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La Religión Verdadera
y el Ecumenismo
  



No me impongas tu verdad

¿Son lo mismo todas las religiones?

¿Para qué me sirve ser cristiano?

Occidente ha Deformado las Místicas Orientales

¿Son iguales todas las religiones?

¿Se podría saber de dónde salen tantas sectas?

La verdadera Sayyida

La decadencia de un imperio

El caso de los "sacerdotes disidentes"

10» El estallido religioso

11» El magisterio oral
de la Iglesia

12» La Biblia y la Tradición

13» Apologética y ecumenismo en el contexto actual

14» La división religiosa

15» Dos caras de la misma medalla

 

 

8. La decadencia de un imperio

Autor: Oscar Gerometta 

Necesitamos tomar conciencia del riesgo del estallido religioso de nuestra cultura .

Publicado en Revista del C.E.M. - Nº 71996

Días atrás, atendiendo a alguno de los programas periodísticos que ahora inundan nuestra pantalla a partir de las 21 horas los días de semana, me encontré con una frase que creo puede ser axiomática para definir este fin de milenio: "yo, por razones obvias de edad no pude asistir a la decadencia del Imperio Romano, pero tengo la suerte de presenciar esta, que es más o menos lo mismo…"

Claro que, como podrá comprobar con sólo acudir a su memoria, la decadencia del Imperio Romano no fue un fenómeno de fin de milenio, sino el fruto de la corrupción de un proyecto cultural que habiendo podido florecer trascendiéndose a sí mismo, se cerró en la contemplación de sí; un proyecto que en el momento que requirió de la trascendencia para dar un sentido nuevo a su desarrollo histórico, la negó para ahogarse en la contemplación de sí mismo, del placer y del bienestar.

Digo esto, porque uno de los síntomas que algunos consideran como síntoma de una crisis de fin de milenio es la aparición de múltiples, variados e inagotablemente imaginativos movimientos religiosos; y en realidad creo que estos son síntomas de algo más profundo: de un proceso de degradación y disolución cultural que está comenzando a entrar en crisis terminal.

Es cierto que las ‘sectas’, o movimientos anárquicos que tienden a atomizar la experiencia religiosa de un pueblo, han existido y existirán siempre; también es cierto que algunos proyectos culturales como el hindú y el budista conviven con la presencia de cientos de grupos sectarios; pero lo que es distintivo de nuestra coyuntura cultural es la imposibilidad creciente que se experimenta para identificar nuestro proyecto cultural (que ya no sabemos si es occidental y cristiano, occidental a secas, o qué cosa) con una opción trascendente.

Nadie ha de negar las alternativas de variabilidad que experimentó la antigua religiosidad egipcia, pero también es cierto que es posible definir un esquema religioso propio de la cultura egipcia; ya hablamos de la multiplicidad de sectas en el hinduismo, pero igualmente podemos definir con claridad cuál es el eje trascendente que da consistencia a la cultura hindú; en contraposición, ¿cuál es el eje trascendente estructurante de nuestra cultura occidental (o cómo se llame) hoy?

Por supuesto que lo ha tenido, pero la pregunta de oro es, ¿lo tiene todavía? Pero… ¿lo tiene como una mera respuesta teórica, o como una realidad plenamente vivida en la entraña del pueblo que es sujeto de esa cultura y en sus elites dirigentes? 

Si no logramos reflexionar sobre estos puntos, difícilmente podamos darnos cuenta de dónde radica la verdadera gravedad de la presencia del Rev. Moon en nuestro país; porque evidentemente se trata aún de un grupo pequeño en la realidad religiosa Argentina, con ideas alocadas… pero, ¿usted se dio cuenta que la información sobre su presencia se publicó en la sección ‘política’ de los principales periódicos?, ¿cómo?, ¿no era un líder religioso?

Si prestó atención al desarrollo de los acontecimientos, quizás se haya dado cuenta que no se terminaba de aclarar en dónde radicaba la dificultad de su visita: para los sectores de izquierda, les preocupaba que se tratara de un grupo que considera la lucha contra el marxismo como un deber religioso, a los sectores nacionalistas les alarma que se trate de un proyecto de desembarco cultural coreano espantoso… 

Pero el planteo religioso se dejó casi exclusivamente a la Iglesia Católica, como si realmente el pueblo de la Nación Argentina, cristiano y católico por herencia y por elección de origen, no tuviera verdadero derecho a preocuparse por la agresión de un señor que se dice ser el Mesías, más caritativo que el mismo Jesucristo, y que niega la divinidad del mismo Jesús de Nazareth cuya fe iluminaba y orientaba a los patriotas de Mayo, a los congresales de Tucumán, a los constituyentes del ’53… ¿a los constituyentes de la última reforma?

Moon es un ejemplo de lo que significa nuestra crisis cultural: sincrético, teocrático, totalitario, sostiene descaradamente la unificación de todos los poderes en su persona, se proclama abiertamente el conductor de la humanidad, y deslumbra a los que se consideran como ‘los poderosos de la tierra’. 

A continuación les presento una síntesis de la vida, doctrina y alcances de la acción de Sun Myung Moon en la actualidad, pero no lo miremos como un raro fósil perteneciente a realidades ajenas a la nuestra, sino tomemos conciencia de que esa es la propuesta que está nucleando a políticos de todo Occidente, a periodistas, académicos, profesores…

¿Qué más necesitamos para tomar conciencia del riesgo de estallido de nuestra cultura?

   


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