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VISIONES DE
ANA CATALINA EMMERICK
Libro 2
La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Libro:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
»1.-Preparación de la Pascua
»2.-El Cenáculo
»3.-Disposiciones para el tiempo pascual
»4.-El Cáliz de la santa Cena
»5.-Jesús va a Jerusalén
»6.-Última Pascua
»7.-El lavatorio de los pies
»8.-Institución de la Sagrada Eucaristía
»9.-Instituciones secretas y consagraciones
»10.-Jesús en el monte de los Olivos
»11.-Judas y los suyos
»12.-Prisión de Jesús
»13.-Jesús delante de Anás
»14.-Jesús delante de Caifás
»15.-Negación de Pedro
»16.-María en casa de Caifás
»17.-Jesús en la cárcel
»18.-Juicio de la mañana
»19.-Desesperación de Judas
»20.-Jesús conducido a presencia de Pilatos
»21.-Origen del Via Crucis
»22.-Pilatos y su mujer
»23.-Jesús delante de Herodes
»24.-De Herodes a Pilatos
»25.-Flagelación de Jesús
»26.-La coronación de espinas
»27.-¡Ecce Homo!
»28.-Jesús condenado a muerte
»29.-Jesús con la Cruz a cuestas
»30.-Primera caída de Jesús debajo de la Cruz
»31.-Jesús encuentra a su Santísima Madre – Segunda caída
»32.-Simón Cirineo – Tercera caída de Jesús
»33.-La Verónica y el Sudario
»34.-Las hijas de Jerusalén
»35.-Jesús sobre el Gólgota
»36.-María y las santas mujeres van al Calvario
»37.-Jesús despojado de sus vestiduras y clavado en la cruz
»38.-Exaltación de la Cruz
»39.-Crucifixión de los ladrones
»40.-Jesús crucificado y los dos ladrones
»41.-Primera palabra de Jesús en la Cruz
»42.-Eclipse de sol – Segunda y tercera palabras de Jesús
»43.-Estado de la ciudad y del templo - Cuarta palabra de Jesús
»44.-Quinta, sexta y séptima palabras. Muerte de Jesús
»45.-Temblor de tierra – Aparición de los muertos en Jerusalén
»46.-José de Arimatea pide a Pilatos el cuerpo de Jesús
»47.-Abertura del costado de Jesús – Muerte de los ladrones
»48.-El descendimiento
»49.-Jesús metido en el sepulcro
»50.-Los judíos ponen guardia en el sepulcro
»51.-Los amigos de Jesús el Sábado Santo
»52.-Jesús baja a los infiernos
»53.-La noche antes de la Resurrección
»54.-José de Arimatea puesto en libertad
»55.-La noche de la Resurrección
»56.-Resurrección del Señor
»57.-Las santas mujeres en el sepulcro
»58.-Relación de los guardias del sepulcro
»59.-Fin de estas meditaciones para la Cuaresma
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Negación de Pedro
Pedro y Juan que habían seguido a Jesús de lejos, lograron entrar en el tribunal de Caifás. Ya no tuvieron fuerzas para contemplar en silencio las crueldades e ignominias que su Maestro tuvo que sufrir. Juan fue a juntarse con la Madre de Jesús, que en estos momentos se hallaba en casa de Marta. Pedro estaba silencioso; pero su silencio mismo y su tristeza lo hacían sospechoso. La portera se acercó, y oyendo hablar de Jesús y de sus discípulos, miró a Pedro con descaro, y le dijo: "Tú eres también discípulo del Galileo". Pedro, asustado, inquieto y temiendo ser maltratado por aquellos hombres groseros, respondió: "Mujer, no le conozco; no sé lo que quieres decir". Entonces se levantó y queriendo deshacerse de aquella compañía, salió del vestíbulo. Era el momento en que el gallo cantaba la primera vez. Al salir, otra criada le miró, y dijo: "Este también se ha visto con Jesús de Nazareth"; y los que estaban a su lado preguntaron: "¿No eras tú uno de sus discípulos?". Pedro, asustado, hizo nuevas protestas, y contestó: "En verdad, yo no era su discípulo; no conozco a ese hombre". Atravesó el primer patio, y vino al del exterior. Ya no podía hallar reposo, y su amor a Jesús lo llevó de nuevo al patio interior que rodea el edificio. Mas como oía decir a algunos: "¿Quién es ese hombre?", se acercó a la lumbre, donde se sentó un rato. Algunas personas que habían observado su agitación se pusieron a hablarle de Jesús en términos injuriosos. Una de ellas le dijo: "Tú eres uno de sus partidarios; tú eres Galileo; tu acento te hace conocer". Pedro procuraba retirarse; pero un hermano de Malco, acercándose a él le dijo: "¿No eres tú el que yo he visto con ellos en el jardín de las Olivas, y que ha cortado la oreja de mi hermano?". Pedro, en su ansiedad, perdió casi el uso de la razón: se puso a jurar que no conocía a ese hombre, y corrió fuera del vestíbulo al patio interior. Entonces el gallo cantó por segunda vez, y Jesús, conducido a la prisión por medio del patio, se volvió a mirarle con dolor y compasión. Las palabras de Jesús: "Antes que el gallo cante dos veces, me has de negar tres", le vinieron a la memoria con una fuerza terrible. En aquel instante sintió cuán enorme era su culpa, y su corazón se partió. Había negado a su Maestro cuando estaba cubierto de ultrajes, entregado a jueces inicuos, paciente y silencioso en medio de los tormentos. Penetrado de arrepentimiento, volvió al patio exterior con la cabeza cubierta y llorando amargamente. Ya no temía que le interpelaran: ahora hubiera dicho a todo el mundo quién y cuán culpable era.
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