3. Secretos y Juramentos Masónicos
Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net
1. 11. - La Masonería, Asociación Universal.- Su unidad.
Se suele distinguir entre la masonería inglesa o anglosajona y la
masonería latina, y no falta algún fundamento para esta distinción, dado el
distinto modo de proceder que tienen las logias de una y otra raza; más aún, no
ha mucho ha habido una ruptura entre las logias inglesas y americanas anglosajonas
y las latinas, a causa de la extrema irreligiosidad y materialismo de que
éstas hicieron profesión.
Eso no quita, sin embargo, que haya entre ellas no sólo la comunidad de
origen, sino también la unión en el espíritu general de los ritos simbólicos, y se
puede asegurar sin peligro de equivocarse, que reina la unión en la ocultísima
dirección suprema, de la cual la casi totalidad los masones no se da cuenta,
porque todo está muy bien arreglado para cazar incautos que no se den cuenta.
Esta dirección suprema juega al tira y afloja, según las conveniencias de tiempos
y lugares; sabe esperar, sabe retroceder cuando le conviene, para no
comprometer el terreno ganado y las posiciones ventajosas para nuevas
conquistas en el porvenir.
Desde el fin del último siglo, una gran asamblea de los
principales jefes decretó que un masón admitido a los tres primeros grados, sería
reconocido por hermano legítimo en todas las logias de cualquier rito que
fueren; lo cual no es arbitrario, puesto que toda la masonería está encerrada en
los tres primeros grados, de los cuales los demás no son más que explicación o
reproducción. Como se ha dicho, todo es cuestión de entender con mayor o
menor perfección lo que se profesa en los tres primeros grados que son comunes
a todas las logias. ‘Estos son el texto, dice Mackey, y los altos grados son el
comentario’ (Preuss, A. F. 381.)
Es evidente que no hay unidad de ritos; pero esta variedad ‘no afecta la
universalidad de la Masonería. El ritual es sólo la forma externa y extrínseca. La
doctrina de la Francmasonería es la misma en todas partes. Es el cuerpo
inmutable quedando en todas partes el mismo.’ Así lo afirma el Dr masón
Mackey wn la Encyclopedia (Preuss, A. F. 385.)
Después de expresar el deseo de que aún el ritual sea más perfecto y en
todas partes semejante, continúa el mismo Dr.•. ‘Pero si esto es imposible, como
lo es, al menos nos ha de consolar el que mientras las ceremonias o el ritual
hayan variado en diferentes períodos y aún varíen en diferentes países, la
ciencia y la filosofía, el simbolismo y la religión de la Francmasonería continúa
y continuará siendo la misma dondequiera que la verdadera Masonería sea
practicada’ (Preuss, A. F. 386.)
Esa consecuencia la prueba en seguida el Doctor
masón examinando los símbolos que se usan en las logias, el derecho de visitar
las logias concedido a todo masón de cualquiera logia o país que sea, sin que las
pocas excepciones establecidas por algunas logias de los estados unidos,
alcancen a destruir la ley general; de modo que de esa unión resulta el vínculo
sagrado que, como él dice:
‘Reúne a los hombres de las más discordantes
opiniones en una banda de hermanos, que no da sino un mismo lenguaje a
hombres de todas las naciones y un altar, a hombres de todas las religiones’, y
con razón, por tanto, ese vínculo se llama ‘el Músico Lazo’ y los masones, por
estar unido bajo su influencia a gozar de sus beneficios, son llamados
‘Hermanos del Místico Lazo’ (Preuss, A.F. 391-392.)5[5]
De ahí que ‘las autoridades masónicas unánimemente afirman que la
Franc-Masonería por todo el mundo es una y que toda la Franc-Masonería no
forma realmente sino una Logia’ (Cathol. Encycl..)
