31» En una tercera revelación, Filomena se revela a un sencillo artesano
Se trata de un piadoso devoto de nuestra Santa.
Un día, que pedía de rodillas, al Señor que diera a conocer al mundo los méritos y la gloria de su sierva, se le presentaron todas las escenas del martirio de la Santa, de manera tan viva, como si las hubiera presenciado.
Dice:
“Yo vi al Emperador Dioclesiano devorando de pasión por ella, condenándola a muchos tormentos, adulándola para conseguir que se rindiera a sus deseos.
Mas, viendo que nada podía ablandar su firme voluntad, cayó en una especie de demencia, porque no lograba poseerla”.
El artesano cuenta, entonces, todos los tormentos con que la hizo sufrir Dioclesiano.
Luego continúa:
“Después de haberla hecho pasar por todas estas diversas torturas, el tirano la hizo decapitar; mas, apenas se ejecutó la sentencia, se apoderó de él la rabia y exclamaba:
– “¿Cómo?, ¡Filomena no será jamás mía! ¡Hasta el último suspiro ha sido rebelde a mi voluntad!”