Monday December 23,2024
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IMITACION DE CRISTO

Por Tomás de KempisFuente:catholic.net


Imitando a Jesus
Libro 3
De la consolación interior

Libro: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [ 4 ]


» 1. Del habla interior de Cristo al alma fiel

» 2. Cómo la verdad habla dentro del alma sin sonido


» 3. Debemos conversar delante de Dios con verdad


» 4. Del maravilloso afecto del divino amor


» 5. De la prueba del verdadero amor


» 6. Cómo se ha de encubrir la gracia


» 7. De la baja estimación de sí mismo


» 8. Todas las cosas se deben referir a Dios

» 9. Dulce cosa es servir a Dios


» 10. Los deseos del corazón

» 11. Paciencia y Lucha


» 12. Obediencia


» 13. Las palabras de Dios

» 14. Los secretos juicios de Dios

» 15. Las cosas que se deseare

» 16. En sólo Dios se debe buscar el verdadero consuelo

» 17. Toda nuestra atención se ha de poner en sólo Dios

» 18. Las miserias temporales

» 19. Tolerancia de las injurias

» 20. Confesión de la propia flaqueza

» 21. Sólo se ha de descansar en Dios

» 22. Los beneficios de Dios

» 23. Cuatro cosas que causan paz

» 24. Evitar la curiosidad de saber las vidas ajenas

» 25. La paz firme del corazón

» 26. De la elevación del espíritu libre

» 27. El amor propio nos desvía mucho del bien eterno

» 28. Contra las lenguas maldicientes

» 29. Cómo debemos llamar a Dios y bendecirle

» 30. Cómo se ha de pedir el favor divino

» 31. Del desprecio de todas las criaturas

» 32. De la abnegación de sí mismo

» 33. De la inconstancia del corazón

» 34. Dios es para quien lo ama

» 35. Tentaciones

» 36. Contra los vanos juicios de los hombres

» 37. Renuncia de si mismo

» 38. Del buen régimen en las cosas exteriores

» 39. Que el hombre no sea importuno en los negocios

» 40. Ningún bien tiene el hombre

» 41. Del desprecio de toda honra temporal

» 42. Que nuestra paz no debe depender de los hombres

» 43. Contra la ciencia vana del mundo

» 44. No se deben buscar las cosas exteriores

» 45. No se debe creer a todos

» 46. De la confianza que debemos tener en Dios

» 47. Todas las cosas pasadas se deben padecer

» 48. Del día de la eternidad

» 49. Deseo de la vida eterna

» 50. El hombre desconsolado

» 51. Ejercicios humildes

» 52. Digno de castigo

» 53. El gusto de las cosas

» 54. De los diversos movimientos de la naturaleza

» 55. De la corrupción de la naturaleza

» 56. Debemos negarnos a nosotros mismos

» 57. No debe acobardarse el que cae

» 58. No se deben escudriñar las cosas altas

» 59. Toda la esperanza y confianza se debe poner en solo en Diosl

» 60. Las cosas que se deseare

 

 

LOS BENEFICIOS DE DIOS


El Alma:
1. Abre, Señor, mi corazón a tu ley, y enséñame a andar en tus mandamientos. Concédeme que conozca tu voluntad, y con gran reverencia y diligente consideración tenga en la memoria tus beneficios, así generales como especiales, para que pueda de aquí adelante darte dignamente las gracias. Mas yo sé y confieso que no puedo darte las debidas alabanzas y gracias por el más pequeño de tus beneficios. Yo soy menor que todos los bienes que me has hecho; y cuando miro tu generosidad, desfallece mi espíritu a vista de tu grandeza.

2. Todo lo que tenemos en el alma y en el cuerpo, y cuantas cosas poseemos en lo interior o en el exterior, natural o sobrenaturalmente, son beneficios tuyos, y te engrandecen, como bienhechor, piadoso y bueno, de quien recibimos todos los bienes. Y aunque uno reciba más y otro menos, todo es tuyo, y sin Ti no se puede alcanzar la menor cosa. El que más recibió, no puede gloriarse de su merecimiento, ni estimarse sobre los demás, ni desdeñar al menor; porque aquel es mayor y mejor que menos se atribuye a sí, y es más humilde, devoto y agradecido. Y el que se tiene por más vil que todos, y se juzga por más indigno, está más dispuesto para recibir mayores dones.

3. Mas el que recibió menos, no se debe entristecer, indignarse, ni envidiar al que tiene más; antes debe reverenciarte, y engrandecer sobremanera tu bondad, que tan copiosa, gratuita y liberalmente reparte tus beneficios, sin acepción de personas. Todo procede de Ti, y por lo mismo en todo debes ser alabado. Tú sabes lo que conviene darse a cada uno. Y por que tiene uno menos y otro más, no nos toca a nosotros discernirlo, sino a Ti, que sabes determinadamente los merecimientos de cada uno.

4. Por eso, Señor Dios, tengo también por grande beneficio no tener muchas cosas de las cuales me alaben y honren los hombres; de modo que cualquiera que considere la pobreza y vileza de su persona, no sólo no recibirá pesadumbre, ni tristeza, ni abatimiento, sino más bien consuelo y grande alegría. Porque Tú, Dios, escogiste para familiares domésticos tuyos a los pobres, bajos y despreciados de este mundo. Testigos son tus mismos apóstoles, a quienes constituiste príncipes sobre toda la tierra. Mas conversaron en el mundo sin queja y fueron tan humildes y sencillos; viviendo sin malicia ni fraude, que se alegraban de padecer injurias por tu nombre, y abrazaban con grande afecto lo que el mundo aborrece.

5. Por eso ninguna cosa debe alegrar tanto al que te ama y reconoce tus beneficios, como tu voluntad para con él, y el beneplácito de tu eterna disposición. Lo cual le ha de consolar de manera que quiera tan voluntariamente ser el menor de todos como desearía otro el ser mayor. Y así tan pacífico y contento debe estar en el último lugar como en el primero; y tan de buena gana sufrir verse despreciado y desechado, y no tener nombre y fama, como si fuese el más honrado y mayor del mundo. Porque tu voluntad y el amor de tu honra ha de ser sobre todas las cosas; y más se debe consolar y contentar una persona con esto, que con todos los beneficios recibidos, o que puede recibir
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