Monday December 23,2024
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ANGELES EN ACCIÓN

»  Introducción


1»  Ángeles falsificados

2»  Ángeles caídos

3»  Ángeles de Dios

4»  Los coros de los ángeles


5» Historias Bíblicas:

5.1»  El ángel del desierto

5.2»  El ángel de nuestros sueños

5.3»  El ángel de la bendición

5.4»  El ángel de la oración

5.5»  El ángel de la curación

5.6»  El ángel del fuego

5.7»  El ángel proveedor

5.8»  El ángel protector

5.9»  El ángel poderoso

5.10»  El ángel del nacimiento

5.11»  El ángel de la alegría

5.12»  Los ángeles servidores

5.13»  El ángel del consuelo

5.14»  El ángel liberador

5.15»  El ángel que nos lleva al cielo

5.16»  El ángel de la predicación


6»  Misión de los ángeles

7»  Flores para los ángeles

8»  Ángeles puros

9»  Ángeles de paz

10»  Ángeles poderosos

11» Millones de ángeles

12»  Los ángeles y la misa

13»  Comulgar con los ángeles

14»  Cantar con los Ángeles


15» Los santos y los ángeles:

15.1»  San Basilio, Cirilo, Roberto

15.2»  San Francisco

15.3»  San Felipe, Santa Angela, Francisca y San Francisco Regis

15.4»  Santa Rosa de Lima

15.5»  Verable Sor María de Jesús de Ágreda

15.6»  Santa Margarita María de Alacoque

15.7»  El Beato Bernardo Hoyos y San Antonio María de Claret

15.8»  Beata Ana Catalina Emmerick

15.9»  Beata Mariam

15.10»  San Juan Bosco

15.11»  Santa Teresita del Niño Jesús

15.12»  María Lataste

15.13»  Beata Aniela Salawa

15.14»  Sierva de Dios Maria de la Pasión Tarallo

15.15»  Venerable Sor Ángeles Sorazu

15.16»  Beata Anna Schäffer

15.17»  Padre Jean Edouard Lamy

15.18»  Gabriela Bossis

15.19»  San Pio de Pietrelcina

15.20»  Venerable Sor Mónica de Jesús

15.21»  Beato Juan XXIII

15.22»  San José María Escribá de Balaguer


16» Historias de Ángeles:

16.1»  El ángel estudiante

16.2»  El ángel mecánico

16.3»  El ángel bombero

16.4»  El ángel mendigo

16.5»  El ángel misionero

16.6»  El ángel suplente

16.7»  El ángel chofer

16.8»  El ángel músico

16.9»  El ángel médico

16.10»  El ángel que ora

16.11»  El ángel libertador

16.12»  El ángel guardaespaldas

16.13»  Los ángeles acólitos

16.14»  Ángeles en acción


17»  Más experiencias de ángeles:

17.1»  La Madre Angelica

17.2»  Nuestro Amigo inseparable

17.3»  Ramo de rosas con su Angel

17.4»  Padre Giovanni Salerno

17.5»  Desde pequeña he vivido con mi Angel

17.6»  He experimantado un Milagro

17.7»  Un caso de un Sacerdote italiano

17.8»  Padre Joaquín Hernando Calvo

17.9»  Papa Juan Pablo II


18»  Mi vida con los ángeles

19»  Pacto de amor

20»  Oración a mi ángel

21»  Oración antes de la misa


22»  Oraciones al Ángel:

22.1»  Ángel de mi Guarda

22.2»  Al Ángel de mi Guarda


23»  Conclusión

24»  Bibliografía


»  Video: Hay ángeles volando en este lugar

 

15.15» Los santos y los Ángeles
Venerable Sor Angeles Sorazu

Autor: P. Angel Peña O.A.R  

LA VENERABLE SOR ÁNGELES SORAZU (1873-1921) dice:

Desde mi infancia profesé devoción cordialísima a mi ángel custodio, a quien invocaba muchas veces todos los días y con mucha devoción…

Concebí la idea de emparentarme con los ángeles, llamándome en la religión Sor María de los ángeles, como lo hice el día que me impusieron el santo hábito.

Los amaba mucho y me entusiasmaba recordarlos… Los veía extáticos de amor y admiración, contemplando, ora las perfecciones de la Señora (Virgen María), ora su correspondencia a la gracia y sus relaciones divinas con Dios y su Unigénito humanado.

Luego, acercándose más a mi alma, mostrábanse como modelos para que me inspirase en ellos en mis relaciones con Dios y con la Virgen, abrasados en divinos incendios, revelando en su actitud la profunda veneración y estimación infinita que sienten por Dios y su “divina” Madre.

Después, como compañeros de mi destierro y coadjutores en la alta empresa de amar y glorificar a mis soberanos amores, Jesús y María, en los misterios de su vida mortal y en la sagrada Eucaristía.

