8. Parte Segunda:
La Religión Masónica
Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net
1. 74. La religión masónica.
He dicho antes que la Masonería tiene las características de un culto
religioso. Hablando de la Masonería Americana de Estados Unidos, Preuss
resume las pruebas con estas palabras:
‘Es evidentemente una religión distinta la
que tiene sus altares distintos y propios; sus templos distintos y propios; su
sacerdocio distinto y propio; y aún su Pontificado supremo propio; sus distintas
y propias consagraciones y unciones; su ritual distinto y propio; su culto distinto
y propio; su moral distinta y propia; su propia y distinta teoría acerca de la
naturaleza del alma humana y de sus relaciones con la Deidad; su Dios propio,
distinto y peculiar.
‘Pues bien, todas estas cosas se encuentran en la Masonería. Es, por tanto,
la Masonería, una religión distinta.’
El autor prueba cosa por cosa con las mayores autoridades de la
Masonería, las de Pike y de Mackey, y termina:
‘Nuestra enumeración no ha
agotado los rasgos religiosos de la Masonería. Podíamos haber tratado de sus
invocaciones, de sus bendiciones, de su bautismo, de la comunión de los
hermanos, de sus himnos, de sus purificaciones, de los báculos usados en los
altos grados, &c.; pero no queremos dedicar más tiempo a la prueba de un hecho
tan evidente.
Llámese todo, si se quiere, un disfraz religioso; redúzcase todo a
una mofa santa, no nos importa la sinceridad o falta de sinceridad de sus
protestas.’ La Masonería, hemos visto, es una misma institución en todas partes,
y basta leer los ritos de las iniciaciones, para comprender que lo que Preuss dice
de la Masonería de Estados Unidos, se encuentra en todas partes. ¡Y sin
embargo, la Masonería dice que no se ocupa de religión! ¡Siempre la sinceridad
acostumbrada!
1. 75. El culto masónico.
No es fácil decir en pocas palabras lo que se sabe acerca del culto
masónico en las logias. La Masonería va introduciendo poco a poco a sus
adeptos en el santuario de sus misterios, adaptando a su disposición y
preparación la medida en que se la descorriendo el velo. El culto se practica en
distintas fases o períodos: Primera fase: aquélla en que se adora al Gran
Arquitecto del Universo, que, como he dicho, ha sido ya renegado por el Gran
Oriente de Francia.
El adepto se imagina que se trata de Dios, de aquel Ser
Supremo que tal vez aprendió a amar y adorar en el regazo de su madre, en la
iglesia o en una escuela bien dirigida. El pobrete no se imagina que sólo se trata
de un nombre simbólico, con que se encubre la verdadera divinidad. Cuándo y
dónde el símbolo no fue ya necesario, se dejó a un lado. Es de advertir que los
masones evitan nombrar a Dios, en sus actos oficiales al menos, para no
nombrar una falsa divinidad.
1. 76. El Gran Arquitecto.
Segunda fase: aquélla en que se adora a la Naturaleza, o sea, cuando la
idea del Gran Arquitecto se traduce en la del Dios-Naturaleza, causa universal
de las cosas, tal cual la concibe el materialista, el panteísta o el teósofo, que sólo
discuerdan en el nombre y no en la idea que se forman de la primera causa de las
cosas. Los doctores masones americanos, tras largas disquisiciones o rodeos,
vienen a decir que la divinidad es el principio activo y pasivo, o masculino y
femenino, de las cosas.
1. 77. El sol y la vida.
Naturalmente, cuando se habla de la vida, de la fecundidad, &c., luego se
presenta el sol, como el agente más activo y más grandioso de la fecundidad y
de la producción de los seres, especialmente de los dotados de vida, que ocupan
el grado más alto de la universalidad de las cosas. Es muy lógico que al rendir
culto a la naturaleza, se tome al sol como su representante y símbolo más
caracterizado del Dios-Naturaleza, que adoran los masones, a la par de los
salvajes.
1. 78. El culto de la carne.
