Novena de Santa María de Guadalupe
5» Día Quinto
Autor: P. Manuel Canal Montañés
INTRODUCCIÓN
Virgen Santa María de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, tú, que en el diálogo con el mensajero de Dios respondiste, ante el asombro sagrado, fiat («hágase»), con todo tu cuerpo virginal y toda tu alma llena de gracia, aceptando el misterio de ser Virgen-Madre y sembrando de luz y de esperanza las ansias de los hombres, desde Eva, la primera receptora de la vida primera, y Adán, su compañero, hasta la concepción de una nueva vida en Jesús; que tú, María, en diálogo y comunicación amorosa y libre con Dios hiciste posible, enséñanos a vivir en ese diálogo de amor con Dios y a mantener encendida esa esperanza para hermosear y aromar la vida con ella, como tú lo hiciste con tu Hijo, en la ausencia de tu Hijo, y lo sigues haciendo desde el Cielo, Madre, Reina y Maestra de la esperanza.
LECTURA
Lc 2, 34-35
«Y Simeón dijo a María su Madre: "Mira, este tu Hijo está puesto para que todos en Israel
caigan o se levanten. Será una bandera discutida y, a ti, una espada te traspasará el
corazón"».
Texto guadalupano
«Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad,
que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía».
REFLEXIÓN
Virgen Santa María de Guadalupe, Madre de Dios y madre nuestra. ¡Qué lejos se nos hacia tu hogar de Nazaret! Qué lejos la casa del Padre, el Cielo, donde tú reinas con tu Hijo, el Padre y el Espíritu Santo. Tus plantas de Virgen y Madre habían recorrido muchos caminos allá en Israel. La historia de los siglos los hacían lejanos, invisibles. Y tu voz de Madre, ¿cómo era? Te buscábamos como niños al anochecer que aprietan la mano de la madre para no perderse, para ahuyentar el miedo, para sentir el calor y la ternura, para saberse amparados, protegidos, amados, y no lográbamos alcanzarte.
Y estábamos solos, Santa María de Guadalupe. Solos. Nos unían la derrota, el sufrimiento y la tristeza, hasta que tú nos regalaste la mejor rosa de la Creación, tu visita, y pusiste en pie nuestras vidas, nos llamaste hijos y quisiste una casa en Tepeyac. La elegiste tú, así se lo pediste a Juan Diego. Era tu mandato. Así la quisiste y así lo hicimos. Y se nos quitó el miedo, porque sabíamos que cumplirías tu promesa, como lo has hecho. Y tú, con tu divino Hijo, os quedasteis para siempre con nosotros.
Todo ocurrió aquella mañana de diciembre de 1531, y ya para siempre tienes un altar en cada corazón mexicano; ahora ya vamos juntos, Madre de Guadalupe, por la historia y por la vida. No te alejes. Tú nos engendraste en la fe y en la esperanza de alcanzarte un día, en el hogar definitivo de Dios, donde vives con tu Hijo, el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
PRECES
Oremos a nuestra Madre Santa María de Guadalupe, para que ella, que nos trajo la fe y la esperanza, nos ayude y nos acompañe en el camino hacia la casa del Padre, y así nunca nos falten la ternura, el ánimo, la fuerza y la esperanza en la lucha de cada día, mientras la aclamamos diciendo:
-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Por todos los hogares y familias de nuestra nación mexicana y del mundo entero, para que reencuentren el sentido de vivir en la solidaridad y fraternidad y juntos construyamos una sociedad más justa y fraternal, oremos.
-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Por los esposos, para que reencuentren en la vida sacramental de su Matrimonio la brisa de la fe en Dios que reanime sus vidas y para que en sus frentes de ídolos denotados, amanezca una nueva esperanza que les devuelva la ilusión, el gozo y la paz del amor, oremos.
-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Por los jóvenes que, enredados en sueños y fantasías, buscan satisfacciones fáciles, charquillos o espejismos que sólo aumentan su sed, les matan su libertad, los hacen esclavos de sus instintos y olvidarse de Dios, de quien son imagen, para que Santa María de Guadalupe, Virgen y Madre, les ayude a encontrar en Cristo, su Hijo, la ternura, la fortaleza y el amor cristiano que dé sentido y norte a sus vidas, y así encuentren la paz en sus tormentas de juventud, oremos.
-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra.
-Se rezan tres Avemarías.
-En silencio pídanse las gracias que deseemos alcanzar en esta novena.
- Se reza la oración final para todos los días.