5. La Cruz, ¿Maldición? ¿Idolatría?
Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, VE. | Fuente: IVE
¿Por qué se adora si no es Dios?.
ContenidoLa cruz, ¿maldición? ¿idolatría?
Entre los símbolos católicos uno de los que más objeciones reciben es el de la cruz; no por todos los cristianos, por cierto, pero sí en algunas sectas, en particular los Testigos de Jehová, quienes incluso niegan que Jesucristo haya muerto en una cruz, afirmando que fue en un simple madero (un palo puesto en tierra).
Varias veces he recibido consultas como éstas:
¿Por qué los cristianos adoran la cruz? ¿No caen así en idolatría?
¿Por qué se adora la cruz si no es Dios?
Hay que decir que si bien en cuanto a la materialidad, la cruz no merece culto alguno, en cambio, considerada como símbolo por antonomasia de la pasión de Jesucristo, que en ella sufrió muerte para redimirnos del pecado, representa al mismo Jesucristo en el acto de su inmolación.
Por eso debe ser adorada con un acto de adoración de latría “relativa”, en cuanto imagen de Cristo y por razón del contacto que con Él tuvo. Así explica la doctrina teológica de Santo Tomás, entre otros, quien escribe sobre el tema en su Suma Teológica1.
Evidentemente el concepto clave es aquí la distinción dentro de la adoración de latría (que es la que se debe a una cosa entitativamente divina, en contraposición con la adoración o veneración de dulía, que es debida a las cosas creadas pero sobrenaturalizadas, como los santos) entre latría absoluta y latría relativa: latría absoluta es la que se da a una cosa en sí misma (por ejemplo, a Dios, a Jesucristo, etc.); latría relativa es la que se da a una cosa no por sí misma sino por la relación que guarda con la persona divina adorada (la cruz, por ejemplo).
Generalmente en las sectas no se acepta la cruz porque, se dice, es el arma que mató a Jesús.
Sin embargo, la cruz es para nosotros símbolo de salvación, no de muerte. La Sagrada Escritura enseña que para los cristianos el hablar de “la Cruz” no era algo malo o relacionado con la muerte, sino todo lo contrario.
Desde el principio fue adquiriendo un significado de vida y salvación, pues ésta es la llave por la que nosotros podemos entrar al Reino. De ahí que San Pablo llegue a afirmar: Nosotros predicamos a un Cristo crucificado... fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1Co 1,23-24); y: la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan es poder de Dios (1Co 1,18); En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo (Gal 6,14).
Es por eso que cargar una cruz o crucifijo no es algo antibíblico, como lo dicen algunas sectas, sino todo lo contrario. No es símbolo de muerte, sino de salvación. Ya para el siglo V, San Juan Crisóstomo comentaba que era muy común encontrar el símbolo de la cruz por todos lados, en caminos, casas, montañas y hasta en las vajillas. Era normal, pues para ellos era un signo de salvación.
Tertuliano, San Teodoro, Félix y Octaviano son algunos autores de los primeros siglos que también hablaron acerca de la veneración del todo singular que se daba a la cruz.
1 Cf. Tomás de Aquino, Suma Teológica, Tercera Parte, cuestión 25, artículo 4.
Bibliografía: Armando Rolla, Cruz-Crucifixión, en: Francesco Spadafora, Diccionario Bíblico, Ed. Litúrgica Española, Barcelona 1968, pp. 136-138; E. Saglio, Croix, en: “Dictionnaire des Antiquités”, col. 1573-1575; V. Holzmeister, Crux Domini eiusque crucifixio ex archaelogia romana illustrantur, Verbum Domini 14 (1934) 139-155; 216-220; 244-249; 257-263; M.G. Pallete, Cruz y crucifixión, en: “Estudios Eclesiásticos” 21 (1947), pp. 85-109.