De ahí el culto de la carne, no hay más que un paso: el sol no es más que
un símbolo. Hay algo que se acerca más aún a la manifestación más sublime del
dios-naturaleza, de la fuente de la vida y de la inmortalidad: son los principios
por los cuales se difunde la vida y se evita que desaparezca, mediante la
propagación. El culto de la carne se presenta entonces como el homenaje más
natural de los adoradores de la naturaleza en su manifestación más sublime, y
con ese culto se llega hasta los cultos paganos, más degradantes y corruptores.
1. 79. Satanás y la Masonería.
Para quitar todo temor, para trastornar todas las ideas que se han adquirido
en el contacto con una sociedad cristiana, y borrar aún las resistencias que una
rectitud natural podría oponer, en ciertas logias al menos, se rinde culto a
Lucifer o Satanás. Según las leyendas masónicas en conformidad con las cuales
expuso aquí en Iquique la Belén de Sárraga el pecado de nuestros primeros
padres, Satanás es el dios bueno o el ángel de luz, que vino a enseñar a Eva el
secreto que había de hacer que el hombre fuera como Dios, seduciéndola
carnalmente, conocimiento que ella participó a Adán, después.
¡Cómo entonces los adoradores de la naturaleza no han de manifestar a
Satanás su gratitud, por los beneficios que hizo al hombre? Ellos, los albañiles,
constructores del gran templo de la naturaleza, después de arreglar a su sabor la
narración bíblica, no pueden menos de sentirse llenos de veneración, de amor y
agradecimiento hacia el ángel que enseñó al hombre a tener la libertad
masónica, despreciando a Dios, y con razón miran a Satanás como a su padre y
fundador.
He ahí una breve síntesis del culto de la Masonería. He dicho y repito que
muchos masones y aún en muchos grados, no sospechan el sentido oculto de los
símbolos que usa, ni lo que se enseña y practica en grados más altos.
En la orgía anticatólica en que viven los masones dirigentes o ilustrados,
hablan de la diosa-razón, del sios-pueblo, del dios-hombre, o sea, el mismo
hombre, &c. Todo viene a ser dios, para ellos, menos el verdadero Dios.
Los que todavía no han renegado del Gran Arquitecto del Universo, como
los ingleses y muchos americanos, abren sus sesiones, juran, &c., en su nombre,
rindiéndole culto.
1. 80. La idea de Dios en la Masonería.
En cuanto al culto de la naturaleza, dice Pike: ‘Hay un Ateísmo
meramente formal, que es la negación de Dios en los términos, pero no en la
realidad. Un hombre dice: No hay Dios; esto es, no hay Dios que se origine a sí
mismo o que nunca fue originado, sino que siempre fue y ha sido, que es la
causa de la existencia, que es la Mente y la providencia del Universo; y por
tanto, el orden, la belleza y la armonía del mundo de la materia y de la mente no
indica ningún plazo o propósito de Divinidad.
Pero él dice, la Naturaleza
(significando con esta palabra la suma total de la existencia) eso es poderoso,
sabio, activo y bueno; la Naturaleza se originó a sí misma, o sea, siempre fue y
ha sido, la causa de su propia existencia, la mente del Universo y la Providencia
de sí misma.
Claramente hay un plan y propósito donde se producen el orden, la
belleza y la armonía. Pero esto es el plan y propósito de la Naturaleza.’En tales
casos, continúa, la negación absoluta de Dios, s sólo formal y no real. Se
admiten las cualidades de Dios y se afirma que existen y es un mero cambio de
nombre el llamar al posesor de estas cualidades Naturaleza y no Dios. (Preuss,
A. F., 157-8.)
Que no sea cuestión de nombre solamente, lo prueba la explicación que el
mismo Pike, continúa dando, en la que reduce la trinidad divina del alma, al
pensamiento del alma, y a la palabra con que se expresa ese pensamiento.
