EL JUICIO DE DIOS
Un anciano vendía juguetes en el mercado.
Sus compradores, sabiendo que tenía la vista muy débil, le pagaban de vez en cuando con monedas falsas. El anciano se daba cuenta, pero no decía nada. En sus oraciones, pedía a Dios que perdonara a todos los que lo engañaban.
- Tal vez tengan poco dinero, y quieren comprar regalos a sus hijos - se decía.
Pasó el tiempo y el hombre se murió. Delante de las puertas del paraíso, rezó una vez más:
- ¡Señor! -dijo-. Soy un pecador. Cometí muchos errores, no soy mejor que las monedas falsas que recibí. ¡Perdóname!
En ese momento se abrieron las puertas y dijo una voz:
- ¿Perdonar qué? ¿Cómo puedo juzgar a alguien que, en toda su vida, jamás juzgó a los demás?