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MI VIDA EN
NAZARET


Mi vida en Nazaret

Autor: Guliana in Crescio
Fuente: Reina del Cielo

« PARTE 3 de 4 »

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117. Sólo Dios consuela
los dolores más grandes

118. Para una niña

119. Immi, las flores son gotas que caen del Paraíso

120. He elegido a Bernardita, para confirmar
el dogma de la pureza

121. Era una mujer simple
y tenía pobres vestidos

122. La forma más bella
de caridad es la de no darla
a conocer

123. El amanecer hablaba
a mi alma con sus
últimas estrellitas

124. Aunque a muchos parezca leyenda, el vuelo de la casa
de Nazaret, es pura verdad

125. Aún sin saberlo, tú me invocabas en los momentos
de peligro

126. La vida de vuestra alma
es la Eucaristía

127. La pérdida de un hijo es
el dolor más grande, que
os acerca a Mí a vosotras
las madres

128. Jesús os manda este regalo de palabras a causa
de vuestra debilidad

129. Soy vuestra Madre y os amo

130. Vuestro pasar es como
un viaje: largo y difícil.
Lo que importa es llegar
a la meta

131. En cada imagen mía,
está mi corazón que palpita

132. En Fátima profeticé
lo que sucedería, si no se ora

133. Llevaré a Jesús vuestros pensamientos

134. Apareceré aún a pequeñas
y humildes criaturas

135. Ha llegado el tiempo
de muchos testimonios

136. Dios programa en nosotros Su Obra

137. Vuestras oraciones
son mis rosas

138. El reino de Dios entra
en las almas de los puros

139. Cada criatura tiene
un rostro, que llevará
en el infinito

140. La casa de Nazaret ha sido la primera Iglesia

141. El dolor no es resignarse,
es llevar el peso
con dignidad

142. A un sacerdote

143. Yo continuaré apareciéndome
para la última salvación

144. Vuestras flores son pensamientos hermosísimos
que me ofrecéis

145. Os cuento muchas cosas para hacerme pequeña
junto a vosotros

146. En el tiempo de la tierra habría de tener tantos
nombres

147. Los designios de Dios
y las obras humanas están
atados con un fuerte hilo

148. Jesús, bellísimo y solemne, ha quedado en el lienzo
de la Santa Sábana

149. Cuántos rostros me han dado los hombres, sin embargo, éste se me parece

150. "Venid Conmigo".
Estas palabras las ha repetido
en todo tiempo, y también
a vosotros

151. Los milagros
no se comprenden: suceden

152. La Gran Madre a una
hija suya

153. En Nazaret mi alma vibraba, temblaba, gozaba, lloraba

154. José os ama, amadlo
y dirigios a É

155. ¡Vosotros sois mis hijos! Rostros claros,
rostros oscuros: ¡almas!

156. No temas, soy Yo, María, quien dicta a tu espíritu y hace
escribir a tu mano

157. Me desperté llevada
por los ángeles hacia lo alto.
Mi cuerpo fue el primer cáliz.
Yo no podía morir

158. Conmigo nacía una luz,
la primera luz de la Redención,
porque Dios así lo había dispuesto

159. Me dieron este nombre
que significa “paz”, Myr, que es
pronunciado ahora en tantos idiomas

160. Habiendo conocido
el dolor de la manera más
desgarradora comprendo todo dolor desgarrante

161. Ahora te expongo
solamente a ti mis sentimientos:
pena, emoción, añoranza

162. Aquel día era ventoso, Cefas llegó jadeante

163. Lo importante es amarle, cada uno con su propio
modo de amar

164. En este tiempo
de confusión, de apostasía,
de incredulidad, el viento
de Dios sopla más fuerte

165. ¡Dios lo puede todo!
Puede permitir que Yo te
hable desde del infinito

166. Mi cuerpo inmaculado
no podía corromperse.
La descomposición es fruto
del pecado y fui asunta
en la gloria de los cielos

167. El Evangelio de Johanan está empapado de amor

168. Cada hombre es niño
en una parte de su alma

169. Y vendrá todavía y sacudirá la tierra y todas las criaturas
de la tierra

170. Todos aquellos que sufren toman parte en la Redención,
que continúa en todo tiempo

171. En la tierra no se comprende el deseo del Paraíso

172. La casa de Loreto es parte de la casa de Nazaret,
no es leyenda, no es una falsa historia

173. La indiferencia de muchos de ahora, he aquí entonces
por qué llora mis imágenes

174. En quien escogía miraba
la voluntad de amarlo

 

160- Habiendo conocido el dolor de la manera más desgarradora comprendo todo dolor desgarrante


Todos tienen días de prueba y esto es tomar parte en la Pasión de Jesús. Recuerdo aquellos días del dolor y habiéndolo conocido de la manera más desgarradora, comprendo todo dolor desgarrante, toda congoja y el pesar.

