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¡Misterio!
Descorriendo el Velo
de la Masonería
  



» Introducción general

Primera parte:
Introdución

Naturaleza de la masonería

Secretos y Juramentos Masónicos

El fin de la masonería

Formación y funcionamiento de logias

La instrucción masónica

La Masonería y el Catolicismo

Parte Segunda:
La Religión Masónica

La Masonería y la política

10» La Masonería y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad

11» La Masonería y su ideal
de moralidad

12» La Masonería y su ideal
de beneficiencia

13» Doctrinas Filosófica
y Sociales

14» Congreso antimasónico internacional de Trento.
Resumen.

15» Origen de la Masonería
y su relación con otras sectas

16» Parentesco de la masonería con el Judaísmo

17» ¿La Masonería es instrumento del Judaísmo?

18» Medios de Acción de la Masonería

19» Tretas Masónicas:
Mentira e hipocresía

20» La Masonería de Adopción
y Los Lobetones

21» Condenación de la Masonería

22» Resumen de las Condenaciones de la Iglesia

23» Condenaciones de parte
de la autoridad civil

24» Epilogo


» ANEXO A
Imposibilidad de conciliar Fe cristiana y Masonería

» ANEXO B
Declaración sobre la masoneria


 

22.  Resumen de las Condenaciones de la Iglesia

Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net 

169. — Términos del Derecho Canónico vigente

La condenación de la Iglesia está actualmente en los siguientes términos del canon 2335 del Código de Derecho Canónico:

LOS QUE DAN SU NOMBRE A LA SECTA MASÓNICA O A OTRAS ASOCIACIONES DEL MISMO GENERO QUE CONSPIRAN CONTRA LA IGLESIA O LAS LEGITIMAS POTESTADES CIVILES, CONTRAEN POR EL MISMO HECHO EXCOMUNIÓN SIMPLEMENTE RESERVADA A LA SEDE APOSTÓLICA..

El canon siguiente condena con mayores penas a los clérigos que cometan ese
delito.

Aunque esto sólo sería bastante para que los católicos tuvieran horror a la Masonería, sin embargo, creo conveniente presentar a los lectores algunos de los juicios que los Papas han ido emitiendo sobre ella, sintiendo tener que hacerlo en forma tan breve.

170. — Constitución ‘ln Eminenti’, de Clemente XII

Clemente XII (1738,) hablando de la Masonería en su Constitución In Eminenti, dice: ‘Tal es la naturaleza del crimen que se traiciona a sí mismo, y que los propios esfuerzos que se hacen para ocultar lo hacen notar mejor.

Así las sociedades dichas han despertado tan fuertes sospechas en el espíritu de los fieles, que afiliarse a ella es, a los ojos de las personas sensatas y honradas, mancharse con el signo de una completa perversión. Y en efecto, si esos hombres no hiciesen el mal, ¿tendrían tan grande horror a la luz? Esta reprobación universal ha llegado a ser tan manifiesta, que en muchos países el mismo poder secular, ya desde algún tiempo, ha proscrito y prohibido dichas sociedades como contrarias a la seguridad de los reinos’.

171. — Constitución ‘Providas’, de Benedicto XIV


El Papa Benedicto XIV, en 1751, en su Constitución ‘Providas’, renueva la condenación: ‘Entre las causas muy graves que han inducido a nuestro predecesor Clemente XII, dice, a prohibir y a condenar las dichas sociedades, y que han sido expresadas en la Constitución más arriba mencionada, es la primera: que en estas clases de sociedades se reúnen hombres de toda religión y de toda secta, lo que puede evidentemente traer los más graves daños a la pureza de la religión católica La segunda es el secreto riguroso e impenetrable con que se oculta todo lo que se hace en estas asambleas, de modo que se les puede aplicar bien la palabra de Cecilio Natar referida por Minucio Félix: Las cosas buenas aman siempre la publicidad, los crímenes se cubren con el secreto.

La tercera es el juramento que hacen los miembros de estas sociedades de guardar inviolablemente ese secreto, como si pudiese serles permitido alegar una promesa o un juramento cualquiera para rehusar declarar, cuando sean interrogados por la autoridad legítima, lo que se hace en esos conventículos contra el orden establecido, sea religioso o político.

