9. La Masonería y la política
Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net
1. 84. La Masonería y la política.
‘La Masonería no se ocupa… de las constituciones civiles de los
Estados… debe respetar y respeta las simpatías políticas de sus miembros… En
consecuencia, toda discusión que tienda a este objeto, queda expresa y
formalmente prohibida.’
Así dicen las constituciones masónicas. Veamos si dicen tanta verdad,
como cuando se trata de religión. A este propósito no estará demás citar los que
dice Copin-Albancelli: ‘Durante ciento cincuenta años la Francmasonería ha
afirmado, ha proclamado en sus estatutos, como lo hemos dicho, que no ocupaba
de política y que aún prohibía en las logias toda discusión que pudiera tener
relación con esta materia.
Pues bien, ¡cosa verdaderamente extraordinaria de
parte de una asociación que no se ocupa de política’! Ella apareció súbitamente
en posesión de todos los puestos del Estado durante la Revolución, y en nuestros
días se le ve renovar este milagro!
‘Agregaremos que se necesitarían volúmenes para citar todos los
documentos que probarían que las reuniones de sus talleres están llenas por las
discusiones políticas, a pesar de la declaración que está contenida en los
estatutos.’
Y no de otro modo se podría explicar el hecho de que en 1900 ‘los
masones, que no eran sino veinticinco mil en Francia, tuvieran más de
cuatrocientos senadores y diputados, o sea un senador por sesenta masones,
mientras que para el resto de los franceses, la proporción no era de un senador o
diputado por diez mil electores. Los masones se encontraban, pues, trescientas
veces más favorecidos que la masa de los franceses’ (Copin, P. O., 23, 97-98.)
En realidad, la Masonería estuvo preparando en Francia la caída de la
monarquía, como preparó la caída de Napoleón I y de todos los gobiernos que
siguieron después, hasta apoderarse completamente del poder en la República
Francesa y quedar en aptitud de ejecutar sus planes contra la Iglesia.
Durante
sesenta años había estado en Francia profesando el más profundo respeto a la
monarquía y a la religión; había inscrito las declaraciones más formales sobre
estos puntos en sus estatutos; había atraído a sus templos a miembros del clero,
de la nobleza, y aún, de la misma familia real, que se había propuesto destruir, y
había sostenido este papel con constante hipocresía. Un Convento Masónico
reunido en Wilhelsbad, bajo Luis XVI, resolvió que la revolución humanitaria
que se había preparado en ese tiempo, estallara en Francia más bien que en
Alemania, y así se ejecutó.
Ya en 1746, en el libro La F. Mas.•. Ecrasée’, un experimentado exmasón,
que cuando masón había visitado muchas logias en Francia e Inglaterra y
consultando altos masones de puestos oficiales, describía como el verdadero
programa de la Masonería, un programa que, según Boos, historiador de la
Masonería (p. 192,) coincide de un modo que asombra con el programa de la
Gran Revolución de 1789.
1. 85. Hipocresía masónica.
Cuando Napoleón llegó a ser el ídolo de la Revolución, la Masonería le
dobló la rodilla y lo aduló, al mismo tiempo que trabajaba por derrocarlo. En
1812, en la fiesta de la Orden, el Gran Orador del Gran Oriente pronunciaba esta
enfática abjuración: ‘Y nosotros, hermanos míos, colocados en este Oriente,
como en otro tiempo uno de los jefes Hebreros sobre la montaña, mientras que
los guerreros de Israel combatían, elevemos nuestras manos hacia el Eterno, que
ha ligado la victoria a las águilas de su Predilecto y gocemos con
reconocimiento de la paz interior que nos asegura su poder’ (Copin, P. O., 369.)
Y sin embargo, las mismas logias militares, la mayor parte al menos, se
habían hecho antinapoleónicas, hasta el punto que, durante la invasión, algunas
llegaron a admitir a los oficiales masones de las potencias aliadas.
Cuando subió Luis XVIII al trono hizo con él como con Napoleón: el
Gran Maestro Adjunto, el General Beurnonville, la puso a los pies del monarca,
declarando que respondía de ella como de sí mismo. Pero llegó la nueva subida
de Napoléon, a su vuelta de Elba, y al momento la Masonería, virando hacia él,
dirigió un saludo de bienvenida al predilecto del Eterno.
