EL ABUELO
El abuelo se había hecho muy viejo. Sus piernas flaqueaban, veía y oía cada vez menos; babeaba y tenía serias dificultades para tragar.
En una ocasión, cuando su hijo y su nuera le servían la cena, al abuelo se le cayó el plato y se hizo añicos en el suelo.
La nuera comenzó a quejarse de la torpeza de su suegro, diciendo que lo rompía todo, y que a partir de aquel día, le darían de comer en una palangana de plástico. El anciano suspiraba asustado, sin atreverse a decir nada. Un rato después, vieron al hijo pequeño buscando algo en el armario.
Movido por la curiosidad, su padre le preguntó:
- ¿Qué haces, hijo? El chico, sin levantar la cabeza, repuso:
- Estoy preparando una palangana para darles de comer a mamá y a ti cuando sean
viejos.
El marido y su esposa se miraron, y se sintieron tan avergonzados que empezaron a llorar. Pidieron perdón al abuelo y a su hijo, y las cosas cambiaron radicalmente a partir de aquel día. Su hijo pequeño les había dado una severa lección de sensibilidad y de buen corazón.