Tuesday April 23,2024
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JESÚS DE NAZARET

Nació en una oscura aldea, hijo de una campesina.

Se crió en otra pequeña aldea donde trabajó de carpintero hasta los 30 años.

Durante su infancia atemorizó a un rey; durante su niñez impresionó a los doctores de la ley. Ya siendo hombre dominó la naturaleza.

Después, durante 3 años, fue predicador itinerante.

Nunca escribió un libro; sin embargo, los libros que se han escrito sobre El podrían llenar bibliotecas enormes.

Nunca tuvo un cargo público. Nunca formó una familia, ni fue dueño de una casa.

No fue a la universidad; nunca fundó una universidad, pero todas las universidades y escuelas juntas, no tienen más discípulos que El.

Nunca visitó una gran ciudad, ni viajó lejos.

No hizo ninguna de las cosas que ordinariamente asociamos con grandeza.

Caminó sobre las olas como si fuese el suelo y silenció los vientos y la mar. Sanó a las multitudes y no cobró por sus servicios.

Nunca practicó la medicina, pero ha sanado mayor número de corazones quebrantados que todos los doctores puestos juntos.

No tuvo otra carta de presentación que a sí mismo.

Tenía sólo 33 años cuando la mayoría de la opinión pública se volcó contra él.

Sus amigos se escaparon. Fue entregado a sus enemigos, quienes se burlaron de él y lo sometieron a juicio.

Fue clavado en una cruz entre dos ladrones.

Mientras moría, sus verdugos sortearon entre sí su túnica, su única posesión en la tierra.

Una vez muerto fue enterrado en una tumba prestada, gracias a la compasión de un amigo.

Heredes no lo pudo destruir y el sepulcro no lo pudo detener.

Han pasado 20 siglos y todavía El es la figura central de la raza humana y el líder del progreso de la humanidad.

Todos los ejércitos que han marchado, todas las armadas que han navegado, todos los parlamentos que se han sentado y todos los reyes que han reinado, puestos juntos, no han afectado la vida del hombre tanto como esta sola vida solitaria.

El está sobre el mayor pináculo de la gloria celestial proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por los santos y temido por los demonios como el viviente y personal Cristo, nuestro Señor y Salvador.