¿Cómo se explica, entonces, la ruptura de relaciones con el Gran Oriente
de Francia, a causa del ateísmo de que éste hizo profesión, cambiando el artículo
1° de la Constitución de 1812, párrafo II, donde se profesaba la existencia de
Dios y la inmortalidad del alma? La distinción entre Masonería esotérica, u
oculta, y exotérica, o externa, lo explica fácilmente. Es cuestión de táctica:
En
Francia se creyó el mundo masónico suficientemente preparado para recibir la
profesión del ateísmo y ésta se estableció; en Inglaterra y Estados Unidos no
estaba preparado para tanto y vino esa ruptura, puramente exterior, que afecta
solamente a los mal instruidos en los principios de la Masonería, no a los de
grados superiores que están penetrados de esos principios. Ya veremos que en
Estados Unidos se prepara rápidamente el terreno para llegar a la misma
declaración de ateísmo.
Para apreciar mejor en lo que vale la diferencia entre la Masonería inglesa
y la latino-americana, en lo que concierne a la Religión, conviene tener a la vista
el 1° de los seis artículos de los ‘Old Charges’ (antiguas obligaciones) de la
Constitución de la Gran Logia Inglesa, redactada por Anderson en 1723,
restaurado en el ‘Libro de las Constituciones’ de 1756 y 1813. Dice así: ‘Un
masón está obligado por su profesión a obedecer la ley moral y si entiende
rectamente el arte, jamás será un Ateo estúpido ni un Libertino irreligioso.’
‘Pero aunque en tiempos antiguos los masones estaban obligados en cada
país o nación, a tener la religión nacional, sin embargo se tiene ahora por más
conveniente obligarlos solamente a aquella Religión en la cual todos los
hombres convienen, dejándoles para sí mismos sus opiniones particulares: esto
es, ser hombres buenos y veraces, u hombres de Honor y Honradez, cualesquiera
que puedan ser las Denominaciones o Persuasiones que los distingan. Por donde
la Masonería llega a ser el Centro de Unión y el Medio de ajustar verdadera
Amistad entre Personas, que deberían haber quedado a perpetua distancia.’
La Constitución Gothica (Cristiana) de las antiguas Logias de operarios
masones, antes y después de 1747, decía: ‘La primera obligación es que Ud. sea
fiel a Dios y a la Santa Iglesia y no profese error o herejía.’ La diferencia salta a la vista.
La nueva redacción está calculada para admitir en la Masonería a todos,
aún a los Ateos, con tal que no sean estúpidos, y si bien se examinan las cosas,
aún éstos tienen cabida, como de hecho hay muchos en las logias de todas las
naciones. Cualquiera puede ver también a lo que se reduce la religiosidad que se
exige a los masones.
De ese verdadero alcance de la Constitución Masónica inglesa, provino
que el cambio hecho por el Gran Oriente de Francia, encontró aceptación en
muchos masones de Estados Unidos.
Tanto es así que, a pesar de que la Gran Logia de Inglaterra exige, por
resoluciones tomadas en 1878, la fe en el Gran Arquitecto del Universo, son
reconocidos como masones, aquellos que como Spencer y otros filósofos
naturalistas de ahora llaman Dios el principio oculto todopoderoso que obra en
la naturaleza, o como los que siguen el ‘Handbuch’ (3ª. De. II, 231) y sostienen
como dos columnas de la Religión ‘el sentimiento de la pequeñez del hombre y
de la inmensidad del tiempo y del espacio’ y ‘la seguridad de que todo lo que es
real tiene su origen en el bien.’
Todo en la Masonería está lleno de ambigüedades. Los textos, de 1723 y
1738, de la ley fundamental concernientes al Ateísmo, son ambiguos de
propósito. El Ateísmo no es condenado positivamente, sino desaprobado apenas
lo suficiente para encarar las exigencias del tiempo, cuando su franca admisión
habría sido fatal a la masonería. Cath. Encycl. Masonry.
1. 12. La Asociación Masónica Internacional.
