Friday March 29,2024
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EL GRILLO

Un newyorkino y su amigo paseaban por el bullicioso sector de Times Square, en el centro de Manhattan, a la hora del almuerzo. En medio del infernal ruido producido simultáneamente por bocinas, sirenas, altoparlantes, música a todo volumen y miles de personas hablando al mismo ¡ tiempo, el muchacho dijo:
- Estoy oyendo un grillo. 
     
- ¿Qué? ¡Debes estar loco! -replicó su amigo-, ¡no es posible que puedas escuchar un grillo en medio de todo este ruido!

Sin decir nada, el muchacho caminó hacia una maseta con flores que había en la acera, y tras una ligera búsqueda, extrajo de allí un pequeño grillo.

El amigo, sorprendido, dijo:
- Esto es extraordinario, debes tener los oídos de Superman.

- No -respondió el otro-, mis oídos son iguales a los tuyos. Todo depende de lo que a uno le interese escuchar.

Para demostrar lo que decía, sacó de su bolsillo varias monedas y discretamente las dejó caer al piso. El sonido producido por las monedas al tocar el suelo provocó que varios de los transeúntes voltearan la cara, curiosos por saber a quién se le había caído el dinero.


¿Ves lo que te digo? -insistió el newyorkino-, el sonido del dinero lo escucharon todos, pero el del grillo no. Todo depende de qué es importante para ti.

Y para usted, ¿qué es importante? ¿Qué quiere usted escuchar? Alguna gente dice que no puede oír a Dios porque El nunca nos habla. Pero quizás ellos no lo pueden ver o escuchar porque ése no es el sonido que quieren oír. Pueden escuchar la moneda que cae al piso, pero son incapaces de captar el chirrido del grillo.

Dice una canción "no busques a Cristo en lo alto, ni lo busques en la oscuridad, mucho menos entre la multitud, pues muy dentro de ti, en tu corazón, puedes adorar a tu Señor".

Dios es esa musiquita que queremos acallar dentro de nuestro ser, pero estamos tan preocupados por el escándalo del medio, que no la escuchamos.