II. Encontrando la Biblia en la Misa
▬ La Tradición recibida del Señor ▬
La Misa es culto bíblico en un sentido aún más obvio.
Es el culto que Jesús mandó a celebrar en su Última Cena.
Cuando San Pablo escribió a los corintios, para corregir abusos en la manera que estaban celebrando la Eucaristía, les recordó la noche en que Jesús fue entregado.
San Pablo les cuenta que Jesús, “tomó pan, dando gracias, lo partió y dijo, ‘Este es mi cuerpo” y de la misma manera “tomó el cáliz... diciendo ‘Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre.’” Recordó además las palabras de Jesús a los apóstoles, “Haced esto en conmemoración mía.”
Aunque San Pablo no estuvo en la Última Cena, les dice que él recibió esta enseñanza de las iglesias fundadas por los apóstoles; y estas, a su vez la recibieron directamente del Señor, por esto dice: “Yo recibí del Señor lo que les transmití.” (cfr. 1 Cor. 11:23-29).
Las palabras en el griego original, que se traducen “recibido” y “trasmitido” son términos técnicos que los rabinos de su época ocuparon para describir el mantenimiento y enseñanza de tradiciones sagradas.
San Pablo ocupa estas mismas palabras cuando habla de su enseñanza sobre la muerte y resurrección de Cristo (cfr. 1 Cor. 15:2-3).
Estas dos sagradas tradiciones —la verdad sobre la muerte y resurrección de Cristo y la verdad sobre la Eucaristía que es el memorial de su muerte—fueron “recibidas” del Señor y “transmitidas” por los apóstoles.
Estas tradiciones fueron inseparables y cruciales para el mensaje de salvación que predicaron.
Por la muerte y resurrección de Cristo, San Pablo dijo: “nos estamos salvando.” En la Eucaristía, ese evento salvífico es “recordado” en una manera que nos comunica la salvación: “Pues cada vez que coman este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor, hasta que venga” (1 Cor. 11:26).