Desde 1902, gracias a los subsidios regulares de 25 Potencias Masónicas
y a los donativos de generosos hermanos, había funcionado en Neufchatel la
Oficina Masónica Internacional, bajo los auspicios de la Gran Logia Suiza
Alpina y debido a los esfuerzos del H.•. Quartier la Tente.
Últimamente, en 1921, ha quedado establecida en Ginebra la Asociación
Masónica Internacional con el nombre de ‘Federación Masónica’, cuyos
estatutos pueden verse en ‘Documentation Catholique’, 1923.
13.- Secreto masónico.
El secreto forma parte de la esencia misma de la Masonería: el día en que
se dejara a un lado el secreto, ese mismo día estaría irremisiblemente perdida.
No se organizan sociedades secretas para marchar al unísono con la sociedad en
que se vive: el secreto es necesario precisamente cuando se quiere conspirar
contra ella.
Los masones suelen negar que la Masonería sea una sociedad secreta.
Refiere Copin-Albancelli que el H.•. Limosín, director y fundador de la Revista
masónica ‘L’Acacia’, en el curso de una polémica, en 1903, le afirmaba que
cometía el más grosero de los errores afirmando que la Masonería es una
sociedad secreta. ‘Sociedad discreta’, le decía, ‘no secreta.’ El mismo Limosín,
en un discurso inserto en el número de julio de 1907 de la ‘Societé de Statistique
de Paris’, insiste en la misma afirmación, y para probarla, cita una cantidad de
príncipes y reyes que han pertenecido a la Masonería. En el debate que tuvo
lugar en la Cámara de Diputados de Chile, hace unos ocho años, más o menos,
uno de los miembros de la Masonería más altamente graduados en las logias, se
esforzó en reducir el juramento del secreto al ‘compromiso de no revelar los
medios de reconocimiento entre los miembros’ de las logias. ‘Eso es todo’,
decía. Pero en esto, como en muchas otras cosas de la Masonería, o no se sabe lo
que se dice o se falta lisa y llanamente a la verdad. El secreto masónico no se
reduce a eso sólo; eso no es todo, con permiso del mismo Gran Maestre chileno.
Pueden verse en Dom Benoit y en Serra (T. II, 93-94) lo que al respecto
establecen varias logias o fórmulas; pero se puede decir que, como uso general son objetos del secreto ‘no sólo doctrinas y medios generales, sino también
doctrinas especiales y medios particulares, órdenes diarios, planes, planes,
consignas, &c.
Es secreto el fin de la Masonería, no sólo para los profanos, sino también
para la mayor parte de los adeptos; se engaña al mundo sobre las doctrinas que
se enseñan en las logias y a las logias inferiores se ocultan las doctrinas
enseñadas en las superiores; se oculta, también, no sólo al mundo profano, sino a
las logias inferiores, los planes que se forman en las logias y las personas que en
ellas intervienen. La misma organización de la Masonería en forma de sociedades superpuestas unas a otras, de las cuales las inferiores son profanas
para las superiores, el recuerdo del secreto en cada reunión y en cada logia, está manifestando que es una sociedad secreta, y que oculta algo a sus mismos
adeptos, comenzando por ocultarles la Dirección Suprema y el Fin Supremo de
la institución.
Hablando de sí mismo, dice Copin-Albancelli: ‘Podría creerse que yo
debía conocer perfectamente la cuestión masónica, puesto que yo había pasado
seis años en los talleres de la Viuda (Así se llama la Masonería.) Sin embargo,
nada de eso había. Yo podía imaginarme conocerla; en realidad no la conocía: no
sabía de ella sino lo que había visto. Y lo que se ve en la Masonería, seáis o no
masones, no es sino una apariencia destinada a engañaros sobre lo que no
veis… Yo había sido sucesivamente aprendiz, compañero, maestre y rosacruz.
Había ocupado oficios de secretario, de orador y de primer vigilante en mi logia.
