Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Lo que ha dicho Jesús sobre las Horas de la Pasión:
» 2 de febrero de 1917
Continuando mi habitual estado me encontré fuera de mí misma y vi a mi siempre amable Jesús todo chorreando sangre y con una horrible corona de espinas; con dificultad me miraba por entre las espinas y me dijo:
“Hija mía, el mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi Pasión.
En las tinieblas no ha encontrado la luz de mi Pasión que lo ilumine y que haciéndole conocer mi amor y cuántas penas me cuestan las almas, pueda reaccionar y amar a quien verdaderamente lo ama, y la luz de mi Pasión, guiándolo, lo ponga en guardia de todos los peligros.
En la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi Pasión que lo sostenga.
En la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi paciencia que le infunda la calma, la resignación; y ante mi paciencia, avergonzándose, tenga como un deber dominarse a sí mismo en las penas no ha encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo a las suyas le infunda amor al sufrir.
En el pecado no ha encontrado mi Santidad, que haciéndole frente, le infunda odio a la culpa. Ah, en todo ha prevaricado el hombre porque se ha separado en todo de quien puede ayudarlo. Por eso el mundo ha perdido el equilibrio.
Ha hecho como un niño que no ha querido más conocer a su madre, con un discípulo que desconociendo al maestro no ha querido más escuchar sus enseñanzas ni aprender sus lecciones. ¿Qué será de este niño y de este discípulo?
Serán el dolor de sí mismos y el terror y el dolor de la sociedad.
Tal se ha hecho el hombre: terror y dolor, pero dolor sin piedad. ¡Ah, el hombre empeora, empeora siempre más...y Yo lloro con lágrimas de sangre!”