2.¿Mario-latría? (Parte 2 de 2)
Autor:P. Miguel Ángel Fuentes, IVE | Fuente: teologoresponde.com.ar
Respondiendo las principales objeciones de las sectas y de los protestantes referentes a la devoción católica a la Virgen María.
Los hermanos de Jesús
Ésta es la otra objeción que suelen poner a menudo los miembros de las sectas contra la virginidad perpetua de María.
Y es un tema muy interesante, porque el sostenerlo como objeción contra la virginidad de María nos da la pauta del desconocimiento bíblico de muchos de ellos (sin mala voluntad, en algunos casos), pues podría solucionarse recurriendo a cualquier Diccionario bíblico relativamente discreto[20].
El Nuevo Testamento habla muchas veces de los hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mt 12,46s.; 13,55s.; Mc 3,31ss; 6,3; Lc 8,19s.; Jn 2,12; Hech 1,14; 1Co 9,5; etc.). Conocemos los nombres de algunos: Jacobo (Santiago) (Gal 1,19), José, Judas y Simón (Mt 13,55).
Algunos herejes antiguos como Elvidio y Celso (y protestantes modernos que los repiten sin conocerlos) entienden esta expresión como referida a otros hijos de María Santísima.
En realidad, sólo se trata de "primos" o "parientes" en general. El hebreo y el arameo, lengua de los judíos en Palestina en tiempo de Jesús y de los apóstoles, no tienen términos distintos para indicar primo, nieto, cuñado, y expresan esos grados de consaguinidad o afinidad con los términos hermano, hermana, si no quieren recurrir al empleo de largas circunlocuciones, como "hijo del hermano del padre", etc. Lot y Jacob son, respectivamente, sobrinos de Abraham (Gn 11,27; 14,12), de Labán, y, no obstante, son llamados hermanos suyos (Gn 13,8; 29,15).
En 1Cro 23,21 y siguientes, los hijos de un tal Quis son llamados "hermanos de las hijas de Eleazar", si bien no son más que primos, pues Quis y Eleazar son hermanos. Sería inútil alegar otros ejemplos.
Como los evangelios fueron escritos en el griego común que se hablaba en Palestina, con los provincialismos propios de la región, tanto en el significado de los vocablos como en la construcción del período, deben interpretarse teniendo en cuenta esa característica (cf. Lc 1,37: el griego réma traduce el hebreo dabar, y se entiende: pues no hay nada imposible para Dios y no -lo que sería una traducción literal- pues no es imposible para Dios ninguna palabra).
No debemos pues extrañarnos, de que en los evangelios y en el resto del Nuevo Testamento se traduzca con la palabra adelfós, hermano, el hebreo ‘ah, hermano en sentido propio y también para significar "primo" o cualquier otro grado de consaguinidad o de simple afinidad. La frase aramea "hermanos de Jesús", hecha, por decirlo así, tradicional, fue conservada tal cual en el griego, aun cuando en realidad sólo se trate de primos.
Esto se puede corroborar con el análisis exegético de los textos. Así, por lo menos de dos de los "hermanos de Jesús", o sea de Jacobo y de José, dan los evangelios el nombre de su madre: María, hermana (o sea cuñada) de la madre de Jesús (Mt 27,56; Mc 15,40; 16,1; cf, Jn 19,25). Por consiguiente, son indudablemente "primos" de Jesús (hijos de un hermano de san José), y sin embargo el Nuevo Testamento siempre los llama "hermanos de Jesús".
¿Han leído estos pasajes los que ponen esta objeción a los católicos? Y si los han leído, ¿nunca se preguntaron cómo se pueden combinar con su interpretación de "hijos de María Santísima"?
¿Pensarán tal vez que pueden ser hijos de dos mujeres al mismo tiempo? Yo pienso que en muchos de estos objetores no hay mala intención, sino poco manejo de la Biblia, limitándose su instrucción al aprendizaje de textos para objetar a los católicos, y no al estudio serio de la Sagrada Escritura.
De otros dos (Simón y Judas), el historiador Hegesipo (que escribió en Roma hacia el 180 cinco libros de "Memorias"), afirma que eran primos de Nuestro Señor, y pueden hallarse algunas alusiones a tal aserto en Jn 19,25; Mc 15,50.
Igualmente, en su carta, el Apóstol Judas escribe: Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo (Jud 1). Pero si Jacobo (= Santiago) y Judas eran hermanos de Jesús, siendo ellos "hermanos también" (Hch 1,13), ¿por qué Judas sólo dice siervo de Jesucristo y no añade "hermano" de Jesús como lo hace con su hermano Jacobo?
