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¿Mario-latría? (Parte 1)

¿Mario-latría? (Parte 2)

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Los Principios Fundamentales del Protestantismo

 

1. ¿Mario-latría? (Parte 1)

Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE | Fuente: teologoresponde.com.ar

Respondiendo las principales objeciones de las sectas y de los protestantes referentes a la devoción católica a la Virgen María.

Referencia Introductoria: a pesar de que tratamos aquí esta objeción, vuelvo a recordar que si un protestante o un miembro de una secta derivada del protestantismo nos pide que respondamos a una de sus preguntas u objeciones basadas en la Biblia, antes de proceder hay que pedirle que él nos demuestre con qué derecho usa la Biblia contra nuestra fe, es decir, que nos demuestre -y por escrito sería mejor- que la Biblia es Palabra de Dios y que solamente debemos creer lo que dice la Biblia.

Si no lo hace, o no puede, o no quiere, entonces, simplemente digámosle que tampoco nosotros le responderemos su objeción, puesto que él no sabe por qué usa la Biblia
Las objeciones de muchos protestantes, y en particular de los miembros de sectas, respecto de María Santísima son numerosas, pero tal vez puedan reducirse a algunas principales: de dónde sacan los católicos que fue siempre virgen, cómo decimos que no tuvo más hijos si en la Biblia se habla de los hermanos de Jesús (objeción equivalente a la anterior), objeciones a su veneración, problemas con la "mediación" mariana, etc. Vamos a encarar en este punto lo relacionado con la virginidad perpetua de María. 

He aquí algunas objeciones que he recibido al respecto:
¿Dónde dice la Biblia que María fue virgen perpetuamente? 

Mateo (1,18-25) dice que después que el ángel le dice a José que no tema en recibir a María como esposa, él "hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús". ¿Qué significa ese "hasta"? ¿Acaso quiere decir que después tuvo relaciones con ella? 

La Biblia dice que Jesús tuvo hermanos y hermanas, ¿cómo es posible entonces que digan que nunca hubo unión carnal entre José y María?

Estoy de acuerdo de que María era virgen, que era la privilegiada de entre todas las mujeres, pero después de haber nacido Jesús, como toda mujer también se realizó como una familia normal teniendo más hijos e hijas con José.

Lee por favor Libro de Mateo cap. 12 versículo 46 al 50 en el cual indica lo siguiente: sus discípulos le dicen que su madre y sus hermanos llaman a Jesús para hablarle, y Jesús les dice extendiendo su mano hacia los discípulos "Todo aquél que hace la voluntad de mi Padre ése es mi madre y mis hermanos".

Por otro lado, en el capítulo 13, versículos 54 al 58, menciona los nombres de los hijos nacidos de José y María. ¿Qué opina de esto?

En algún lugar del evangelio he escuchado que dice que Jesús fue el "primogénito" de María; si fue primogénito quiere decir que tuvo otros hermanos menores, por tanto, María tuvo otros hijos, hermanos de Jesús.
Tenemos pues, una consulta general referida al fundamento bíblico de la virginidad de María y dos objeciones al respecto: la expresión de Mateo "hasta que", y luego el giro más usado por muchas sectas contra esta verdad católica: "los hermanos de Jesús". Veamos cada uno de estos puntos. 

Fundamentos de la virginidad perpetua de María 

Ya hemos dicho varias veces que la Biblia no es la única fuente de la Revelación, sino la Biblia y la Tradición de la Iglesia. No es necesario que una verdad esté en la Biblia de modo explícito para que deba ser creída como revelada, puesto que de hecho, los mismos protestantes creen verdades que no están en la Biblia, por ejemplo, ellos creen que todo debe estar en la Biblia y que sólo se debe creer a la Biblia, pero ¡eso no está en la Biblia! 

Sin embargo, como muchas otras cosas que estamos tratando aquí, la virginidad de María está en la Biblia, en el sentido de que tiene fundamento bíblico. El magisterio de la Iglesia y la tradición bimilenaria de la Iglesia, ha considerado constantemente la virginidad de María una verdad de fe, acogiendo y profundizando el testimonio de los evangelios de Lucas, Mateo y Marcos y, probablemente, también Juan.