La cuarta es que estas sociedades no son menos contrarias a las leyes civiles que a las leyes canónicas ... La quinta es que ya en muchos países han sido proscritas por las leyes de los príncipes seculares. La última, en fin, es que estas sociedades están en mala reputación ante las personas prudentes y probas, y que afiliarse en ellas es, a sus ojos, mancharse con la tacha de perversidad’.

Movido por esas mismas razones, el Papa recomienda a los Obispos y superiores eclesiásticos, como a los príncipes seculares, cumplir el deber que tienen de procurar extinguir dichas sociedades.

172. — Letras Apostólicas ‘Ecclesiam a Jesu Christo’, de Pío VII

Pío VII condenó a la Masonería en general y la secta de los Carbonarios de un modo especial, en sus letras Apostólicas Ecclesiam a Jesu Christo, de 13 de septiembre de 1821. Señala el carácter hipócrita de los Carbonarios, que hacen afectación de respeto por Jesucristo, su religión y su Iglesia, y tratan de propagar el racionalismo o la indiferencia religiosa, parodiando la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y haciendo irrisión de los demás misterios cristianos, y favorecen toda licencia y empresa sediciosa, permitiendo matar al que haga cualquiera revelación. Por lo cual, dice el Papa que no hay que extrañar que se hayan cometido ya tan grandes atentados en Italia.

173. — Constitución ‘Quo Graviora’ de León XlI


León XII, condena aún con mayor solemnidad que sus predecesores la Masonería, en su Constitución Quo graviora, de 13 de marzo de 1825, señalando especialmente la secta de los universitarios.

Atribuye a las sectas la Revolución francesa, con todas las perturbaciones y sediciones que se renovaban sin cesar y las calamidades que sufría la Iglesia, ‘No hay que creer, dice, que si atribuimos a las sociedades secretas todos estos males y otros aún que pasamos en silencio, es falsamente y por calumnia. Las obras que los miembros de estas sectas se han atrevido a escribir sobre la religión y sobre la sociedad civil y en las cuales tratan con desprecio a la autoridad ‘blasfeman de la majestad’, presentan a Jesucristo como un escándalo o locura y aun niegan la existencia de Dios y sostienen que el alma muere con el cuerpo; los códigos y los estatutos en los cuales se explican sus prácticas y sus proyectos, prueban evidentemente lo que hemos dicho, a saber, que estas sectas son las fuentes de donde parten tantos esfuerzos para trastornar los poderes legítimos y destruir enteramente la iglesia.

En fin, es cierto e incontestable que todas estas diferentes sociedades, aún llevando distintos nombres, están aliadas entre sí por el lazo criminal de sus proyectos infames’.

174. — Encíclica ‘Traditi’, de Pío VIII


Pío VIII escribe a los Patriarcas, Primados y Obispos de todo el mundo señalándoles el deber de fijarse en ‘esas asociaciones secretas de hombres facciosos, enemigos declarados de Dios y de los príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en trastornar los Estados, en perturbar todo el universo, y que, rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes.

Empeñándose en ocultar bajo la religión de un juramento tenebroso la iniquidad de sus reuniones y los designios que forman en ellas, han hecho sospechar desde el principio esos espantosos atentados que hemos visto salir en estos tiempos desgraciados del fondo del abismo y que han estallado con gran daño de la religión y de los imperios’.

175. Encíclica ‘Mirari vos’, de Gregorio XVI


Gregorio XV1, en la primera Encíclica que dirige al mundo entero, señala la Masonería como ‘la principal causa de todas las calamidades de la tierra y de los reinos’ y como el ‘sumidero impuro de todas las sectas anteriores’ (Enc. Mirari vos.)

176. — Encíclica ‘Qui pluribus’ y otras Alocuciones, etc., de Pío IX


Pío IX, el calumniado de masón por la Masonería, durante su pontificado, condenó y proscribió lo secta más de veinte veces. ‘Entre las numerosas maquinaciones y los diversos medios de que los enemigos del hombre cristiana se han valido para atacar a la Iglesia y con los cuales han tratado, aunque en vano, de destruirla, es menester contar, sin duda alguna, Venerables Hermanos, esa secta perversa, llamada masónica vulgarmente, que oculta al principio en antros tenebrosos, ha acabado por salir a la luz, para ruina de la religión y de la sociedad civil’

‘Ciertamente, ni nuestros padres ni nosotros jamás habríamos tenido que deplorar tantos movimientos sediciosos y revolucionarios, tantas guerras incendiarias que pusieron fuego a la Europa entera ni tantos males que han afligido y afligen aún a la Iglesia’, dice el Papa, si los príncipes hubieran hecho caso de las exhortaciones de los Papas anteriores, que les inculcaban el deber de reprimir ir la secta peligrosa.

