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IMITACION DE MARIA
Por Tomás de Kempis
» Introducción
LIBRO PRIMERO
Encontrar a María
1» Capítulo I
Cómo saludar a la gloriosa Virgen
2» Capítulo II
El consuelo de la Virgen María
3» Capítulo III
El recuerdo y la invocación de la Santísima Virgen María
LIBRO SEGUNDO:
Conocer a María
4» Capítulo I
María y el misterio de la encarnación
5» Capítulo II
María durante la infancia de Jesús
6» Capítulo III
La pérdida y el hallazgo de Jesús
7» Capítulo IV
Mujer, aquí tienes a tu hijo
8» Capítulo V
La comunión de María con Jesús
9» Capítulo VI
Oraciones a María que llora junto a la cruz
10» Capítulo VII
María y el misterio de la resurrección
11» Capítulo VIII
María medianera de la gracia
LIBRO TERCERO:
Amar a María
12» Capítulo I
A Jesús con María
13» Capítulo II
Eficacia del Ave María
14» Capítulo III
Efectos de la devoción a María
15» Capítulo IV
Recuerdo y devoción de María
16» Capítulo V
Dolores y consuelos de María
17» Capítulo VI
María nos muestra su Hijo Jesús
18» Capítulo VII
Invocación de los santos nombres de Jesús y de la Bienaventurada Virgen
LIBRO CUARTO:
Rogar y Cantar a María
19» Capítulo I
Oración para el amor y la alabanza de la Bienaventurada Virgen María
20» Capítulo II
Oración ante los sufrimientos de Cristo y de su Madre
21» Capítulo III
Oración a la Bienaventurada Virgen para obtener consuelo
22» Capítulo IV
Oración a la Bienaventurada Virgen María cuando surge una tribulación
23» Capítulo V
Oración a la Bienaventurada Virgen para la hora de la muerte
Capítulo VI:
Cantos a María
24» Quién es María
25» Tierna jovencita
26» Poesía sobre la Bienaventurada
Virgen
27» María prefigurada
28» La Navidad
29» Gema de pudor
30» La belleza de María
31» María nuestra salvación
32» Mira a la Estrella
33» Haznos dignos
34» La Madre de la misericordia
35» La excelencia de María
36» Salve, Reina de los cielos
37» "Salve, oh bellísima"
38» "Alégrate, oh Reina del cielo"
39» María Reina y Puerta del cielo
40» Reina y Señora del mundo
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» Introducción
Entre los muy numerosos y considerables escritos de Tomás Hemerken, más
conocido como Tomás de Kempis (1380-1471), se han tenido en cuenta sobre
todo aquellos que, armónicamente completados en cuatro libros, ostentan el
título de Imitación de Cristo. De esta obra nos han quedado innumerables versiones
en varias lenguas en el transcurso de los siglos, dado que, después de la
Sagrada Escritura, ha sido siempre el más leído y es considerado, con todo derecho,
la guía espiritual de quien se propone cultivar en serio su propia vida interior.
Bossuet lo definió como "el quinto Evangelio" y el padre Olivet: "el más
hermoso libro salido de las manos del hombre, ya que el Evangelio ha salido de
las manos de Dios.
Con este libro de oro se formó un contingente de santos, como surge de la biografía
de no pocos de ellos. Causa extrañeza, sin embargo, que al ordenar los
escritos de Tomás de Kempis, no se haya advertido la oportunidad de recopilar
en un volumen aquéllos, igualmente preciosos, de contenido mariano.
Fue una
grave omisión.
En efecto, por una parte se descuidó todo lo que el autor había
escrito, magníficamente por cierto, acerca de la Virgen como "providencial camino
a Cristo y Dios y por otra parte se mantuvo prácticamente oculto a muchas
almas, durante siglos, el providencial camino mariano, trazado por los escritos
del auténtico maestro de espiritualidad.
No faltaron por cierto otros
autores que hablaran, incluso de modo eximio, sobre la importancia de la Virgen
en nuestra vida interior. Pero el punto en cuestión es que, al presentar esa
cumbre de ascética cristiana que es la Imitación de Cristo, se dejo en silencio
otra cumbre de la misma: la referida a María, tan bien ilustrada por Tomás.
