Legado de los Padres y Doctores
de la Iglesia Católica
13 »La Didache (Didajé)
Parte 3
CAPITULO 9
9:1 Referente a la Eucaristía, da gracias de esta manera.
9:2 Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David Tu siervo, la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, Tu siervo. A Ti la gloria por los siglos.
9:3 Luego sobre el trozo de pan: Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento, que nos diste a conocer por medio de Jesús Tu siervo. A Ti la gloria por los siglos.
9:4 Como este fragmento estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida Tu Iglesia de los confines de la tierra en Tu reino. Porque Tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por siempre.
9:5 Que nadie coma ni beba de vuestra comida de acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo que es santo a los perros.
CAPITULO 10
10:1 Después de saciaros, da gracias así:
10:2 Te damos gracias, Padre santo, por Tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de Jesús, Tu Hijo, para El sea la gloria por siempre.
10:3 Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres alimento y bebida para su disfrute, para que te dieran gracias. Más a nosotros nos hiciste el don de un alimento y una bebida espiritual y de la vida eterna por medio de tu Hijo.
10:4 Por sobre todo, te agradecemos que nos puedas salvar; para El sea la gloria por siempre.
10:5 Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu caridad, y congrégala desde los cuatro vientos, santificada, en Tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.
10:6 Has que venga la gracia, y deja que pase este mundo. Hosanna al Hijo de David. Si alguien es santo déjalo venir a la Eucaristía; si no lo es, déjalo que se arrepienta. Amén.
10:7 A los profetas, dejadles dar gracias cuanto quieran.
CAPITULO 11
11:1 Quienquiera que, entonces, venga y te enseñe todas las cosas que se han dicho antes, recíbelo.
11:2 Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no le prestéis oído; si, en cambio, os enseña para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al mismo Señor.
11:3 Concerniente a los apóstoles y profetas, actúa de acuerdo a la doctrina del Evangelio.
11:4 Deja que cada apóstol que viene a ti sea recibido como al Señor.
11:5 El se quedará un día, y si es necesario, dos, pero si se queda por tres días, él es un falso profeta.
11:6 Cuando el apóstol se vaya no tome nada consigo si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.
11:7 Y no atentarás o discutirás con ningún profeta que hable en el Espíritu, porque todos los pecados serán perdonados, pero este pecado no será perdonado. 11:8 Con todo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso.
11:9 Y cada profeta que ordene en el Espíritu que se tienda la mesa, no deberá comer de ella él mismo, si lo hace, es un falso profeta;
11:10 y cada profeta que enseñe la verdad, si no la práctica, es un falso profeta;
11:11 y cada profeta, probado como verdadero, y trabajando en el misterio visible de la Iglesia, pero que no enseña a otros a hacer lo que el hace, no debe ser juzgado por ti, porque tiene su juicio con Dios, porque así hicieron los profetas del pasado.
11:12 Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le prestéis oído. En cambio si dice que se dé a otros necesitados, nadie lo juzgue.
CAPITULO 12
12:1 Todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le conoceréis por su derecha y por su izquierda, pues tenéis discernimiento, conocimiento de lo bueno y de lo malo
12:2 Si la persona que viene es un peregrino, asístelo en lo que puedas, pero no se debe quedar contigo por más de dos o tres días, al menos haya una necesidad. 12:3 Si quiere quedarse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento.
12:4 Si no tiene oficio, proveed según prudencia, de modo que no viva entre vosotros cristiano alguno ocioso.
12:5 Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de un traficante de Cristo. De ésos mantente lejos.