Aquel día del dolor más desgarrador Dios moría sobre la Cruz. Y ahora la Cruz es de luz, es vuestra esperanza. Vosotros sabéis muchas cosas, que son para vosotros que estáis en el designio. Sabiduría para dar a quien no sabe. Yo soy la Madre de Jesús, estoy feliz de volver a verte y todavía podré contarte muchas cosas.

Un dulce coloquio entre amigas, también Yo soy una mujer, también Yo soy una mamá.

Ciertamente voy a aparecer todavía en sitios diversos y apareceré a muchas criaturas escondidas en el silencio de sus almas. Voy donde hay humildad y llevo Conmigo la sonrisa de mi Hijo y el amor de todo el Cielo. Cuando vi a Jesús que se alejaba de casa, en mi corazón hubo mucha tristeza y a la vez esperanza para el mundo. Sabía que iba a llevar el amor y esperaba que este amor fuera acogido. "Immi, me amarán y te amarán..."

No todos son malos, no os quejéis de estar entre los engaños y el egoísmo. Intentad ver en los corazones, encontraréis también el amor. Después que Jesús se marchó se apagó la última estrella: la estrella de la mañana. Yo volví a casa (había ido a acompañarlo al umbral) me sentí desolada en la soledad, pero serena porque sabía lo que mi Hijo habría de hacer de bien por el mundo.. Escuché entonces Su pensamiento: "¡Immi, no llores! ¡Dondequiera que esté, estaré también contigo!". Y este pensamiento consuele a muchos de vosotros: quien os deja para vivir en el Cielo está también con vosotros. "Dondequiera que estés, Yo estaré contigo, Immi!" Después de la Resurrección conocí bien a los apóstoles, mientras que antes los veía de tiempo en tiempo, cuando pasaba Jesús por Nazaret con ellos, o con alguno de ellos. No se paraba mucho en casa mi Jesús, siempre breves paradas en las que Yo contaba las horas. Conocí de niños a Santiago y a Judas, ellos han jugado con Jesús muchas veces en el pequeño jardín: "¡Mirad qué bonitas son las rosas de mi Immi!" ¡Días tranquilos, pensamientos ligeros! ¡Los contrastes de la vida: tranquilidad, dolor, pesar, paz!

Apareceré aún en una gruta.

Cuándo y dónde no os digo, ¡pero también en un alma pura puede haber una pequeña gruta, preparada para acogerme!

Cefas era fogoso y generoso, a veces miedoso y a veces impetuoso. Johanan era dulce y tímido, y como todos, también él con algún pequeño defecto, con alguna gran valía. Un día vino donde Mí un médico que amaba también la pintura, un hombre alto, de cabellos grises y mirada muy profunda. "Me llamo Lucas y quisiera conocer todo lo de aquel Hombre que ha dejado tanto de sí a quien lo ha visto... Querría comprender esta divinidad Suya.. Te lo pido a Ti, Señora, que eres Su Madre ¿y quién mejor que una madre conoce al propio hijo? De Ti, de sus seguidores querría saber lo que ha dicho, lo que ha hecho, mejor que cuanto sé...!"

Mi Hijo ha dicho la Verdad y ha revelado muchas cosas, ha hecho grandes milagros en el nombre del Padre de los Cielos, ha sufrido, ha sido humillado y traicionado, ha muerto en la Cruz y ha resucitado.

Ha dejado estas palabras a la humanidad y son la síntesis de todo lo que ha dicho: "¡Amadme y amaos los unos a los otros como Yo os amo!"

Vi caer dos lágrimas de los ojos profundos de Lucas(1).

15 de Noviembre de 1984

(1) San Lucas es ciertamente el más vivo y apasionado de los cuatro evangelistas en la redacción de los relatos de la vida del Cristo ya algunos años lejano de él, escritos bajo la influencia de los recuerdos, en primer lugar, de la Santísima Virgen María y luego de los otros Apóstoles que tuvieron la dicha de estar junto al Maestro, de seguirlo al ir por Galilea hasta la Crucifixión y testimoniar la Resurrección, los Milagros, el Verbo.

   


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