Además, nunca se dice en el Nuevo Testamento que alguno de estos "hermanos de Jesús" fuese "hijo de María" o "hijo de José". En cambio, siempre que al lado del nombre de María Santísima hallamos el apelativo de "madre", sigue la especificación "de Jesús". Nunca se dice que ella fuese madre de otra persona.
Más argumentos pueden verse en los textos del Nuevo Testamento que se refieren a la sagrada Familia. No se mencionan otros hijos ni en la huída a Egipto (téngase en cuenta que ésta puede haber ocurrido hasta aproximadamente los dos años de vida de Jesús, según el cálculo hecho por el mismo Herodes por las palabras de los magos), ni cuando vuelven de Egipto, ni cuando Jesús se pierde en el Templo a los doce años. Es recién en el comienzo de la vida pública de Nuestro Señor, que empieza a hablarse de estos "hermanos y hermanas".
Además, si los protestantes no aceptan, como los católicos, que Jesús, estando en la cruz, al pronunciar aquella frase dirigida a María (haciendo referencia a Juan):
Mujer, ahí tienes a tu hijo; y a Juan (en referencia a María):
He ahí a tu madre (cf. Jn 19,25-27) estaba encargando la Iglesia (y todos los hombres) a la maternidad espiritual de María, sino solamente confiando a Juan el cuidado de la madre desamparada, se encuentran con otra incongruencia muy grave: si María tenía otros hijos e hijas, éstos se ocuparían, como correspondía, de ella, sin que hiciera falta encargarla a alguien ajeno a la familia, que, por otra parte, en aquel entonces, era sólo un adolescente.
Jesús, el primogénito
Relacionado con esta objeción, suele aparecer entre los ataques de algunas sectas, la referencia a la expresión bíblica de que Jesús es llamado "primogénito", o "el primer hijo de María". El hecho de que Jesús sea "primer hijo" no significa que la Virgen María tuviera más hijos después de Jesús; no quiere decir eso el Evangelio. Al decir Dio a luz a su primer hijo (Lc. 2,7), ton prôtótokon, quiere decir solamente que antes de nacer Jesús, la Virgen no había tenido otro hijo.
Esto era muy importante para los judíos, porque siendo Jesús el primogénito, o sea, el primer hijo, según la Ley debía ser consagrado u ofrecido totalmente a Dios (cf. Ex 13,2.12 y Ex 34,19). Por eso Jesús, por ser el primogénito o primer hijo, ya desde su nacimiento quedaba ofrecido y consagrado totalmente al servicio de Dios.
También la tradición, tanto judía como cristiana, entiende que la muerte de los primogénitos de Egipto, tanto de hombres como de animales (cf. Ex 11,5), afectó a todos los primeros nacidos de cada mujer, tuviese ésta otros hijos o no.
Todos, sin excepción. Igualmente, el mandato de Dios de Ex 13,2 (Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos), era entendido por los judíos, sin referencia alguna a otros nacidos posteriores. Es evidente que aquí la palabra primogénito se refiere de modo absoluto al primero, sea éste único o no.
Habría que añadir que el término "primogénito", en lenguaje bíblico, en el caso de varios hermanos, podía aplicarse a otro de los hermanos en caso de recibir de Dios una bendición especial. Por ejemplo, Efraín es llamado "primogénito" en Jeremías 31,9 siendo el segundo hijo de José (Gn 41,52); el salmo 89 dice que David (el último de ocho hijos) es llamado primogénito por Dios: Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra (Sal 89,27-28).
Por otra parte, que en lenguaje bíblico "primero" y "único" no se oponen, lo demuestra el uso muy libre que hace Apocalipsis 22,13 cuando afirma del Mesías que es el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.
Este uso estaba extendido en el ambiente semita, puesto que en las "Antigüedades Bíblicas" de pseudo Filón (primer siglo después de Cristo), la hija de Jefté es llamada tanto primogénita como unigénita (39,11). Y un epitafio, (con fecha 28 de enero de 5 antes de Cristo), descubierto en 1922 en la necrópolis judía de Tell el Yehudieh, hace decir a la muchacha difunta (Arsinoe): "Pero la suerte, en los dolores del parto de mi hijo primogénito, me condujo al término de la vida". Aunque esta joven madre murió en el primer parto, a su hijo se le llama igualmente primogénito.
Como puede verse, las objeciones no son tales cuando se las enfrenta al análisis bíblico, histórico y arqueológico.
Para leer la primera parte sigue este enlace: Mario-latria (Parte 1)