REGRESANDO A CASA
Testimonio
1.19» Alec Guinness
Ha sido un gran actor cinematográfico, que recibió en 1957 el Oscar al mejor actor por su destacada labor como cineasta, especialmente, en la película “El puente sobre el río Kwai”.
Nacido en Inglaterra, era anglicano por tradición, teniendo cierto rechazo a los católicos.
En sus Memorias nos cuenta cómo estando rodando, en un pequeño pueblo de Francia, la película Father Brown (El detective), tuvo una experiencia que se le grabó para toda su vida y que tuvo mucha importancia en su conversión. Él hacía en la película de sacerdote católico.
En un descanso de cuatro horas, se fue a dar un paseo por el pueblo sin quitarse su sotana. Y dice:
“Era de noche. No estaba muy lejos, cuando oí unos pasos ligeros y una voz chillona, diciendo: Padre. Un chico de unos siete u ocho años me cogió de la mano, apretándola con fuerza, la balanceó y se puso a hablar sin parar.
Estaba lleno de animación, saltaba, brincaba y no me soltaba. No me atrevía a hablarle por si le asustaba mi espantoso francés.
Aunque yo era un completo extraño, pensaba que era un sacerdote y, por tanto, alguien de fiar.
De repente, con un “Buenas tardes, Padre”, y una especie de reverencia lateral, desapareció por un agujero en un seto.
Había dado un alegre y seguro paseo hasta su casa y a mí me dejó una extraña y tranquila sensación de júbilo.
Mientras seguía mi paseo, reflexioné acerca de que una Iglesia que era capaz de inspirar una confianza tal en un niño, haciendo que sus curas, aunque sean desconocidos, sean abordables, no podía ser tan intrigante y tenebrosa como se suele pensar.
Empecé a desprenderme de mis prejuicios, adquiridos hacía mucho tiempo”98.
“El verano de 1955, fue muy feliz para mí. Un sábado por la tarde monté en mi bicicleta y, casi sin rumbo, pedaleé los cuatro kilómetros que me separaban de Petersfield y me detuve frente a la iglesia de Saint Lawrence...
Le expliqué al párroco que era un anglicano, que deseaba ser instruido. Se mostró afable, en absoluto atosigante, y simpático, explicándome que él era un ex anglicano...
Luego descubrí que había acogido en la Iglesia al capitán del grupo Cheshire, que tenía la Cruz de la Victoria.
Quedamos en tener reuniones en las semanas siguientes...
Al no encontrar ningún obstáculo en la iglesia de Saint Lawrence, decidí buscar lo peor en otra parte.
Quería ver el catolicismo en su aspecto más tétrico y menos simpático.
Por tanto, decidí ir unos días a un monasterio trapense, donde casi siempre hay silencio y se dice que la vida es desolada...
Pusieron a mi disposición un monje para charlar con él cuando quisiera.
El padre Robert Hodge había sido sacerdote anglicano en Dartmouth, tenía 50 años y no muy buena salud. Poseía un gran encanto y resultó ser casi un charlatán, siendo yo el que me refrenaba, salvo para hacer preguntas...
Cuando los monjes celebraban la misa en privado, había como un sentimiento reverencial de Dios expandiéndose, como si llenara cada rincón de la iglesia y de todo el mundo”99.
Poco tiempo después “fui a California para el rodaje de la película The Swan (E1 cisne), pero, antes de marcharme de Inglaterra, le había prometido al Padre Henri Clarke hacer todo lo posible para ir a misa todos los domingos.
El 24 de marzo de 1956, el Padre Clarke aceptó mi reconciliación con la Iglesia, con tacto y bondad, en Saint Lawrence, Petersfield.
Como incontables conversos antes y después que yo, sentí que volvía a casa y como si hubiera visto aquel lugar por primera vez”100.
“Unos meses más tarde, cuando estaba en Ceylan, rodando The Bridge on the river Kwai (El puente sobre el río Kwai) mi esposa Merula también se convirtió.
Cuando vino a verme durante unas semanas, pudimos celebrar nuestras primeras Navidades juntos como católicos, en una pequeña iglesia, cuyos costados se abrían a unas palmeras y la espuma de las olas rompía sobre una playa calurosa, de arena blanca, con pájaros tropicales, que revoloteaban sobre las cabezas de los fieles, en cuclillas en el suelo de tierra, vestidos con saris de vivos colores y con profunda devoción.
Pese a que todo el mundo era pobre, aquel parecía un lugar abierto y soleado donde se reconciliaban todos los contrarios...
De vuelta a Londres, pasaba por Kingsway a media tarde, cuando un impulso me obligó a correr.
Con el corazón lleno de alegría y en un estado de excitación, corrí hasta que llegué a la pequeña iglesia católica, que había allí, donde nunca había entrado.
Me arrodillé, recobré el aliento y durante diez minutos me olvidé del mundo...
Me tranquilicé un poco, cuando me enteré que el excelente, brillante y extraordinariamente cuerdo Ronald Knox, había echado a correr alguna vez para visitar al Santísimo Sacramento...
Una de las frases más penetrantes de Chesterton fue: “La Iglesia es la única cosa que salva al hombre de la degradante servidumbre de ser hijo de su tiempo...
La Iglesia ha demostrado que no está moribunda”101.
Alec Guinness, un anglicano convertido por la bondad de los sacerdotes y el testimonio de otros convertidos, ha descubierto que la Iglesia católica es parte del plan de Dios para nuestra vida.
98 Alec Guinness, Memorias, Ed Espada Calpe, Madrid, 1987, p. 60.
99 ib. p. 62-65.
100 ib. p. 68.
101 ib. p. 70-71.