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San José - El mas santo de los antos

  


NOVENA DE SANTA MARIA DE GUADALUPE
En Honor de nuestra Madre
  

Dedicatoria

»  Propósito de la Novena

»  Oración Inicial para todos los días

»  Oración Final para todos los días


1»  Día Primero

2»  Día Segundo

3»  Día Tercero

4»  Día Cuarto

5»  Día Quinto

6»  Día Sexto

7»  Día Séptimo

8»  Día Octavo

9»  Día Noveno


»  Consagración de los Hogares a la Virgen Santa María de Guadalupe

»  Oración por las Vocaciones

»  Oración a San Juan Diego

 

 

Novena de Santa María de Guadalupe
9» Día Noveno

Autor: P. Manuel Canal Montañés

INTRODUCCIÓN

Virgen Santa María de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, hoy, al coronar este novenario de amor y de rosas, venimos a agradecerte tu amor y tu presencia. Te sentimos aquí, a nuestro lado, por estas Avemarías que hemos ido desgranando, dándonos alegría y valor.

Permítenos en este último día de tu novena, pedirte la gracia de la perseverancia y que no nos abandones nunca. Y si un día nuestros pasos se alejaran de ti, extiende tus manos, las que acariciaron a Dios en la Tierra, y vuélvenos al camino de tu Hijo, firmes en la fe, alegres en la esperanza, y así aprendamos a ser hijos tuyos y nunca renunciemos al amor.

LECTURA


Lc 11, 27-28


«Mientras Jesús hablaba, una mujer de entre la gente dijo exclamando: "Dichoso el vientre
que te llevó y los pechos que te criaron". Y Él repuso: "Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen"».

Texto guadalupano

«Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al
Obispo; le dirás en mi nombre que vea en ellas mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo: dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo para que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que pueda inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido».

REFLEXIÓN

Se lee en el Códice Matritense esta leyenda: «Cuando aún era de noche. Cuando aún no había día. Cuando aún no había luz. Se reunieron. Se convocaron los dioses allá en Teotihuacán». Era la hora de romper el alba. Era la hora de Dios. La hora también de su Madre y su amor; la hora sin fronteras. La hora de la nueva evangelización en las nuevas tierras de México y de las Américas.

Una embajada de rosas para un «incrédulo» obispo. Un embajador de excepción, el indio Juan Diego, con un mandato y una misión única: «Santa María de Guadalupe quiere un templo». Ella quiere su casa en la nueva tierra, México, para su Hijo y para ella. Aquí, en el cerro del Tepeyac, donde un frío amanecer de diciembre de 1531, el indio Juan Diego, con el corazón encendido, recibió el encargo de ser jardinero del Amor.

Y así, con las rosas recogidas y acariciadas en su tilma, se realizará el único portento de arte, conocido en la historia hasta nuestros días: unas rosas, convertidas en pinceles, primorosamente elaboran en colores inimitables la imagen de una Virgen india, morena y hermosa, tal y como se venera y se guarda hoy, después de más de cuatro siglos y medio en su templo de Tepeyac. La imagen sigue hoy, inexplicablemente, lozana y bella, recordándonos a todos los creyentes el milagro de las rosas.

Para México, la paz se llama Santa María de Guadalupe. Para todos nosotros, esa paz es un reto, una misión y una invitación a ser jardineros del Amor, en nuestros hogares, haciendo que en ellos reinen la fe, la esperanza y el amor cristiano.

Para ti, padre de familia, que seas el primer apóstol de tu hogar, el primer embajador que siembre ideales y valores cristianos, con la palabra, el ejemplo y la vida, en los hijos que Dios te dio. Para ti, madre, la exigencia de seguir sembrando el milagro de la ternura y el sacrificio; de la fortaleza y la oración; del servicio y la bondad, siendo maestra que enseñe a sus hijos a llamar a la Virgen de Guadalupe, Madre. Para vosotros, hijos de familia, que esta Virgen y Madre, Santa María de Guadalupe, sea vuestra inspiración, donde encontréis sentido a vuestras vidas, cauce y respeto por la propia vida y las vidas de todos los demás.

Para todos nosotros, que sepamos hallar en Santa María de Guadalupe la entereza de vivir siempre agradecidos al don de la fe; que la defendamos, alimentemos, compartamos y sembremos, y la guardemos viva en nuestro corazón, y así seamos fieles a Jesús, como tú lo fuiste desde la Anunciación hasta la Cruz, y lo sigues siendo ahora bajo tu corona de Reina y Madre. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

PRECES

Oremos a Santa María de Guadalupe, que nos ha concedido la gracia de caminar por estas Avemarías de su novena;  novenario de amor y de rosas; de ternuras maternales y reciedumbres de fe; de júbilo, de esperanzas y asombro ante milagros. Tú, Señora, que guardaste la Palabra de Dios como nadie lo había hecho, en tu corazón, y la hiciste Carne en tus entrañas; que ofreciste tus brazos donde lloró Dios por vez primera, y más tarde te nombró Madre nuestra, enséñanos el amor verdadero; enséñanos a ser madre, padre, mujer, esposo, esposa, hijo en la familia, y permítenos aclamarte en este último día de tu novena, diciendo:

-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

Por los pueblos afligidos a causa de las guerras y de las adversidades; de las injusticias y de las explotaciones; por todos los que viven el misterio del dolor para que en Santa María Virgen y Madre, encuentren el alivio y el consuelo de su amor materno, oremos.

-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

Por los jóvenes y los adolescentes todos que caminan con su luz o su borrasca, para que encuentren el camino y la senda de la fe y en ella sepan hallar y guardar íntegro el sentido cristiano de la vida, y resuelvan en el amor cristiano los problemas generacionales que pueden surgir en su convivencia, oremos.

-Santa María de Guadalupe, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

Por nosotros todos, congregados en torno a la Virgen María, Madre y Señora nuestra en este día de su fiesta, a quien hemos presentado nuestras súplicas y peticiones, y hemos cantado nuestra pobre canción de amor y gratitud, para que tú, Madre, nos mantengas firmes en la fe, jubilosos en la esperanza y, con la fuerza del Espíritu Santo, ayudemos a construir la nueva civilización del amor, oremos.

-Santa María de Guadalupe. Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.

-Se rezan tres Avemarías.

-En silencio pídanse las gracias que deseemos alcanzar en esta novena.

- Se reza la oración final para todos los días.

 

   


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