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IMITACION DE CRISTO
Por Tomás de KempisFuente:catholic.net
Libro 3
De la consolación interior
Libro:
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[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
» 1. Del habla interior de Cristo al alma fiel
» 2. Cómo la verdad habla dentro del alma sin sonido
» 3. Debemos conversar delante de Dios con verdad
» 4. Del maravilloso afecto del divino amor
» 5. De la prueba del verdadero amor
» 6. Cómo se ha de encubrir la gracia
» 7. De la baja estimación de sí mismo
» 8. Todas las cosas se deben referir a Dios
» 9. Dulce cosa es servir a Dios
» 10. Los deseos del corazón
» 11. Paciencia y Lucha
» 12. Obediencia
» 13. Las palabras de Dios
» 14. Los secretos juicios de Dios
» 15. Las cosas que se deseare
» 16. En sólo Dios se debe buscar el verdadero consuelo
» 17. Toda nuestra atención se ha de poner en sólo Dios
» 18. Las miserias temporales
» 19. Tolerancia de las injurias
» 20. Confesión de la propia flaqueza
» 21. Sólo se ha de descansar en Dios
» 22. Los beneficios de Dios
» 23. Cuatro cosas que causan paz
» 24. Evitar la curiosidad de saber las vidas ajenas
» 25. La paz firme del corazón
» 26. De la elevación del espíritu libre
» 27. El amor propio nos desvía mucho del bien eterno
» 28. Contra las lenguas maldicientes
» 29. Cómo debemos llamar a Dios y bendecirle
» 30. Cómo se ha de pedir el favor divino
» 31. Del desprecio de todas las criaturas
» 32. De la abnegación de sí mismo
» 33. De la inconstancia del corazón
» 34. Dios es para quien lo ama
» 35. Tentaciones
» 36. Contra los vanos juicios de los hombres
» 37. Renuncia de si mismo
» 38. Del buen régimen en las cosas exteriores
» 39. Que el hombre no sea importuno en los negocios
» 40. Ningún bien tiene el hombre
» 41. Del desprecio de toda honra temporal
» 42. Que nuestra paz no debe depender de los hombres
» 43. Contra la ciencia vana del mundo
» 44. No se deben buscar las cosas exteriores
» 45. No se debe creer a todos
» 46. De la confianza que debemos tener en Dios
» 47. Todas las cosas pasadas se deben padecer
» 48. Del día de la eternidad
» 49. Deseo de la vida eterna
» 50. El hombre desconsolado
» 51. Ejercicios humildes
» 52. Digno de castigo
» 53. El gusto de las cosas
» 54. De los diversos movimientos de la naturaleza
» 55. De la corrupción de la naturaleza
» 56. Debemos negarnos a nosotros mismos
» 57. No debe acobardarse el que cae
» 58. No se deben escudriñar las cosas altas
» 59. Toda la esperanza y confianza se debe poner en solo en Diosl
» 60. Las cosas que se deseare
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NO DEBE ACOBARDARSE EL QUE CAE
Jesucristo:
1. Hijo, más me agradan la humildad y la paciencia en la adversidad que el mucho consuelo y devoción en la prosperidad. ¿Por qué te entristece una pequeña cosa dicha contra ti? Aunque más fuera, no debieras inquietarte. Mas ahora déjala pasar, porque es la primera, ni nueva, ni será la última si mucho vivieres. Harto esforzado eres cuando ninguna cosa contraria te viene. Aconsejas bien, y sabes alentar a otros con palabras; pero cuando viene a tu puerta alguna repentina tribulación, luego te falta consejo y esfuerzo. Mira tu gran fragilidad que experimentas a cada paso en pequeñas ocasiones; mas todo este mal que te sucede, redunda en tu salud.
2. Apártalo como mejor supieres de tu corazón, y si llegó a tocarte, no permitas que te abata, ni te lleve embarazado mucho tiempo. Sufre a lo menos con paciencia, si no puedes con alegría. Y si oyes algo contra tu gusto y te sientes irritado, refrénate, y no dejes salir de tu boca alguna palabra desordenada que pueda escandalizar a los inocentes. Presto se aquietará el ímpetu excitado de tu corazón: y el dolor interior se dulcifica con la vuelta de la gracia. Aún vivo Yo (dice el Señor) dispuesto para ayudarte y para consolarte más de lo acostumbrado, si confías en Mí y me llamas devoción.
3. Ten buen ánimo, y apercíbete para trances mayores. Aunque te veas muchas veces atribulado, o gravemente tentado, no por eso está ya todo perdido. ¿Cómo podrás tú estar siempre en un mismo estado de virtud, cuando le faltó al ángel en el cielo, y al primer hombre en el paraíso? Yo soy el que levanta con entera salud a los que lloran y traigo a mi divinidad los que lloran y traigo a mi divinidad los que conocen su flaqueza.
EL ALMA:
4. Señor, bendita ea tu palabra, dulce para mi boca más que la miel y el panal. ¿Qué haría yo en tantas tribulaciones y angustias, si Tú no me animases con tus santas palabras? Con tal que al fin llegue yo al puerto de salvación ¿qué se me da de cuanto hubiere padecido? Dame buen fin; dame una dulce partida de este mundo. Acuérdate de mí, Dios mío, y guíame por camino derecho a tu reino. Amén.
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