Friday April 26,2024
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IMITACION DE CRISTO

Por Tomás de Kempis
Fuente:catholic.net

Imitando a Jesus
Libro 1
Avisos provechosos
para la vida espiritual

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» 0. Biografía de Tomás de Kempis


» 1. Imitación de Cristo y desprecio de Vanidades

» 2. Del bajo aprecio de sí mismo

» 3. De la doctrina de la verdad

» 4. De la prudencia en las acciones

» 5. De la lección de las santas escrituras

» 6. De los deseos desordenados

» 7. Que se ha de huir la vana esperanza y la soberbia

» 8. Que se ha de evitar la mucha familiaridad

» 9. De la obediencia y sujeción

» 10. Demasiadas palabras

» 11. Cómo se debe adquirir la paz y del celo de aprovechar

» 12. Del provecho de las adversidades

» 13. Cómo se ha de resistir a las tentaciones

» 14. Que se deben evitar los juicios temerarios

» 15. De las obras hechas por caridad

» 16. De sobrellevar los defectos ajenos

» 17. De la vida monástica

» 18. De los ejemplos de los santos padres

» 19. De los ejercicios del buen religioso

» 20. Del amor a la soledad y al silencio

» 21.De la compunción del corazón

» 22. Consideración de la miseria humana

» 23. De la meditación de la muerte

» 24. Del juicio y penas de los pecadores

» 25. De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida


 

DE LOS EJEMPLOS DE LOS SANTOS PADRES


Considera bien los heroicos ejemplos de los Santos Padres, en los cuales resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco o casi nada es lo que hacemos.

¡Ay de nosotros? ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?

Los Santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.

¡Oh, cuán graves y cuántas tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Cristo!
Pues en este mundo aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la vida eterna.

¡Oh, cuán estrecha y retirada vida hicieron los Santos Padres en el yermo! ¡Cuán largas y graves tentaciones padecieron! ¡Cuán de ordinario fueron atormentados del enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios!

De día trabajaban, y por la noche se ocupaban en larga oración; aunque trabajando, no cesaban de la oración mental.

Todo el tiempo gastaban bien; las horas les parecían cortas para darse a Dios, y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal.

Renunciaban a todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían del mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida, y les era pesado servir a su cuerpo aun en las cosas más necesarias. De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.

En lo de fuera eran necesitados; pero en lo interior estaban con la gracia y divinas consolaciones recreados.

Ajenos eran al mundo, mas muy allegados a Dios, del cual eran familiares amigos. Teníanse por nada en cuanto a sí mismos y para nada con el mundo eran despreciados; mas en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados.

Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en caridad y paciencia, y por esa cada día crecían en espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios.

Fueron puestos por dechados a todos los religiosos, y más nos deben mover para aprovechar en el bien, que no la muchedumbre de los tibios para aflojar y descaecer. 

¡Oh, cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de sus sagrados institutos! ¡Cuánta la devoción de la oración! ¡Cuanto el celo de la virtud!

¡Cuánta disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y
obediencia al superior hubo en todas las cosas!

Aun hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron, de que fueron verdaderamente varones santos y perfectos los que, peleando tan esforzadamente, vencieron al mundo.

Ahora ya se estima en mucho aquel que no quebranta la Regla, y con paciencia puede sufrir lo que aceptó por su voluntad.

¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto declinamos del fervor primero, y nos es molesto el vivir por nuestra flojedad y tibieza!

¡Pluguiese a Dios que no durmiese en ti el aprovechamiento de las virtudes, pues viste muchas veces tantos ejemplos de devotos!

 

   

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