Había dispuesto dos veces del de venerable, que había hecho dar a los que creía
más capaces que yo para asegurar la prosperidad del taller. También había sido
nombrado desde mi entrada al capítulo La Clemente Amistad, secretario de ese
capítulo. Yo había sido, pues, ‘una luz’ capitular. Una circunstancia, de la cual
tendré ocasión de hablar después, me había permitido entrever que detrás el
mundo masónico exista un mundo, más secreto aún que éste, no sospechado ni
para él, tanto como para el mundo profano… A pesar de todo, lo repito, no
sospechaba lo que era la asociación de la cual había sido miembro activo. ¡Con
tanta habilidad están dispuestas las cosas para ilusionar a los masones y a los
que no lo son!’ (Copin, P.O. 43-44.)
14. La Masonería pone especial empeño en ocultar su fin a los profanos y a sus
propios miembros.
La prueba está en que no hay nadie que pueda decir con certeza cuál es el
fin de la Masonería, y eso que ya lleva dos siglos de existencia en la
organización actual. ¿Es un fin filosófico? ¿Es un fin de beneficencia? ¿Es un
fin anticatólico? ¿Es un fin liberal? ¿Recreativo? ¿Pornográfico? ¿Satánico? Hay
partidarios de las respuestas afirmativas para cada una de estas preguntas. Y esto
no sucede sólo entre profanos sino entre los mismos masones. Es natural.
Óigase lo que dice Pike, uno de los doctores de la ciencia
Masónica: ‘Los grados azules (así se llaman los tres primeros grados) no son
más que el pórtico externo del pórtico del Templo.’ (El trabajo de la Masonería
es la construcción de un templo espiritual.) Parte de los símbolos se explican ahí
al Iniciado, pero es intencionalmente engañado con falsas interpretaciones. No
se intenta que él los entienda, sino que se imagine que los entiende. Su
verdadera interpretación es reservada para los Adeptos, los Príncipes de la
Masonería…’ (Preuss, A. F. 12.) ‘La Masonería, dice el mismo Pike, como todas
las Religiones, todos los Misterios, Hermeticismos y Alquimias, oculta sus
secretos a todos, menos a los Adeptos y Sabios o Electos y emplea falsas
explicaciones e interpretaciones de sus símbolos para engañar a aquellos que
merecen ser engañados; para ocultarles la Verdad, que se llama Luz y apartarlos
de ella’ (Preuss, A.F. 13.)
Preguntad a los masones cuál es fin que se propone la Masonería y
la mayor parte os responderá que es la beneficencia o que es el socorro mutuo en
el trabajo, en el comercio, &c. Otros, los aficionados a banquetes, tal vez os
digan que es el tener de cuando en cuando unos momentos de expansión entre
amigos, &c. Otros os dirán que es el estudio. No es de creer que todos ellos
digan lo que no sienten, y sin embargo, sus respuestas mismas están
manifestando que no saben nada de la historia de la Masonería. Son víctimas de
ese engaño intencional de que habla Pike.
La Masonería pone especial empeño en despistar a sus propios adeptos
acerca de los grados superiores, por medio de los símbolos, de los rituales y de
su misma organización. Así, por ejemplo, cuenta Copin-Albancelli que al
aprendiz se le procura inculcar la idea de que todos los masones que él ve con
las insignias de los cordones, son maestros; y si después se da cuenta de que hay
otros grados más altos, se le dirá que esos grados más altos no valen nada; que la
prueba es que el H.•. X o el H.•. F. están como todos los demás muy sujetos al
Venerable, siendo de estos altos grados, y por si acaso continúa en sus
curiosidades sobre los altos grados, se le cuenta una leyenda que tiende a hacer
creer que los masones de altos grados son más bien inferiores a los maestros, por
tener la debilidad de ser aficionados a los galones. Los maestros son los masones
‘perfectos’, según el ritual; los demás no han sabido comprender el sentido
elevado de esa expresión; se han dejado tentar por lo que ellos han creído ser
una dignidad, y allí están en las logias superiores, sin tener nada que hacer. Y si
se admiran de que la Masonería esté favoreciendo una debilidad sin objeto,
como ésa, se les responde que se tolera por pertenecer a la herencia de las
tradiciones que no hay que abandonar, y así se procura tranquilizar al aprendiz,
que no mira como superior suyo sino al Venerable, cuya elección depende
también de su voto (Copin, P. O. 217-219.)
