Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Lo que ha dicho Jesús sobre las Horas de la Pasión:
» 9 de diciembre de 1916
Estaba afligida por la privación de mi dulce Jesús, que si viene, mientras siento que respiro un poco de vida, quedo más afligida al verlo más afligido que yo y que no quiere saber de aplacarse, pues las criaturas lo constriñen, le arrancan otros flagelos, y mientras flagela, llora por la suerte del mundo y se oculta dentro de mi corazón, casi para no ver lo que sufre el hombre.
Parece que no se puede vivir en estos tristes tiempos, y además parece que se está solo al principio de ellos.
Entonces mi dulce Jesús, estando yo pensativa por mi dura y triste suerte de deber estar casi continuamente privada de Él, vino y poniéndome un brazo al hombro me dijo:
“Hija mía, no acrecientes mis penas con afligirte, son ya demasiadas y Yo no espero esto de ti; es más, quiero que hagas tuyas mis penas, mis oraciones, y todo Yo mismo, de modo que pueda encontrar en ti otro Yo mismo.
En estos tiempos necesito gran satisfacción y solo quien hace suyo a Mí mismo me la puede dar. Y lo que en Mí encontró el Padre, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfacción, completas y perfectas y para bien de todos, Yo lo quiero encontrar en estas almas como otros tantos Jesús que me lo hagan a la par de Mí, y estas intenciones las debes repetir en cada Hora de la Pasión que hagas, en cada acción, en todo.
Y si no encuentro mis satisfacciones...ah, para el mundo se habrá terminado; los flagelos lloverán a torrentes.¡Ah hija mía! ¡Ah hija mía!”