es el veneno más destructivo para el espíritu, ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes. El rencoroso vive en una eterna agonía. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que l@s únic@s beneficiad@s somos nosotr@s mismos.

 Perdonar me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. El perdón me liberó de ataduras que nos amargan el alma, y enferman el cuerpo. El perdón es una expresión de amor.

No hay en el mundo algo más sabroso, que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar, así como no hay fatiga más desagradable, que la que produce el rencor.

Perdonar, es dejar o eliminar un sentimiento adverso contra alguien o contra algo. El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes.

Perdonar, no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos

negativos que nos causaron dolor o enojo.

El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces, la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mism@, por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.

Vale la pena perdonar, aunque sea sólo por interés, porque no hay terapia más liberadora que el perdón.

"La declaración del Perdón, es la clave para liberarte".

•¿Con qué personas estás resentid@?

•¿A quiénes no puedes perdonar?

•¿Tú eres infalible, y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?

•"Perdona para que puedas ser perdonad@".

•"Recuerda que con la vara que mides, serás medid@..."