Lo mismo pasa el maestro, a quien se le procura ocultar la existencia, o al
menos la importancia, de los grados superiores, y se le inspira la idea de que la
Masonería Azul, como se llama la de los tres grados inferiores, es toda la
Masonería. A eso van encaminadas ciertas preguntas y respuestas del Catecismo
Masónico de su grado, y como la cosa le halaga, fácilmente se queda con esa
idea. Para eso también, en el orden administrativo, no se hace diferencia de
grados y suele suceder que un maestro sea el Venerable en una logia donde hay
masones de altos grados, lo cual le confirma en la idea que se la procurado
inculcar.
La verdad, es, sin embargo, que los altos grados han sido creados,
precisamente, para ocultar algo a los grados inferiores. ‘Como los tres grados de
la Masonería ordinaria, dice Luis Blanc, masón, comprendían un gran número
de hombres opuestos por estado y por principios a todo proyecto de subversión
social, los novadores multiplicaron las gradas de la escala mística por subir:
crearon las traslogias reservadas a las almas ardientes; instituyeron los altos
grados… santuario tenebroso cuyas puertas no se abrían al adepto sino después
de una larga serie de pruebas calculadas para comprobar los progresos de su
educación revolucionaria, para probar la constancia de su fe, para ensayar el
temple de su corazón.’ Por eso dice la ‘Orthodoxie Maconnique’ que la
Masonería, invadida, por decirlo así, y tomada de asalto en sus primeros grados
por el vulgo, se ha refugiado en los grados superiores’ (Benoit, F. M. I, 252-
253.)
En el grado 29 del Rito Escocés Antiguo Aceptado, grado del Gran
Escocés de San Andrés, el Patriarca, en la recepción al grado, declara al neófito
que todavía no se le revelan los secretos de la Masonería: ‘Debéis creer
firmemente, le dice, que lo que habéis aprendido hasta este día, es nada en
comparación de los secretos que ciertamente os serán revelados o continuación,
si vos sois Electo y si no os hacéis indigno.’En cuanto a los misterios ocultados
allí (bajo esos problemas) no puedo aún revelároslos; pero llegará el tiempo en
que los penetraréis, &c.’ (Benoit, F. M. I, 288.) Esto pasa en el grado 29. ¿Qué
habrá que decir de los tres primeros grados?
La Dirección Suprema de la Institución es lo más oculto que hay en
la Masonería, más aún que las verdaderas doctrinas, que al fin y al cabo, como
después se verá, llegan a traslucirse al través de los velos y símbolos que las
envuelven. Que hay una Dirección Suprema oculta, distinta de los Grandes
Orientes o Grandes Logias, que son las altas direcciones visibles, no hay que
dudarlo. De otro modo no se explicaría la unidad y universalidad de la
Masonería, a pesar de las rupturas externas, ni tampoco la uniformidad de acción
que se ha desplegado por ella en distintas jurisdicciones en algunas épocas.
Después de lo que se ha dicho sobre el secreto en la explicación de las doctrinas
y sobre la existencia de los altos grados, se comprende fácilmente que la casi
totalidad de los masones, como todo el mundo profano, ignore dónde está el
centro de esa unidad de la Masonería y quién y quiénes son los que dirigen esa
vasta organización. Lo que diré de los príncipes o reyes masones poco después,
confirmará el secreto de la dirección suprema de la Masonería.
