Saturday April 20,2024
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OYENDO LOS CORAZONES

Gran sabiduría es saber mirar la vida con ojos observadores.
Observar las cosas de manera diversa a la habitual.
Ir más allá de las apariencias.

Nosotros no somos solo huesos, músculos, tendones, uñas, cabellos, sangre.

Somos todo eso y más la esencia, el espíritu.

Y esa esencia que nos hace estar enfermos o recuperar la salud de una enfermedad sin buenos pronósticos.
No se puede imaginar la medicina sin remedios, bisturíes, equipos, pociones.

Mas, la esencia no puede ser olvidada.

El Dr. José era un talentoso cirujano oncológico. Después de algunos años, comenzó a tener problemas. Con trabajos conseguía levantarse de la cama todas las mañanas, porque sabía que iría a oír las mismas quejas, día tras día... De tanto oír hablar de dolores y asistir al sufrimiento, dejaba de importarle aquello.

¿Para qué todo eso, si al final él no conseguía que muchos pacientes se recuperaran?

Entonces, una amiga observó que él precisaba tener nuevos ojos. Lo importante no era cambiar de hospital o de actividad.

Era mirar el mismo escenario, de forma diferente, y
le sugirió que, cada día, durante 15 minutos, el rememorara los acontecimientos y se respondiera a sí mismo:

"¿Qué me sorprendió hoy, o qué me perturbó o me emocionó hoy, o qué me inspiró hoy?"

Él se quedó dudoso, sin embargo lo intentó. Tres días después, la única respuesta que conseguía dar para las tres cuestiones era nada, nada, nada.

La amiga le sugirió que él mirara a las personas a su alrededor como si fuera un escritor, un periodista, o quien sabe, un poeta. Procurando historias.

Seis semanas después, José se encontró con ella otra vez y le habló de sus experiencias. Estaba distinto, cambiado, sereno.
En los primeros días, la única cosa que lo sorprendió había sido el tumor de algún paciente, que disminuía o resumía pocos centímetros.

Lo más inspirador, una droga nueva, aún en experimentación, para ser administrada a los pacientes.

Cierto día, observando una mujer de apenas 38 años, que él había operado de un cáncer en el ovario, todo cambió.

Ella estaba muy debilitada por la quimioterapia. Sentada en una silla, a su lado estaban sus hijas de cuatro y seis años.

Las dos pequeñas estaban bien acurrucadas, felices y amadas.

¿Cómo hacía eso?" Se aproximó y le dijo que la encontraba una mujer maravillosa, una madre fuera de lo común. Aun después de todo lo que había pasado, él observaba que había dentro de ella algo muy fuerte.

Una fuerza que la estaba curando.

A partir de allí, él comenzó a preguntar a los pacientes qué les daba fuerzas en su lucha contra la enfermedad. Las respuestas eran muy diversas. Lo importante es que él descubrió que tenía interés en oír.

Si antes ya era un excelente cirujano, se dio cuenta de que ahora, y solamente ahora, las personas le venían agradecer por la cirugía. Algunas hasta le daban presentes. Cambió su relación con los enfermos.

Contando todo eso a su amiga, él sacó del bolso un estetoscopio con su nombre grabado y se lo mostró, conmovido.

- Es un presente de un paciente - le dijo.
Cuando la amiga le preguntó qué iría a hacer con aquello, el sonrió y respondió:

- Oír los corazones, Raquel. Oír los corazones.
Todas Las vidas tienen un significado. Encontrar el sentido de las cosas no siempre es hacer algo diferente.

A veces, es solamente observar lo cotidiano, la rutina  de una forma diferente.

La vida puede ser vista de   varias maneras: con los ojos, con la mente, con la intuición.

Mas la vida sólo es verdaderamente conocida por aquellos que hablan y oyen el lenguaje del corazón.

¿Acaso será eso hablar una misma lengua?