Dondequiera que contemplase a Jesús y María los veía siempre rodeados de una multitud prodigiosa de ángeles…

Varias veces, vi o experimenté la presencia de mi ángel custodio y de otros ángeles en mi celda, quienes se imponían a mi alma como participación de la santidad y poder de Dios, con tanta grandeza y majestad, que parecían “dioses”, pero, al mismo tiempo, humildes y afabilísimos…

Era tanto el respeto y veneración que sentía por ellos que en su presencia quería permanecer postrada en tierra en actitud de “adoración” y su presencia producía en mi alma efectos maravillosos, pues sentir la presencia de un ángel y caer de rodillas, como abrasada de amor divino, era todo uno y sentía tales ansias de ser santa, muy santa y de glorificar a Dios, que no parece sino que por su medio se revelaba el mismo Dios a mi pobre alma.

Anhelaba yo ser como ellos santa, angélica, “divina”, como divino es el objeto en cuya contemplación los veía como absortos y extáticos de amor.

¿Qué será Dios?, me preguntaba muchas veces, cuando se revelaba a mi alma algún ángel, en vista de los efectos que su presencia me producía; y me persuadía que, si dichos ángeles se dejasen ver de los infieles y pecadores que viven en el mundo, todos se sentirían abrasados en amor de Dios y la tierra se transformaría en cielo34.

En mis relaciones con Jesús y María, tenía siempre presente a los santos ángeles y, en unión suya, practicaba todos los actos de virtud y religión…

Cuando salía del coro, dejaba mi corazón en el sagrario a los pies de Jesús, a quien suplicaba retuviese mi espíritu a su lado.

Así lo hacía el Señor; pues, dondequiera que estaba, sentía la influencia de mi Dios sacramentado y me comunicaba con Él a través de las paredes que nos separaban.

Había una corriente invisible y misteriosa del sagrario a mi alma en cuya virtud me comunicaba con Jesús y María y con los santos ángeles que dejaba en el templo.

Cada diez o quince minutos enviaba recados con mi ángel custodio, a quien suplicaba que fuese al sagrario a visitar en su nombre y el mío a mis soberanos amores (Jesús y María), y me trajesen nuevas de ellos y de nuestros hermanos los ángeles.

Que les dijese de mi parte que suspiraba por ir a su lado y que, entre tanto, todos me diesen la bendición etc…

Amaba mucho a todos los ángeles; pero con predilección a los que sirven a Jesús y lo acompañan en la sagrada Eucaristía, a quien parecía me unían lazos íntimos.

Cuando estaba en el coro, me figuraba ver a mi ángel custodio confundido en los del sagrario.

Al salir del coro, me despedía de todos menos de ángel tutelar, que me figuraba que venía conmigo para acompañarme y ayudarme a cumplir mis deberes.

Lo sentía a mi lado y dentro de mí, muy contento y afable, y hacía tanto aprecio de su misterio que me maravillaba.

Entendía que me decía que Jesús le había encomendado y recomendado mi alma con especial y sumo interés y, por esto y porque veía al diablo interesado en mi perdición, desplegaba su solicitud en mi asistencia y me vigilaba y cuidaba con esmero.

Este conocimiento y evidencia del amor y solicitud de mi ángel me entusiasmaba y acrecentaba el amor que por él sentía y, como enamorada de mi santo ángel, exclamaba:

¡Qué santo, santísimo es mi ángel!, ¡qué hermoso, qué bello, qué excelente, qué amable y bueno!...

No cesaré de repetir que mi ángel es excepcional, es uno de los ángeles más santos, más afables y caritativos de las tropas angélicas y, que me perdonen sus hermanos y míos, los ángeles del cielo, si se dan por agraviados del afecto singular que le profeso y del lugar de preferencia que ocupa en mi estimación.

Después de cumplidos mis deberes, para los cuales había salido del sagrario, cuando volvía a él, parecíame que los ángeles, que hacen la corte a Jesús en nuestro sagrario, radiantes de júbilo, venían a mi encuentro y tomando mi alma, la introducían en el sagrario con inefable caricia y contento de verme nuevamente en su compañía.

Y allí, en el fondo del sagrario, postrada a los pies de Jesús, lo adoraba y poniendo por testigo a mi ángel custodio, a los ángeles del sagrario y a María Inmaculada, mi excelsa Madre, le daba cuenta a Jesús de todo lo que había ejecutado y omitido fuera del coro, agradeciendo los favores y socorros divinos, que me había prodigado el mismo Señor…

Comulgaba espiritualmente y permanecía en el templo, mejor dicho, en el centro del sagrario, donde yacía mi alma postrada a los pies de Jesús, ocupada en amarle y procurarle toda la gloria y complacencias posibles, en unión de María, de mi ángel custodio y de los ángeles del sagrario35.

Varias veces vi a Jesús glorioso en el cielo en íntimas comunicaciones con los santos ángeles, como en medio de ellos, tratándolos con infinito amor y ternura, como a hijos, y me requirió para formar parte de su naturaleza angélica y participar del amor y ternura que les prodiga
36.


34 Ángeles Sorazu, Autobiografía espiritual, Ed. Fundación universitaria española, concepcionistas
franciscanas, Madrid, 1990, pp. 266-268.
35 ib. pp. 274-279.
36 ib. p. 322.

 

   


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