Por tanto, si no encontramos allí la expresión como tal, encontramos la base a partir de la cual, quienes tienen autoridad sobre la fe (los apóstoles y sus sucesores), pueden deducir esta verdad. 

Aclaremos, ante todo, qué entiende la Iglesia por virginidad perpetua de María. Entendemos por este privilegio de María una prerrogativa permanente, que abarca todas las etapas de su vida, y en particular el momento sagrado en que fue hecha Madre de Dios. Significa:
1º que concibió virginalmente al Hijo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad, hipostáticamente unido a una naturaleza humana; 
2º que le dio a luz virginalmente; 
3º que permaneció virgen a lo largo de toda su vida terrena, y por consiguiente, ahora reina gloriosa como Virgen de las vírgenes.
La Iglesia expresa esto con una fórmula muy hermosa, según la cual dice que María fue virgen ante partum, in partu et post partum.

Para la tradición católica, este privilegio de la virginidad perpetua de Nuestra Señora está íntimamente relacionado con su sublime prerrogativa de Madre de Dios: ella ha sido inspirada por Dios para ser virgen y permanecer tal, por la extraordinaria dignidad y misión que debía desempeñar al ser elegida para Madre de Dios.

Ahora bien, si es cierto que esta verdad ha sido profesada desde los primeros tiempos, hay que decir que no es simplemente una piadosa creencia, sino una verdad revelada, solemnemente definida como dogma por el magisterio auténtico de la Iglesia y firmemente fundada en la Sagrada Escritura. 

En cuanto a la virginidad anterior al parto, si vamos a los testimonios de la historia cristiana, podemos emontarnos a algunos como el de Ignacio de Antioquía (muerto mártir en el 110, contemporáneo de San Juan evangelista), quien escribía a los cristianos de Esmirna que Jesús es "hijo de Dios según la voluntad y poder de Dios, nacido verdaderamente de una virgen"[1]; casi en la misma época, Arístides apologeta decía que el Hijo de Dios "engendrado de una virgen santa sin germen ni corrupción, tomó carne"[2]; y encontramos testimonios análogos en San Justino, Orígenes, etc.[3].

De ahí que aparezca testimoniada en todas las versiones del símbolo apostólico (o sea, los credos más antiguos), tanto en sus formas romanas como griegas, que testimonian "nació de María virgen por obra del Espíritu Santo"[4].

La creencia firme de Occidente en la virginidad corporal de María, se resume en la expresión "Virgen María" y se recoge en esta forma ya en el siglo II, en la forma romana del credo, como vemos, por ejemplo, en Hipólito: "Creo en Dios Padre todopoderoso y en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació de María virgen por obra del Espíritu Santo"[5].

En cuanto a la virginidad posterior al parto, a pesar de que fue negada por Tertuliano (quien terminó hereje montanista), es afirmada ya por Orígenes (muerto en el 253), Clemente Alejandrino (muerto antes del 215). Algunos la negaron, como Helvidio en Roma y Bonoso en Cerdeña, lo cual produjo una reacción universal mostrando que se consideraba la virginidad de María después del parto como verdad de fe.

Así, por ejemplo, Aldama hace una lista de Santos Padres que reaccionaron enérgicamente contra esta herejía (Epifanio, Jerónimo, Ambrosio)[6].

Los testimonios de la tradición pueden multiplicarse, tanto referidos a la virginidad anterior como posterior al parto. Por ejemplo, Ireneo de Lyón (muerto en torno al 200, autor que hace de entronque con los apóstoles, pues es, como él mismo testimonia, discípulo de San Policarpo de Esmirna, quien a su vez lo fue de Juan Evangelista), tiene una frase hermosa para referirse al parto virginal: Purus pure puram aperiens vulvam: el Puro (Verbo Puro) con pureza abrió el seno puro (de su madre)[7]. Y él mismo compara el nacimiento de Cristo de María con la formación de Adán del suelo virgen y sin surcos[8].

