29» Jesús: Hijo de Dios Vivo

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

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30-Mar-94 La Santísima Madre

1) Hijitos Míos: Consideren a Jesús como Dios y díganle con el Profeta rey: Tú eres mi Dios. Los suyos no quisieron recibirlo en esa calidad. Para reparar esa injuria, recíbanlo bajo este título en la Eucaristía.

2) Digan con Pedro y Marta que Él es el Hijo de Dios vivo. Adoren con profundo respeto Su divinidad, junten sus adoraciones a las de los ángeles que están allí presentes. Mediten sobre Su poder, Su sabiduría, Su bondad, Su justicia, Su misericordia, Su santidad y demás perfecciones que son infinitas.

3) Reconózcanlo por el Creador de todas las cosas, denle gracias por la vida que les ha dado. Pídanle perdón por haber manchado la obra de sus manos con tanto pecado. Ruéguenle que Él reforme sus vidas, que los haga nuevas criaturas, que se edifique en ustedes un templo, se levante un trono y se críe un cielo para hacer en él Su morada.

4) Consideren a Jesús como Pontífice que representa a Dios, su Víctima que es Él mismo. Es santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores, más elevado que los cielos, perfectamente agradable a Dios y lleno de caridad para con ustedes... Penetren en Su Corazón con una fe viva, para notar el celo con el que, por su salvación, ofrece a Dios Su persona, Su trabajo, Su muerte y Su sangre.

5) Hijitos míos, está allí para recibir todo. Háblenle...
Ofrézcanse también al Padre con Él, ruéguenle que se
ofrezca Él mismo, y que se ofrezca con ustedes y con todo lo que les pertenece. Prométanle llevar en adelante una vida de víctima, muriendo a todo lo que no es de Dios...

6) Reconózcalo como Amigo, contemplen Su grandeza, Su riqueza, Su generosidad y el amor que les manifiesta. Allí está para regocijarlos y aliviarlos en sus males: agradézcale Su bondad, ábranle sus corazones y díganle todas sus necesidades, rogándole que las remedie... ¡No saben el deseo que tiene de ayudarlos!... Conságrenle todos los afectos de sus corazones y diríjanle los actos de amor más
grandes que les sea posible.

7) Mírenlo como a Conductor. Reconozcan su excelencia, la caridad y la habilidad de este conductor que les enseña las sendas de la vida, anda por ellas con ustedes, les allana el camino, los lleva en Sus brazos, los alimenta con Su carne y sangre y los protege contra todos sus enemigos.

8) Agradézcanle y pídanle perdón por haber abandonado Sus senderos tantas veces, para andar por los del enemigo. Prométanle seguir en adelante muy fielmente, pídanle la continuación de Su caridad, únanse a Él para no descaminar y perderse. No solo es el conductor que los lleva, sino también la luz que alumbra sus pasos, el camino que andan y el término donde se dirigen, que es la vida eterna.

9) Contémplenlo como a Consolador. Vean la grandeza y el poder de este Divino Consolador: Su bondad lo hace sentir vivamente todas sus desgracias y lo obliga a descender expresamente desde el cielo sobre ese altar, por venir a consolarlos, no de un modo seco y estéril como hacen los hombres, sino poderoso y eficaz, dándoles todos los socorros que desean.

10) Su poder no reconoce nada que sea en exceso y no tiene más que decir una palabra para poner fin a todas las miserias... Siéntanlas vivamente, conozcan sus enfermedades, las llagas que les han hecho sus enemigos, la pobreza y la imposibilidad que tienen... Pídanle auxilio y poniendo en Él toda su esperanza, aguarden Sus divinos consuelos con una humilde confianza y ruéguenle que derrame Su alegría, Su
paz y Su amor en sus corazones.