27.2» Adoración perpetua
Experiencias de muchas partes del mundo
Autor: P. Angel Peña O.A.R
La experiencia, recogida de muchas partes del mundo, indica las innumerables gracias recibidas por las parroquias, las familias y personas que cumplen sus turnos de adoración en horas santas, al menos, semanales.
El Padre Justo Antonio Lofeudo cuenta que en Mexico, visitando las familias para comprometerlas a la hora santa se encontró con una señora divorciada, dentista, profesora universitaria, con mucho trabajo, y que decía no tener tiempo ni para ir a misa los domingos; pero se comprometió una hora a la semana. Se anotó los domingos de 10 a 11 de la noche.
Un tiempo más tarde, le envió una tarjeta de agradecimiento y le decía que, normalmente, estaba una hora y media o más, pues se sentía como enamorada de Jesús y cada domingo, cuando llegaba la hora de la cita con el Señor, el corazón le latía de emoción.
Cuenta también el caso de un camionero al que no le gustaba ir a la iglesia, pero aceptó sustituir durante dos semanas, en la hora santa semanal, a su cuñada, que debía viajar.
Cumplió su compromiso y, después, se fue a anotar él mismo a la parroquia, porque decía:
No sé, no puedo explicarlo, pero ahí he sentido una paz que nunca antes había conocido.
El Padre Martín Lucía y sus misioneros tienen como misión abrir capillas de adoración perpetua en todo el mundo. Y han abierto capillas en lugares de mayoría musulmana como Pakistán, Kazakistán, e, incluso, en el mismo Moscú.
En Corea del Sur estas capillas son muy numerosas.
En Filipinas hay, al menos, 500 capillas con adoración perpetua.
El cardenal Vidal, arzobispo de Cebú, en Filipinas, decía:
Yo admiro a los sacerdotes alrededor del mundo que han establecido la adoración perpetua en sus parroquias y a los obispos que la estimulan en sus diócesis.
El único que no quisiera que Jesús sea adorado día y noche y que haría cualquier cosa por impedirlo es Satanás mismo.
La adoración perpetua al Santísimo es la solución a nuestros problemas de disminución de vocaciones, de desintegración familiar y de abandono de la fe de muchos de nuestros hermanos132.
Un día, estaba el santo Padre Juan Pablo II en una reunión en la basílica de santa Anastasia de Roma, con los sacerdotes de Roma.
Entonces, el padre Alberto Pacini le dijo: Santo Padre, dentro de un mes vamos a comenzar en santa Anastasia la adoración perpetua al Santísimo Sacramento.
En ese momento, el Papa saltó de su silla, levantó ambos brazos y, luego, comenzó a aplaudir. ¡Se sintió emocionado!
¡Ojalá que cunda el ejemplo por todas partes! ¡Las bendiciones que recibiremos serán inmensas, mucho más allá de lo que podamos pensar o imaginar!
El mismo Dios, por boca de san Pablo, nos ha dicho que es poderoso para hacer que abundemos copiosamente (en bendiciones y gracias) mucho más de lo que podemos pedir o pensar (Ef 3, 20).
Personalmente, estoy convencido de que en los lugares donde hay adoración perpetua, noche y día, o al menos adoración diurna perpetua, disminuyen los vicios y crímenes, y la gente se acerca más a Dios.
Sería muy interesante hacer una encuesta sobre la noche del Jueves Santo, cuando en todas las iglesias católicas está expuesto Jesús sacramentado en los monumentos solemnes, para verificar que esa noche hay menos accidentes y menos problemas sociales que otras noches del año.
De hecho, muchos párrocos han constatado que muchas casas de citas o de juegos fueron desapareciendo, poco a poco, desde la implantación de la adoración a Jesús sacramentado. ¿Por qué?
Porque el amor de Jesús es más poderoso que todas las bandas de malhechores y que todas las fuerzas del infierno reunidas contra Él.
El obispo san Juan Neumann (1811-1860) presentó a los sacerdotes de Filadelfia (USA) la propuesta de tener expuesto el Santísimo durante cuarenta horas por parroquias, pero ellos pensaron que era demasiado peligroso, pues había mucha delincuencia en la ciudad.
Una semana después de presentar la propuesta, se incendió su casa y todo quedó reducido a cenizas menos dos papeles, en los que había escrito sus planes para la devoción de las cuarenta horas.
Y Jesús le dijo: Si yo puedo salvar un par de papeles del fuego, ¿cómo no voy a poder proteger a la gente que venga a adorarme al Santísimo Sacramento?
Tan pronto como la devoción de las cuarenta horas comenzó a extenderse, empezó a disminuir sensiblemente la delincuencia en la ciudad.
Una hora de adoración semanal parece poca cosa, pero, unida a la de otros hermanos, hace que juntos formemos un ejército invencible contra el mal.
El Papa Juan Pablo II decía:
El mal nunca consigue la victoria definitiva. El misterio pascual confirma que, a la postre, vence el bien; que la vida prevalece sobre la muerte y el amor triunfa sobre el odio133.
En el amor, que tiene su fuente en el Corazón de Jesús, está la esperanza del futuro del mundo134.
132 Ramírez Josefino y Martín Lucía, Cartas a un hermano sacerdote, Ed. Misioneros del Santísimo Sacramento, Plattsburgh, New York, p. IX.
133 Memoria e identidad, Ed. la esfera de los libros, Madrid, 2005, p. 74.
134 ib. p. 208.