San León dice que es la limpieza de Cristo la que mantuvo intacta la integridad de María[9]. Y San Zenón de Verona (muerto en 372) lo proclama: "¡Oh misterio maravilloso! María concibió siendo una virgen incorrupta; después de la concepción dio a luz como virgen, y así permaneció siempre después del parto"[10]. San Jerónimo resume la fe de la Iglesia escribiendo contra Joviniano: "Cristo es virgen, y la madre del virgen es virgen también para siempre; es virgen y madre.

Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró en el interior; en el sepulcro que fue María, nuevo, tallado en la más dura roca, donde no se había depositado a nadie ni antes ni después... Ella es la puerta oriental de la que habla Ezequiel, siempre cerrada y llena de luz, que, cerrada, hace salir de sí al Santo de los santos; por la cual el Sol de justicia entra y sale.

Que ellos me digan cómo entró Jesús (en el cenáculo) estando las puertas cerradas... y yo les diré cómo María es, al mismo tiempo, virgen y madre: virgen después del parto y madre antes del matrimonio"[11].

Los ejemplos de los autores cristianos de los primeros siglos podrían multiplicarse y quienquiera conocerlos, tanto respecto de la virginidad de María anterior al parto como posterior o durante el mismo, puede leer los libros especializados, que no faltan[12]. Estamos hablando pues, de una doctrina firme y serenamente sostenida, predicada, divulgada, defendida y creída, por los cristianos desde los primeros tiempos. 

En cuanto al fundamento bíblico de esta doctrina, lo encontramos en los mismos textos bíblicos. Empezando, aunque no sea el argumento más importante, por la misma profecía de Isaías referida a la concepción del Mesías: el Señor mismo va a daros una señal. He aquí que una doncella/virgen está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is 7,14).

La misma versión protestante de Reina-Valera, traduce la expresión como "la virgen"; la versión de la Biblia griega de los Setenta "he parthénos" (la virgen; ésta es la versión que es usada por los evangelistas), y la también protestante King James Version "the virgin". Ya San Ireneo en torno al año 200, defendía el valor profético de este texto referido a la virginidad de María, argumentando que Isaías señala claramente que ocurrirá "algo inesperado" con respecto a la generación de Cristo; está aludiendo claramente a una señal.

Pero "¿dónde está lo inesperado o qué señal se os daría en el hecho de que una mujer joven concibiera un hijo por obra de un varón? Esto es lo que ocurre normalmente a todas las madres. Lo cierto es que, con el poder de Dios, se iba a empezar una salvación excepcional para los hombres y, por tanto, se consumó también de una manera excepcional un nacimiento de una virgen. La señal fue dada por Dios; el efecto no fue humano"[13].

Pero los textos determinantes son los de los mismos evangelios. 

San Lucas dice (1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo."

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.

Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin." María respondió al ángel: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" El ángel le respondió:

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios." Dijo María: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y el ángel dejándola se fue.

El análisis exegético serio de este pasaje, ha sido realizado con pericia por muchos exegetas. Un excelente resumen -y discusión de sus términos más importantes- lo ha hecho el erudito jesuita Ignace de la Potterie, en su trabajo "La anunciación del ángel a María en la narración de San Lucas"[14]. En cuanto a lo que nos interesa destacar a nosotros, señalemos que San Lucas testimonia aquí:
(a) la virginidad de María antes de la anunciación (a una virgen...); 
(b) la concepción virginal (la virtud del Altísimo te cubrirá); 
(c) la intención de virginidad futura de María: pues no conozco varón... La expresión no se refiere al pasado, pues hubiera usado el aoristo griego (no he conocido varón); usa el presente absoluto (no conozco), lo cual no puede ser comprendido sin una referencia a una intención (y probablemente a un voto) de virginidad perpetua, pues resultaría absurdo por ser una joven "ya desposada" (o sea, habiéndose ya realizado el primer rito de las nupcias según la costumbre judía), y por tanto (en caso de no tener ninguna intención de virginidad futura), siendo obvio el modo en que puede llegar a concebir no sólo un hijo sino muchos.

