Mito 21:
El rezo del Rosario fue introducido por
Pedro el Hermitaño, en el año 1090 A.D.
Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
El Rosario forma parte de la mejor y más reconocida tradición de la contemplación cristiana.
Mito 21. El rezo del Rosario fue introducido por Pedro el Hermitaño, en el año 1090 A.D. Copiado de los Hindús y de Mahometanos en 1090 A.D. La repetición de rezos es una práctica pagana y claramente es condenada por Cristo (Mat. 6:5-13)
Refutación:
El contexto de Mt 6,5-13 muestra claramente que Cristo no se refiere al rezo del rosario (es otro anacronismo, que por lo demás no es una práctica pagana).
Hay una cosa que debemos recordar y que es la frase de este versículo: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles” (Reina Valera), el original griego pone προσευχοµενοι δε µη ßατταλογησητε ωπερ οι εθνικοι δοκουσιν γαρ οτι εν τε πολυλογια αυτων εισακουσθησονται. Una mejor traducción sería: “Mas, orando, no parloteéis como los gentiles, pues creen que en la abundancia de sus palabras serán oídos”.
Por lo tanto, no se refiere Cristo a la repetición de rezos, sino a la creencia de que por la verborrea el dios oirá al gentil. El verbo “battalogeo” es probablemente una onomatopeya, que deriva de batallos / battos, tartamudo.
El hecho es que Cristo dio orden a los discípulos de rezar el Padrenuestro, y desde entonces la Iglesia católica lo ha hecho fiel a su mandato, es decir, ha seguido rezando con la oración que Él enseñó a los discípulos (Mt 6,9; Lc 11,2). ¿Cómo puede contradecirse Cristo que impide se repitan rezos por un lado, mas por otro da la orden de rezar el padrenuestro? Por otro lado, Cristo mismo en Getsemaní repitió varias veces las mismas palabras con que pedía al Padre que si fuera posible le librara de esa hora, pero que se hiciera su voluntad: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras(Mt 26,39-44).
Asimismo, la repetición de palabras en oraciones e himnos está presente en la Biblia, como es la presencia del “aleluya”:
Salmo 113,9:Él hace habitar en familia a la estéril, Que se goza en ser madre de hijos. Aleluya.
Sl 15,8: Pero nosotros bendeciremos al Señor desde ahora y para siempre.Aleluya.
Sl 116,19: En los atrios de la casa del Señor, En medio de ti, oh Jerusalén. Aleluya.
Sl 117,1-2 Alabad al Señor, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, Y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.
Ap 19,1-6:
Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;
2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.
3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.
4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
El hecho de que se utilice una cuerda con cuentecillas o nudos para contar es algo común a cualquier pueblo. En dado caso, deberíamos quitar a los niños el ábaco con el que aprenden a contar, o deberíamos proscribir el empleo del Apocalipsis, que emplea el verbo típico para contar con piedrecillas o guijarros como es psefizo (Ap 13,18, cf Ap 2,17). El hecho es que no sólo los católicos emplean el rosario, sino también los monjes ortodoxos y aun algunos anglicanos.
En el Islalm se trata de un conjunto de entre 33 y 99 granos de ámbar para recitar los 99 nombres de Alláh. Se emplea entre hinduistas y budistas se trata de 108 granos (112 del budismo japonés). En el budismo los granos indican los 108 pecados de la humanidad.
Ahora bien, quisiera aclarar que en los diversas obras que he consultado, no se indica que Pedro el ermitaño se resintiera de influjo mahometano, budista o hindú; pero es que tampoco se dice que fue él quien introdujo el rezo del rosario. Pedro el ermitaño era de Amiens. Parece que fue primero soldado y luego se hizo eremita.
El año 1095 se hizo artífice de una de las campañas militares más desafortunadas de la historia. Hizo, en efecto, a la población francesa llamados vigorosos en favor de la cruzada. Se le sumó todo tipo de personas (se habla aun de mujeres y niños). El 1096 llegaron a Constantinopla, pero fueron exterminados por los turcos, pero Pedro sobrevivió a la reyerta. El año 1099 Pedro se adhirió a las huestes acaudilladas por Godofredo de Bouillón en la conquista di Jerusalén. El año siguiente regresó a Europa y fundó la abadía de Neufmoûtier en Bélgica.
Según otras fuentes, sin embargo, parece que la práctica del rosario inició en el S. XII como oración sustitutiva de los 150 salmos en los monasterios para los monjes iletrados. El hecho es que es también medieval la tradición de llamar a María “Rosa mística”, al tiempo que ha sido común adornar sus imágenes con corona de rosas, o se le canta como “jardín de rosas” (“rosarium” en latín). Los monjes se servían, pues, para contar las avemarías de granos enhebrados o nudos hechos en cuerdas.
En el S. XIII en Inglaterra el abad Étoienne de Sallai escribe unas meditaciones en que aparecen los 15 gozos de la Virgen, y cada uno terminaba con un avemaría.
En el S. XIV el cartujo Enrique de Kalkar subdividió el conjunto de las 150 avemarías en 15 decenas, insertando un padrenuestro entre decena y decena.
Sea lo que sea, quien más contribuyó a su propagación fue Santo Domingo de Guzmán, motivado sobre todo por la herejía albigenese a la que combatió con la devoción al rosario. En tiempos de Santo Domingo se relataban los misterios evangélicos y hacía recitar a los oyentes las avemarías. Lo que no lograba el predicados con sus “buenos” esfuerzos, lo insinuaba el avemaría en el interior de cada fiel.
La estructura actual se remonta sobre todo al XV gracias a los dominicos Alain de Rochelle en Flandes, Santiago de Sprenger y Félix Fabre en Colonia. Desde entonces se propaga la práctica del rosario con aprobaciones pontificias y cofradías.
Nadie mejor que el Papa Juan Pablo II para explicar el sentido del rezo del Rosario y su fuerte carga evangélica: Rosarium Virginis Mariae