La ley común de la discreción y del secreto, que al decir de Mackey, en su
Masonic Ritualist, es la esencia misma de la Masonería; esas virtudes del secreto
y del silencio, que son la misma esencia del carácter masónico, según el mismo
autor, no se guarden sólo con los profanos, sino con los mismos hermanos de
grados inferiores, de modo que ellos saben poco más que nosotros, si no
estudian fuera de las logias lo que es su institución.
15. Un parangón con la Iglesia Católica.
La Masonería dice a sus adeptos y a todo el mundo que es una institución
que investiga y enseña la verdad. La Iglesia católica también dice lo mismo.
Pero la Masonería oculta esa verdad a sus propios adeptos a tal punto que ni
siquiera en los grados cercanos al último se la enseña claramente y del todo. La
Iglesia católica, desde el principio, a todos, sin ninguna distinción, enseña todos
sus misterios, y todo su interés y afán está en que su doctrina sea conocida de
todo el mundo, de sus mismos enemigos y perseguidores. Si lo que la Masonería
enseña es la verdad, ¿por qué teme tanto la luz? Si es la verdad, ¿por qué tanto
egoísmo para ocultarla, aún a los propios adeptos?
16.- Los juramentos masónicos.
El secreto o los secretos masónicos están sellados con gravísimos
juramentos, que se van renovando y recordando con toda frecuencia. He aquí la
fórmula del juramento, sobre el secreto, que se ha usado en el grado aprendiz en
Inglaterra, Escocia, Alemania y en las logias del rito escocés de Francia, durante
un tiempo, al menos. Decimos así, porque cuando la Masonería se ve
sorprendida en algunos de sus secretos, suele cambiar de decoración, de rituales
y de todo, a fin de mantener engañados a los suyos y a los profanos. He aquí
dicha fórmula de juramento: ‘Juro en nombre del Arquitecto Supremo de todos
los mundos no revelar jamás los secretos, los signos, los toques, las palabras, las
doctrinas, los usos de los Francmasones y de guardar sobre todo ello un silencio
eterno. Prometo y juro a Dios no descubrir jamás cosa alguna ni por la pluma, ni
por señales, palabras o gestos; no hacer jamás escribir, litografiar, imprimir ni
publicar cosa alguna de lo que me ha sido confiado hasta ahora y pueda
confiárseme más adelante. Me obligo y someto al castigo siguiente, si falto a mi
palabra: que me quemen los labios con un hierro candente; que me corten la
mano y el cuello y me arranquen la lengua; que mi cadáver sea colgado en una
logia durante la admisión de un nuevo hermano, para que sirva de borrón a mi
infidelidad y de horror a los demás; que sea quemado después y las cenizas
echadas al viento para que no quede ningún rastro de la memoria de mi traición.
Así Dios me ayude y su santo Evangelio. Así sea. (Eckert, T. I, 33-34.)
Naturalmente, esta fórmula ha sido modificada donde se ha echado ya a un lado
todo cristianismo positivo, y en nombre de Dios ha sido reemplazado por los
estados generales de la orden, por el honor, por la espada, &c. El juramento se
renueva en cada aumento de salario. Quizás más tarde se presentará la ocasión
de dar a conocer otras fórmulas de juramentos masónicos. (Ver, por ejemplo,
Benoit, F. M. I, 386 sigs..)
1. 17. El secreto ante la conciencia.
Antes de pasar adelante, no estará de más que interroguemos a nuestra
conciencia sobre un secreto tan absoluto, tan sin restricciones, como es el de los
masones6[6]: Este secreto se promete con juramentos terribles, como acabamos de
ver, sin saber nada acerca de la materia del secreto y sin saber si ese juramento
no va a encontrase en oposición con otros deberes más fundamentales que
tenemos como ciudadanos, como miembros de la Iglesia o como simples seres
racionales. He ahí, desde luego,, lo que detiene de entrar en la Masonería a la
gente de conciencia bien cultivada: ¿Y si bajo este secreto tan severo y tan
universal se me pide algo contra mi conciencia? ¿Y si se me pide algo contra la
patria? ¿Y si se me pide algo contra mi Religión o mi familia?