Por eso escribía Lebretón: "En este versículo la tradición católica ha reconocido el propósito firme de María de permanecer virgen, y esta interpretación es necesaria, porque, si hubiera tenido intención de consumar su matrimonio con José, no hubiera nunca hecho esta pregunta"[15]. Y el insigne exegeta J.M. Lagrange: "María quiso decir que, siendo virgen, como el ángel ya sabía, deseaba ella permanecer siéndolo, o, como traducen los teólogos su pregunta, que ella había hecho un voto de virginidad y pensaba guardarlo"[16].
La estructura del texto (cf. Lc 1,26-38; 2,19.51), no admite ninguna interpretación reductiva. Su coherencia no permite sostener válidamente mutilaciones de los términos o de las expresiones que afirman la concepción virginal por obra del Espíritu Santo.

Lo mismo puede deducirse del texto de San Mateo (1,18-25): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo...

El Ángel del Señor se apareció [a José] en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:

Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros." Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. San Mateo:
(a) se presenta como testigo de la virginidad de María antes del nacimiento de Cristo; 
(b) su cita de Is 7,14, implica, por lo menos, el parto virginal; 
(c) si bien no dice nada sobre la virginidad de María posterior al parto, tampoco dice nada que lo niegue o lo ponga en duda
(analizaremos enseguida la objeción que ponen algunos de la expresión "hasta que" mostrando que no tiene el sentido que quieren darle algunos protestantes).

El evangelio de san Marcos no habla de la concepción y del nacimiento de Jesús; sin embargo, es digno de notar que san Marcos nunca menciona a José como esposo de María. La gente de Nazaret llama a Jesús el hijo de María o, en otro contexto, muchas veces el Hijo de Dios (Mc 3,11; 5,7; cf. 1,1.11; 9,7; 14,61-62; 15,39). Estos datos están en armonía con la fe en el misterio de su generación virginal.

Esta verdad, según un reciente redescubrimiento exegético, estaría contenida explícitamente en el versículo 13 del Prólogo del evangelio de san Juan (Jn 1,13), que algunas voces antiguas autorizadas (por ejemplo, Ireneo y Tertuliano) no presentan en la forma plural usual, sino en la singular:

Él, que no nació de sangre, ni de deseo de carne, no de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Esta traducción en singular, convertiría el Prólogo del evangelio de san Juan en uno de los mayores testimonios de la generación virginal de Jesús, insertada en el contexto del misterio de la Encarnación. 

Se entiende por todo lo dicho, que el tercer concilio de Letrán, celebrado bajo el papa San Martín I, en el año 649, definiera: "Si alguno no reconoce, siguiendo a los Santos Padres, que la Santa Madre de Dios y siempre virgen e inmaculada María, en la plenitud del tiempo y sin cooperación viril, concibió del Espíritu Santo al Verbo de Dios, que antes de todos los tiempos fue engendrado por Dios Padre, y que, sin pérdida de su integridad, le dio a luz, conservando indisoluble su virginidad después del parto, sea anatema"[17]. 

La expresión "hasta que"

Respecto de esta expresión empleada por San Mateo 1,25 (no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito) explica Severiano del Páramo, jesuita: "El texto griego... heos hou, y su traducción (latina)donec, dieron ocasión a los antiguos herejes Joviniano, Elvidio y otros, y la dan hoy día a muchos autores no católicos, para negar la virginidad de María después del parto.

Se ha probado hasta la saciedad, que semejante partícula en la Escritura sólo dice referencia al pasado, sin que incluya afirmación o negación alguna sobre el porvenir". Por esta razón, este exegeta traduce el versículo 25 según su verdadero sentido: "sin que tuviera con ella trato conyugal, dio a luz..."[18].

Añade Manuel de Tuya: "Es de sobra conocido el hebraísmo hasta que (ad-ki), traducido materialmente en este pasaje: hasta que. Con esta forma, sólo se significa la relación que se establece en un momento determinado, pero prescindiéndose de lo que después de él suceda. Es el modo ordinario de decir en hebreo. Así Micol, mujer de David, no tuvo más hijos (ad-ki) hasta el día de su muerte (2 Sam 6,23)"[19]. 

Por tanto, si bien esta expresión puede indicar un momento a partir del cual la situación cambie (por ejemplo, que después de comenzar a vivir juntos, un matrimonio tenga trato carnal), no puede esto deducirse de este término, sino que debe ser indicado por medio de otra expresión, pues esta dicción sirve para indicar tanto un momento a partir del cual la situación cambia, como uno a partir del cual la situación no cambia.

