EXAGERACIÓN
Una mujer dijo a un confesor:
«Tengo un hábito que sé que daña mi testimonio: la exageración. Empiezo a decir algo, y luego agrando la historia. La gente sospecha que no es verdad, y me pierde la confianza. Estoy tratando de superarlo. ¿Me puede ayudar?» Él respondió:
«Hablemos con el Señor».
Ella oró: «Señor, Tú sabes que tengo el hábito de la exageración».
En ese momento el confesor la interrumpió: «Si lo llama "mentir" puede que lo supere». La mujer se sintió profundamente convencida y confesó su pecado.
Muchas veces excusamos nuestros pecados dándoles nombres más aceptables. A nuestro mal genio le llamados «nervios»; a nuestra falta de veracidad, «exageración»; a nuestra falta de honestidad le decimos «buen negocio». Al tratar de superar estos pecados tenemos que exponerlos abiertamente, llamarlos honestamente por sus nombres, y arrepentimos con sinceridad
(Prov.28:13).
Un hombre fue al consultorio de un dentista, para que le arreglaran los dientes.
«Siento con la lengua que tengo una caries grande» -dijo. El dentista lo examinó, y dijo: «Será un empaste pequeño». «Pero, ¿por qué se siente tan grande?» -preguntó el paciente.
«Es la tendencia natural de la lengua a exagerar» -contestó el dentista con un guiño de los ojos.
Puede que sonriamos, pero ¿no somos todos propensos a desproporcionar las cosas? Sí, «la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes
COSaS» (Santiago 3:5).
Señor, perdónanos por usar mal la lengua.
ESTIRAR LA VERDAD, ES DECIR UNA MENTIRA.
"La 'exageración' es la mentira de las personas
honradas". Cesáreo Gil Atrio
Lectura: Santiago 3:1-13 y 2 Reyes 1-3
El que encubre sus pecados no prosperará, más el que los confiesa, y los abandona, hallará misericordia. (Prov. 28:13)
"Las personas jóvenes bonitas son accidentes de la
naturaleza; pero las personas viejas bonitas, son
unas obras de arte"