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PREGUNTA 399. SURTIDO DE PREGUNTAS Querido P. Loring: abusando un poco de su amabilidad hemos pensado los dos hacerle nuestras consultas. De R: A veces es difícil averiguar lo que Dios quiere de nosotros. ¿Cómo averiguarlo? Aunque procuro vivir como Dios quiere, le tengo pánico a la muerte. De F: Los evangelistas cuentan el mismo hecho de modo diferente. Parece que lo inventan. La eucaristía resulta un poco extraña. Es lógico que escandalizara a los judíos. Y, ¿por qué esa separación del cuerpo y la sangre? La Trinidad también me complica. No sé a qué Persona dirigirme. ¿Está bien rezar a los que están en el Cielo? ¿Ellos se enteran? RESPUESTA: He encontrado un momento para responder brevemente a vuestra carta. Respondo brevemente a R: Dios no nos manda telegramas para comunicarnos su voluntad sobre nosotros. Nos guía por los acontecimientos. Si en cada momento hacemos bien lo que Dios nos pone delante, podemos estar tranquilos de que cumplimos con su Santa Voluntad. Sobre la muerte no hay que tener ningún temor. Con razón se dice que es pasar a mejor vida. Eso es una realidad. Pero tampoco es de extrañar que dar ese salto sea para nosotros preocupante, pues de ese momento depende toda una eternidad. Pero si vivimos habitualmente en gracia de Dios, podemos esperar con optimismo ese momento en que Jesucristo saldrá a nuestro encuentro para recibirnos con los brazos abiertos. Ahora respondo brevemente a F: Los evangelistas no inventan nada. Lo que cuentan es porque se lo oyeron decir al Maestro, o lo oyeron a testigos presenciales. Lo cual no se opone a que su relato lo adornaran un poco, conforme a la costumbre de los historiadores de aquel tiempo. Pero lo que cuentan tiene base histórica. La institución de la Eucaristía pudo deberse a que Jesús quiso quedarse corporalmente para ayudarnos más que si su presencia hubiera sido sólo espiritual. La distinción entre Cuerpo y Sangre no añade nada, pues en uno y otro están El Cuerpo y Sangre. Pero este duplicado era muy frecuente en la cultura hebrea. El dogma de la Trinidad está en el Evangelio; pero, en esto como es otras cosas, la Teología ha ido profundizando con el paso del tiempo. Y tú puedes dirigirte sencillamente a Dios, sin hacer distinción de personas. Los que están en el Cielo conocen de nosotros lo que Dios les comunica, y es razonable pensar que Dios les comunique lo que pueda ser de su interés. De hecho la intercesión de los santos es cosa corriente en la Iglesia. Y aunque se puede ir directamente a Dios, es tradición en la Iglesia acudir a la Virgen y a los santos como intercesores secundarios. Cuento con vuestras oraciones para que Dios me ayude en mi apostolado.
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