Volviendo al ejemplo dado por Tuya, si la traducción del giro semita traducido literalmente al griego y al latín (y luego a nuestras lenguas modernas) fuera el que le damos hoy en día, deberíamos decir, con lógica consecuencia, que Micol, mujer de David, tuvo más hijos después de morir. 

La misma expresión "hasta que" es usada en otros lugares de la Escritura, sin que admita el sentido de que, una vez llegado o pasado el momento, la situación posterior cambie; por ejemplo, Gn 3,19 (versión de los Setenta): comerás el pan con el sudor de tu frente "hasta que" vuelvas al polvo de la tierra... (indica el término final, pero ningún cambio posterior; no es que después Adán cambie en cuanto a su vida terrena, sino que luego ya no tendrá vida en este mundo).

Lo mismo el Salmo 110,1: Oráculo de Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que (heos ‘an) yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies (¿significará esto que una vez que Dios haya puesto a todos los enemigos a los pies del Mesías -es éste un Salmo mesiánico por excelencia- ya éste no seguirá sentándose a la derecha de Dios?). Lo mismo vale para Mt 22,44, donde se citan estas mismas palabras del Salmo, aplicándoselas Jesús a sí mismo (Díceles [Jesús]: Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?); y lo mismo Mc 12,36; Lc 20,43; Hech 2,34-35.

San Pablo en 1Co 15,25, usa el mismo Salmo cambiando el término "sentarse a la derecha" por "reinar": Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies; el último enemigo en ser destruido será la Muerte; no se usa allí "heos" sino el sinónimo "ajri", que también se traduce por "hasta que", y nuevamente vemos que no tiene sentido exclusivo, o sea, que después del momento indicado la situación cambie, sino que sigue igualmente; ¿o tal vez se piense que Cristo dejará de reinar cuando haya vencido a todos sus enemigos? Lo mismo se diga de Hb 1,13. 


Notas:
1 Ignacio de Antioquía, Ad Smyrnaeos, 1,1; Ad Ephesios, 19,1. 
2 Arístides, Apologia, 15; PG 96,1121. 
3 Se pueden ver los textos en la mayoría de los buenos tratados de Mariología; por ejemplo, en C. Pozo, María en la obra de la salvación, BAC, Madrid 1974, pp. 254-255. 
4 Cf. todas las recensiones en DS 10-30. 
5 Hipólito, Traditio apostolica, n. 73.
6 Ver Pozo, op. cit., pp. 255-256. 
7 Ireneo, Adversus haereses, 4, 55,2. 
8 Ibid., 3,30. 
9 León, Sermón 24,1; ML 54,204. 
10 Zenon, Tractatus, 2, 8,2; ML 11,414-415
11 Jerónimo, Epístola 49 (48), 21.CSEL 54,386. 
12 Por ejemplo, José de Aldama, María en la patrística de los siglos I y II, BAC, Madrid 1970, pp. 167 ss.; C. Pozo, op. cit., pp. 254 ss.; Gregorio Alastruey, Tratado de la Virgen Santísima, BAC, Madrid 1947, pp. 445-488; J. B. Carrol, Mariología, BAC, Madrid 1964, pp. 619 ss (a cargo, esta parte, de Phillip Donnelly), etc. 
13 Ireneo, Adversus haereses, 3, 26,2. 
14 Cf. Ignace de la Potterie, La anunciación del ángel a María en la narración de San Lucas, en: “Biblia y Hermenéutica”, Actas de las Jornadas Bíblicas, San Rafael 1998, Ed. Verbo Encarnado 1998, pp. 141-166.
15 Lebreton, La vie et l’enseignement de Jésus Christ, vol. 1, Paris 1938, p. 35. 
16 Lagrange, L’Evangile de Jésus Christ, Paris, 1928, p. 18.
17 DS 503
18 Padres de la Compañía de Jesús, La Sagrada Escritura. Texto y Comentarios, BAC, Madrid 1964, tomo I, pp. 24-25. 
19 Biblia Comentada, BAC, Madrid, 1964, tomo II, p. 31.

 

   


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