18» Soy griega, hija del rey…
Un día, mientras la hermanita estaba orando en su celda, sintió, como la primera vez, la necesidad de cerrar los ojos.
En seguida escuchó la misma suave voz de Filomena, quien, respondiendo a su deseo, le contó su historia:
“Yo soy hija del rey de un pequeño Estado de Grecia. Mi madre también era de sangre real.
No pudiendo tener hijos, mis padres continuamente ofrecían sacrificios y oraciones a los falsos dioses para obtener un niño“.
“Nosotros teníamos en nuestra familia a un doctor llamado Publius, que era cristiano.
El se compadeció de la ceguera de mis padres, y especialmente tuvo compasión de mi madre por su infertilidad.
Inspirado por el Espíritu Santo habló a mis padres de nuestra Fe, y les hizo esta promesa:
“Si ustedes quieren un niño, bautícense y abracen la religión de Jesucristo”.
La Gracia acompañó sus palabras, sus mentes fueron iluminadas y sus corazones ablandados. Aceptaron y siguieron el consejo de Publius.
Fueron instruidos durante un tiempo y bautizados junto con varios de sus cortesanos”.