1. 1. El secreto ante el sentido común.
He oído decir a muchos que han sido invitados a entrar en la Masonería,
que ellos ha respondido que no ven para qué tanto secreto; que para hacer el
bien, como dicen los masones, no hay para qué esconderse tanto, &c. Han
hablado, sin duda, el lenguaje del sentido común: si no deseamos hacer el bien
con un bombo, tampoco debemos hacerlo tan oculto que despertemos
desconfianzas sobre nuestro buen proceder; ya que es propio de los malhechores
buscar las tinieblas (para obrar en ellas,) según el dicho del Evangelio: ‘El que
obra mal odia la luz.’ Ya veremos después cuál es ese bien que hace la
Masonería.
No sólo es idea cristiana sino también muy de razón natural para todo el
que admite la verdadera libertad, con todas sus consecuencias, la de la
responsabilidad de nuestros actos. El secreto tiende a debilitar el sentimiento o
conciencia de nuestra responsabilidad, facilitando los medios de burlar las
sanciones sociales o públicas que esos actos merecen. Además, cualquiera se
pregunta: ¿Las doctrinas y los hechos de la Masonería son cosa buena o mala?
Si son cosa buena, ¿por qué privar al resto de los hombres de ese bien? Si son
cosa mala, claro es que la conciencia debe repudiarlo y no entrar en tal
asociación.
La Iglesia Católica es una sociedad que profesa hacer el bien y no sólo no
se oculta para hacerlo, no sólo no oculta sus enseñanzas, ni esconde sus
misterios y sacramentos, sino que todo su anhelo es que sean aprovechados de
todos los hombres. ¿Por qué? Precisamente, porque cree que esas enseñanzas y
esos misterios son cosa buena, y quiere participar de ese bien a todos los
hombres. Esos pensar con sinceridad en el bien que se hace o se posee. ¿Por qué
la Masonería hace a un lado al pueblo?
1. 19. Los juramentos masónicos ante la moral.
Los masones suelen jurar, al menos en los primeros grados y donde se
quiere salvar cierta apariencia de religión, sobre la Biblia y por el Gran
Arquitecto del universo, que algunos entienden que es Dios y otros que es la
Naturaleza y ésta todavía la entienden de distintos modos. ¿Qué valor moral
tiene ese juramento? ¿Estará el masón obligado en conciencia a cumplirlo como
cualquier juramento legítimo? La moral responde que no: La razón es, porque si
pone a Dios por testigo y garantizador de lo que se promete, contra los dictados
de la prudencia y de toda razón y conciencia. Dios no puede servir de firmeza a
un acto por el cual más bien se le ofende que se le honra. Menos aún ese
juramento puede tener firmeza para un católico, a quien está severamente
prohibido y bajo pena de excomunión, un acto semejante. No podemos invocar a
Dios como fiador de la culpa.
Si se invoca a la naturaleza como fiadora y testigo de nuestro juramento, y
sin ninguna relación con el Creador, que se desconoce, en este caso se concibe la
naturaleza como un ser sin inteligencia, que no es capaz de oír ni de afirmar
nuestra promesa o juramento y tanto da invocarla como no invocarla. Lo mismo
hay que decir del honor, cosa a veces tan discutible como fugaz.
5[5] El objeto de los trabajos mas.•. es siempre el mismo y de ninguna manera lo alteran las
diferencias que pueden existir en los diversos ritos seguidos en el Tall.•. (Const. De la Ord.•.
M.•. en Chile; Tit. II. Art. 17. 1862.)
6[6] Copin-Alancelli cuenta que él hizo el juramento con restricciones, que se disimuló
recibiéndolo muy bien. Pero, ¿cuántos tienen esa entereza de carácter?