PREGUNTA 307. DEBER DE LA LIMOSNA Estimado Padre Jorge: además de mandarle saludos y bendiciones desde México, quisiera saber su valiosa opinión, si tuviera tiempo para contestar a su humilde servidor, sobre qué actitud debe tomar uno como católico ante el conflicto a que se enfrenta uno con el prójimo, en que de primera vista necesita una limosna o una ayuda, y al mismo tiempo se da uno cuenta, que abundan personas que por irresponsables, atenidos y perezosos, son vividores del buen corazón de las personas que les dan. Uno ya no sabe si dar o no dar. Al mismo tiempo cuando uno da, queda la idea de que uno está solapando sus errores; pero cuando uno no da, queda el sentimiento de que uno no está siendo buen católico. ¿Cuál sería la mejor actitud a seguir de uno que quiere ser buen católico? Gracias por su fina atención, y que Dios lo bendiga. RESPUESTA: Tu consulta no tiene fácil respuesta. Yo mismo me he encontrado en esa situación repetidas veces. Mi norma es la siguiente: Si huele a vino o tiene pinta de drogadicto, me excuso y no le doy. Pero si no me consta que es para vicios, sí le doy. Es verdad que hay muchos que engañan. Pero yo prefiero dejarme engañar de uno que no lo necesita, que engañarme no dando al que lo necesita. Con todo, hay un modo magnífico para dar limosnas: CARITAS.
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