Friday March 29,2024
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MÁS VALE PASO QUE DURE Y NO TROTE QUE CANSE

En cierta ocasión, dos apuestos y entusiastas jóvenes decidieron probar fuerzas ascendiendo una montaña peligrosa e inclinada. Para tan duro ejercicio, al cual no estaban acostumbrados, hicieron acopio de todos los arreos indispensables, y una mañana clara y luminosa emprendieron, con los bríos propios de la juventud, la trabajosa ascensión.

Con paso rápido y ligero avanzaban cuesta arriba, cuando en mitad de la jornada encontraron un pobre leñador, bien entrado en años, que con pasos lentos y menudos pretendía, como los dos jóvenes, llegar a la cumbre de la montaña.

Los dos ágiles montañistas no tardaron en perder de vista al leñador, en tanto comentaban, compadecidos sinceramente, la audacia del anciano, que así agotaba vanamente sus pocas fuerzas y ponía en peligro su vida.

Tres horas después, cuando aquellos jóvenes, sofocados, sudorosos y tendidos sobre la yerba, trataban de recuperar por tercera vez sus energías ya agotadas, vieron con asombro que el viejo leñador llegaba a la cima sin dar muestras de ningún cansancio excesivo.

Confusos y dolidos, los valerosos deportistas no pudieron menos que reconocer cuan ilusas son a veces las presunciones de la juventud, y al mismo tiempo descubrían, en el mesurado, prudente y constante esfuerzo de quien, a juicio de ellos, no alcanzaría las alturas; la razón del buen éxito por él logrado.

En efecto, ¿qué trabajo, qué actividad no es susceptible de reducirse, como el caminar, a una sucesión de pequeños actos parciales de cuya perfección depende la de la obra total que emprenda?

¿Quién podría negar que no basta para augurar el triunfo el entusiasmo con que se inicia cualquier empeño o trabajo? ¿Qué buen resultado se alcanzaría si faltan la paciencia y la constancia para llevar a término los pequeños detalles inherentes a toda obra?

En la verdad, cuánto depende la constancia y firmeza que pongamos en nuestras realizaciones, la calidad de ellas. Todos podemos alcanzar la meta que nos hayamos señalado, con tal de que nos resolvamos a perseguirla con esmero y perseverancia, pues lo que más cuenta para el avance no es la velocidad, sino el movimiento ininterrumpido.