¿Qué significan, agrega, esos conventículos tan secretos y ese juramento tan riguroso que exige de los iniciados de no descubrir nada de todo lo que concierne a esas sociedades? ¿Por qué esas penas espantosas a las cuales se comprometen los miembros en el caso de que vinieran a faltyar a sus promesas?

Ciertamente, no puede dejar de ser impía y criminal una sociedad que huye de este modo de la luz del día; porque ‘el que hace el mal, según la palabra de los libros santos, aborrece la luz’ (Aloc. 25 Sept. 1865.) Confirma en seguida el Papa las condenaciones hechas por sus predecesores.

En 29 de abril de 1876 declara Pío X que esas condenaciones y prohibiciones de la Masonería se extienden a las logias del Brasil y a las de cualquier lugar de la tierra, para destruir el engaño de los masones del Brasil que pretendían que esas condenaciones eran sólo para las logias de Europa, y no par las de América, que se ocupaban, según ellos, sólo del progreso de la civilización y de la beneficencia.

177, — Encíclica ‘Humanum Genus’, de León XIII


Finalmente, el 20 de abril de 1884 salió a la luz la Encíclica HUMANUM GENUS, el documento más interesante y completo que la Iglesia haya publicado contra la Masonería, de manos del inmortal León XIII.

Es un documento que debiera vulgarizarse en todas partes, pues nada ha perdido de su importancia y autoridad; antes al contrario, cada día resplandece con más brillo la sabiduría del que lo dictó.

1. - INTRODUCCIÓN A LA ENCÍCLICA. - Comienza el Papa recordando que, después del pecado, el género humano quedó dividido en dos ciudades, la de Dios y la de Satanás; la una que trabaja por restablecer el reinado de Dios, mediante la obediencia a sus leyes y el reconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia, y la otra que trabaja por el reinado de Satanás, con la desobediencia y la guerra a Dios, a jesucristo y a su Iglesia.

2. - REINADO DE SATANÁS. - En esta guerra, dice el Papa, la Masonería es un auxiliar poderoso del reinado de Satanás.

Entra después a probarlo, manifestando que está bien al cabo de la naturaleza e intento de la Masonería ‘POR INDICIOS MANIFIESTOS, POR PROCESOS INSTRUIDOS, POR LA PUBLICACIÓN DE SUS LEYES, RITOS Y ANALES, ALLEGÁNDOSE A ESTO MUCHAS VECES LAS DECLARACIONES MISMAS DE LOS CÓMPLICES’. Los Papas no han hablado, pues, a ciegas, de la Masonería ni la han calumniado.

3. – DISIMULO DE LOS PLANES. - Expone el modo de disimular sus planes: ‘Buscan hábilmente subterfugios, tomando la máscara de literatos y sabios que se reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la vida civil’.

4. – MONSTRUOSIDAD QUE CONDENA LA RAZÓN. - Hablando de los juramentos y castigos a que se obligan y de la muerte que han sufrido algunos como castigo de la Masonería, dice el Papa:

‘Esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como esclavos con fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otros, de armar los asesinos procurándose la impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente, demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y probidad naturales’.

5. - SUS FRUTOS DAÑOSOS. – En seguida manifiesta el Papa que los frutos de la Masonería son dañosos y acerbísimos: Para sustituir el naturalismo al cristianismo en la civilización, se ha perseguido con odio implacable a la lglesia, al clero, a la enseñanza cristiana y sobre todo al Papado. ‘Aunque faltaran otros testimonios, dice el Papa, consta suficientemente lo dicho por el del los sectarios mismos, muchos de los cuales, tanto en diversas ocasiones como últimamente, han declarado ser propio de los masones el intento de dejar cuanto puedan los católicos, con enemistad implacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones religiosas establecidas por los Papas’.

Con el solo hecho de admitir hombres de toda religión, dice el Papa, se establece el indiferentismo práctico: ‘De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta para defender que Dios existe o que Dios no existe’. Con lo cual se ve que niegan hasta las verdades más fundamentales conocidas por la razón natural, como la existencia de Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma.

Como consecuencia de esto viene el empeño por la educación laica, libre, independiente y por propagar los incentivos a la corrupción de costumbres.