Cumbre que mantiene su condición de tal porque ha sido querida por Dios.
En suma, parece que de esta manera casi se ha mutilado desconsideradamente
un maravilloso magisterio. Mientras leía los siete tomos en los que M. J.Pohl ha
reproducido, en forma crítica, los escritos de Tomás de Kempis, me quedaba yo
cada vez más encantado frente a las bellísimas páginas acerca de la Virgen,
preguntándome cómo era posible que nos hayan presentado una Imitación de
Cristo, excelsa pero prácticamente incompleta ya que no habla de María, la cual
en los escritos y en el pensamiento del autor resulta inseparable de Cristo.
No
ha faltado quien, antes de mí, haya procurado interesarse por estos escritos
marianos en tiempo relativamente cercano, pero no de manera sistemática y orgánica. Sin embargo, sólo con los padres monfortianos Locatelli y Ferragamo
se intentó recientemente una primera sistematización orgánica con la respectiva
versión en italiano.
Ordenaron oportunamente el trabajo en cuatro libros y lo titularon Imitación
de María en analogía con la Imitación de Cristo.
Pero el trabajo, salvo para los
que tuvieron la suerte de conocerlo, no parece haber roto la cortina de silencio
que rodeaba los mencionados escritos. Debí afrontar una doble dificultad en la
selección y en la organización de todos los escritos marianos de Tomás de
Kempis y en su traducción al Italiano. La primera era inevitable, puesto que el
autor no había concebido ni ordenado tales escritos con la intencionalidad de
constituir un trabajo unitario.
La segunda nos aconsejó respetar la plenitud
semántica del texto latino y las mismas preferencias del éxito que lo valorizan,
evitando lo que lamentaba Francesco D 'Ovidio, según el cual todo traductor es
siempre un poco traidor.
Con respecto al texto publicado por los padres Locatelli y Ferragamo, consideré
útil conservar la división en cuatro libros, distribuidos en capítulos y subdivididos
en párrafos enumerados. Pero me he servido de un criterio personal,
que he juzgado más idóneo para la compilación de todos los textos marianos del
autor; sin omitir ninguno, como también para su más adecuada organización y
distribución en atención a un desarrollo lógico y consecuente.
Además, me pareció
útil ponerle a cada libro un título que indicase su contenido. Para la traducción
al italiano, he seguido la edición crítica de las obras latinas del autor
realizado por Pohl.
Este trabajo, que he procurado presentar con sistemática organización la preciosa
enseñanza de Tomás de Kempis acerca de la Virgen, resultará una novedad
para la mayor parte de los lectores, como ya se ha dicho.
También lo será para no pocos cultores de teología y de espiritualidad y puesto
que a Cristo se va a través de María, la Imitación de María se presenta como
un precioso itinerario hacia él.
Junto con la Imitación de Cristo, constituirá un
inseparable binomio. Algo así como una vía providencial para cuantos desean
comprometerse seriamente en la vida espiritual. Todo esto nos ayudará a comprender
mejor la función maternal de María para con nosotros y su inseparabilidad
de la de Cristo, como afirma el cardenal Anastasio Ballestrero en su hermoso
volumen titulado II misterio di Maria (Piemme, 1995). "No soy yo quien
busca a María, sino que es Dios quien me la ofrece; no soy yo quien la ama, sino que es el Señor quien me indica que la ame".
Somos llamados para amar a María
como ha sido amada por Cristo y; antes aún, por Dios Padre. ¿Qué suscita en
nosotros esta fe? ¿Qué significa llevar adelante una relación personal con la
Virgen, conscientes de que no somos nosotros quienes buscamos a María, sino
que es el mismo Dios el que la pone en nuestro camino, el que la pone en nuestra
vida del mismo modo como puso en ella el misterio de la encarnación?
En un mundo en el que el sentido del pecado ha desaparecido, el sentido del
bien se encuentra por lo menos apocado por el relativismo, y la transparencia
de la vida es una utopía; en un mundo que ya no cree en la pureza de la conducta, contemplar a María puede ser un viático para nosotros, puede dar a nuestra
vida profundas aspiraciones.
ROMOLO SBROCCHI
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