Nada agregaré a lo dicho sobre el culto de la carne, el culto que la
Masonería ha heredado de los antiguos paganos. Preuss y Bénoit traen largas
informaciones sobre él en sus obras tantas veces citadas. En Bénoit se verá que
hasta en la ceremonia de la sepultación masónica, entra ese culto pagano,
velado, naturalmente, con el símbolo. Lo que acerca de esto he sabido por
testigos presenciales, me ha horrorizado.
1. 81. El culto del sol y ceremonias masónicas.
Al culto del sol se refieren muchos símbolos o ceremonias que se
acostumbran en las logias. Según Mackey, la circumambulación o procesión que
se hace alrededor del altar en las logias, en la cual se comienza por el oriente, se
encamina hacia el sur y se vuelve por el oeste, es una imitación del curso del sol,
y una prueba manifiesta de que los ritos paganos de los adoradores del sol
vienen de la fuente común a la cual la Masonería es deudora de su existencia.
‘Sólo la Masonería, dice, ha conservado la primitiva significación, que era una
alusión simbólica al sol como fuente de la luz física y la más maravillosa obra
del Gran Arquitecto del Universo.’El culto del sol, dice en otra parte, fue
introducido en los misterios, no como una idolatría material, sino como un
medio de expresar una restauración de la muerte a la vida, tomado de la
reaparición en el este del orbe solar, después de su nocturna desaparición por el
oeste.
Al sol también, como regenerador y vivificador de toda cosa, hay que
atribuir el culto fálico que formaba una parte principal de los misterios.’ Los tres
principios oficiales de la logia representan, según el mismo autor, al sol en sus
principales posiciones, la salida, el mediodía y la puesta (Preuss, A. F., páginas
120 y siguientes.)
El culto del sol, dice Renán, alto dignatario de la Masonería francesa, era
el solo culto razonable y científico; el sol es el dios particular de nuestro
planeta.’El Titán o el sol es, , según una profesión de fe de los Jueces Filósofos
desconocidos, el solo dios, autor del bien y del mal. El Juez Desconocido (el
Juez Supremo) es el sol que debe gobernarlo todo, que debe regir el mundo y
hacer la felicidad del género humano’ (Bénoit, F. M., I, 228.)
1. 82. El Culto de Lucifer en la Masonería.
El culto de Lucifer no es tan misterioso que no haya llegado a oídos de
los que se han preocupado de la Masonería. ‘En la iniciación del grado de
Caballero de la Serpiente de Bronce, se adora a la Serpiente infernal, enemiga de
Adonaí, amiga de los hombres, que con su triunfo hará volver a los hombres al
Edén. En el 20° grado, el Presidente dice al que se inicia: ‘En el nombre sagrado
de Lucifer, desarraigad el oscurantismo.’ Ya sabemos qué significa esa palabra
en el lenguaje masónico. ‘Fue Juan Ziska, quien con Juan Huss, dice una hoja
masónica, ha echado en Bohemia las bases de la Masonería.
Representaba a
Satanás como la víctima inocente de un poder despótico; hacía de él un
compañero de cadena de todos los oprimidos. Fue más lejos aún: puso a Satán
sobre el Dios de la Biblia. Al antiguo saludo ‘Dios sea con vosotros’, sustituyó
éste: ‘Que aquél a quien se hace injusticia os guarde.’ Por eso Proudhom lo
invocaba diciéndole: ‘Ven, Satanás, el proscrito de los sacerdotes, el bendecido
de mi corazón’ (Bénoit, F. M. I, 460-462.)
‘El Rito Paládico Reformado tiene por práctica fundamental y por fin, la
adoración de Lucifer, dice Dom Bénoit, y está lleno de todas las impiedades y de
todas las infamias de la magia. Establecido primero en Estados Unidos, ha hecho
invasión en Europa y hace cada año progresos espantosos.’ Todo su ceremonial
está lleno, como es de suponer, las blasfemias contra Dios y contra Nuestro
Señor Jesucristo (F. M., I, Páginas 449 y siguientes.)
Adriano Lemmi, el supremo jefe de la Masonería italiana, ni disimulaba
su culto a Satanás. ‘En Italia, dice Margiotta, todos saben que Ariano Lemmi es
satanista.