‘Esto, dice León XIII, puede confirmar una cosa más increíble de decirse que de hacerse; porque apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos, como los que tienen el ánimo enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo una secta masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión y maña que la multitud se sacie en la innumerable licencia de vicios, en la seguridad de que así la tendrán sujeta a su arbitrio y atreverse a todo’.

Hace ver el Papa la doctrina naturalista sobre la familia, el matrimonio civil, sin Dios; la licencia y la soberanía absoluta del pueblo; el ateísmo del Estado, cosa que se deriva del naturalismo, y que es común a los masones con los comunistas y socialistas ‘a cuyos designios, dice el Papa, no podrá decirse ajena la secta de los masones, como que favorece en gran manera sus intentos y conviene con ellos en los principales dogmas’.

¡Ojalá, dice León XIII, todos juzgasen del árbol por sus frutos!

6.- REMEDIOS CONTRA LOS MALES. - Indicando los remedios contra los males ya causados y los peligros de mayores males por parte de la Masonería, el Papa señala los siguientes:

1. Renueva las proposiciones y prohibiciones de sus antecesores.

2. Recomienda a los Obispos que procuren quitar la máscara a la Masonería, de modo que los masones sean conocidos como son, y que ‘nadie por ningún titulo dé su nombre a la secta masónica... Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida. Puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los masones abiertamente contrario a la Religión y a las buenas costumbres; pero como toda la razón de ser y la causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno’.

3. La instrucción religiosa de todos, el fomento de la Ven. Orden Tercera de San Francisco y de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

4. El desvelo por la educación cristiana de la juventud, y porque desde temprano se inspire a los niños y jóvenes el horror que merecen las sociedades prohibidas por la Iglesia.

Finalmente, exhorta a la unión de los buenos en la oración y en la acción, para conseguir el auxilio divino, sin el cual serán infructuosos los demás medios.

178. — Disposiciones Eclesiásticas acerca de la conducta que debe observarse con los masones


Terminaré este capítulo haciendo mías las palabras del Ilmo. señor Obispo de Guayana, en Venezuela, en su Pastoral de 26 de agosto de 1907, en la cual resume las reglas de conducta que la Iglesia ha prescrito observar para con los masones: ‘habría podido caber hasta ahora la buena fe en muchos de los que se asociaban a la secta masónica; no es nuestro objeto negar esto, y antes bien, estamos inclinados a Creer que sí; pero esa buena fe, o mejor dicho, esa ignorancia, no tiene lugar desde hoy, toda vez que la misma Masonería se ha descubierto por si y ante sí y ha declarado la guerra manifiesta contra la Religión y la Iglesia Católica.

Hoy pues, no hay sino dos caminos: o pertenecer a la Masonería y quedar, como es lógico, separado del seno de la Iglesia, nuestra amorosa madre, o apartarse de la Masonería y correr a las filas de los verdaderos católicos, que son los hijos sumisos de la Iglesia, cuyas determinaciones y disposiciones deben ser obedecidas por todo cristiano que desee salvarse.

‘Para mayor claridad y para que nada haya que desear, venimos a exponer las disposiciones que la Iglesia, desde tiempo atrás, ha tomado contra la Masonería y los que a ella pertenecen, después de haber lanzado contra ella y sus adeptos la excomunión mayor (latae sententiae) reservada al Papa.

‘Según dichas disposiciones:

1º Ningún masón podrá ser absuelto en el santo tribunal de la Penitencia abjura de la Masonería y se separa de ella, cumpliendo por lo demás, lo dispuesto por la Congregación del Santo Oficio el 5 de agosto de 1898.

2º Ningún masón podrá ser admitido como padrino de bautismo ni confirmación.

3º Los matrimonios de los masones no se podrán celebrar en la iglesia, y el cura párroco sólo podrá presenciar tales matrimonios en la casa de los contrayentes, en su traje ordinario, sin ninguna vestidura eclesiástica, limitándose únicamente a oír su mutuo consentimiento ; y el masón deberá prometer bajo juramento que no impedirá que sus hijos sean educados en la Religión Católica.

4º El masón que muera en su secta masónica, no habiendo querido apartarse de ella, no podrá tener entierro eclesiástico.

5º Se prohibe hacer entierros a que asistan masones con alguna insignia masónica, sea ésta cual fuere.

6º Ningún masón podrá ser miembro de ninguna cofradía religiosa.

 

   


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