‘En nombre de Satanás envía sus circulares, aunque acomodándose a vecs
a la opinión de los imperfectos iniciados; pero basta hojear la colección de su
diario reservado a los francmasones para conocer sus sentimientos de ocultismo
y de renegado entregado al diablo.
‘Sí, como satanista organizó el movimiento anticlerical y se gloriaba de
ello en 1883, haciendo insertar en su órgano oficial, la Rivista della Massonería
italiana, (Vol del año 1884, página 306,) esta cínica declaración:
‘Vexilla regis prodeunt inferni, ha dicho el Papa. Pues bien, ¡sí! ¡sí! Los
estandartes del Rey de los infiernos avanzan y si no hay un hombre que tenga
conciencia de su ser, que tenga amor a la libertad, no hay uno que no venga a
alistarse bajo esos estandartes, bajo esas banderas de la Francmasonería, que
simbolizan las fuerzas vivas de la humanidad, la inteligencia en oposición con
las fuerzas inertes de la humanidad embrutecida por la superstición.
‘¡Vexilla regis prodeunt inferni!… ¡Sí! ¡Sí! Los estandartes del Rey de los
Infiernos avanzan, porque la Francmasonería, que por principio, por institución,
por instinto, ha combatido siempre y combatirá siempre sin tregua y sin cuartel
todo lo que pueda impedir el desarrollo de la libertad, de la paz y de la felicidad
de la humanidad, tiene el deber de combatir hoy más enérgicamente y más
abiertamente que nunca todos los ardides de la reacción clerical’ (Margiotta, A.
L., 168-169.)
1. 83. Palabras interesantes.
Terminaré lo del culto de Satanás con una cita que me parece oportuna:
‘Hace algunos años, dice Copin-Albancelli, una circunstancia me permitió tocar
con el dedo la prueba de que hay ciertas sociedades masónicas, que son
satánicas, no en sentido de que el diablo venga a presidir las reuniones, como lo
pretendía ese mixtificador de Leo Taxil, sino en el de que los iniciados profesan
el culto de Lucifer.
Adoran a éste como si fuera el verdadero Dios y están
animados de un odio implacable contra el Dios de los cristianos, que declaran
ser un impostor. Tienen una fórmula que resume el estado de ánimo; ya no es ‘A
la Gloria del Gran Arquitecto del universo’, como en las dos masonerías
inferiores; es: G.•. E.•. A.•. A.•. L.•. H.•. H.•. H.•. A.•. D.•. M.•. M.•. M.•.; lo que
quiere decir (traducido: ¡Gloria y Amor a Lucifer! ¡Odio! ¡odio! ¡odio! Al Dios
maldito! ¡maldito! ¡maldito! ¡maldito!
‘Se confiesa en esas sociedades que todo lo que el Dios cristiano ordena
de desagradable a Lucifer; que, al contrario, todo lo que prohíbe, es agradable a
Lucifer; que, en consecuencia, es menester hacer todo lo que el Dios cristiano
prohíbe y que es preciso guardarse como del fuego que todo lo ordena. Repito
que de todo esto he tenido la prueba en mis manos. He leído y estudiado cientos
de documentos relativos a una de estas sociedades, documentos que no me es
permitido publicar y que emanan de miembros, hombres y mujeres, del grupo en
cuestión.
He podido comprobar que esta asociación es una verdadera escuela de
lujuria que sobrepasa todo lo que se pueda imaginar (parece que eso agrada a
Lucifer) que también se practica allí el asesinato, siempre porque es
desagradable al Dios cristiano y agradable a Lucifer…’ (Copin, P. O., 291-292.)
Después de leer todo esto, recuerde el lector que la Masonería sostiene en
sus estatutos y por boca de los que le hacen propaganda, que no se ocupa de
religión y que respeta la fe religiosa de sus miembros, y vea si encuentra palabra
con que calificar ese engaño, cuyas primeras víctimas son siempre sus propios
adeptos.