Y cuando Napoleón desapareció, después de los cien días de
Restauración, allí estaba de nuevo la Masonería a los pies de Luis el deseado,
elevando oraciones por él y cantando himnos en su honor. Lo que no quita que al
fin terminara por asesinarlo, llegando a falsificar el voto relativo a su
condenación, cuando se vio que no había mayoría para la pena de muerte
(Copin, P. O., 374.)
1. 86. La Masonería y los gobiernos.
Y la misma historia sigue repitiéndose con Carlos X, con Luis Felipe, con
la República y con Napoleón III. Luis Felipe llegó a prohibir que los militares
pertenecieran a las logias, sabiendo que la Masonería estaba trabajando a la
sombra para derrocarlo. Todo fue inútil. Un gran congreso de masones
alemanes, franceses y suizos, reunidos en Estrasburgo, el año 1847, decidió
sustituir la Monarquía por la República.
Cinco directores 12[2] de logias
parisienses prepararon la revolución, y Odilón Barrot, masón de la logia de los
trinosofos, Presidente del Consejo de Ministros, después de haber jurado
fidelidad a Luis Felipe, hizo cesar el combate contra los revolucionarios, y se
organizó el gobierno provisorio.
La Masonería envió una diputación de la Gran Logia de Francia,
compuesta de masones revestidos con sus insignias, a prestar su adhesión al
Gobierno Provisorio, en un oficio que terminaba así: ‘Cuarenta mil masones,
distribuidos en quinientas logias, que no tienen entre sí sino un mismo corazón y
un mismo espíritu, os prometen su concurso para acabar la obra de la
regeneración tan gloriosamente comenzada’ (Copin, P. O., 378.)
En ese Gobierno Provisorio, entre once Ministros, nueve eran masones
conocidos. Sólo Lamartine y Dupont de l’Eure, no lo eran, pero recibían la
sugestión masónica, rodeados como estaban de masones. El Gobierno era, pues,
masónico.
Cuando el 10 de marzo de 1848, el Supremo Consejo del Rito
Escocés fue a felicitar al Gobierno Provisorio, Lamartine, en el nombre del
Gobierno, respondió a los masones delegados: ‘Estoy convencido de que es del
fondo de vuestras logias de donde han emanado, primero en la sombra, después
a media luz y finalmente en pleno día, los sentimientos que han acabado por
hacer la sublime explosión de que hemos sido testigos en 1789 y de la cual el
pueblo de París acaba de dar al mundo la segunda, y lo espero, la última
representación hace pocos días’ (Copin, P. O., 380.)
1. 87. Incalificable conducta.
Como la nación eligió después una asamblea que no era masónica como el
Gobierno, comenzó la lucha del Gobierno con la Asamblea, hasta llegar al golpe
de estado que hizo de Luis Napoleón el Emperador Napoleón III, en noviembre
de 1852. ¿Había tomado parte en todo este movimiento la Masonería que se
había mostrado antes tan republicana?
Por supuesto: el 15 de octubre de 1852, la Masonería enviaba al
Presidente Bonaparte un oficio en el que se le decía: ‘La Francia os debe la
salvación. No os detengáis en medio de tan bella carrera. Asegurad la felicidad
de todos, poniendo la corona imperial sobre vuestra noble frente. Aceptad
nuestros homenajes y permitidnos haceros oír el grito de nuestros corazones:
¡Viva el Emperador!’
El Príncipe Murat, primo del Emperador, había sido elegido Gran Maestre
al día siguiente del golpe de estado del 2 de diciembre de 1851, por el cual
Napoleón disolvió las Cámaras, para hacer aprobar una nueva Constitución.
Napoleón era saludado y vivado Emperador por las logias seis semanas antes de
serlo.
Pero lo curioso es que, después de todo esto, la Masonería ha echado sus
maldiciones al ‘hombre de diciembre’, ‘al bandido’, al ‘asesino de la libertad’,
como lo llamaba Víctor Hugo, y le fue preparando la caída. ‘M. Charles Goyau,
dice Copin-Albancelli, nos muestra en su hermoso libro sobre ‘La Idea de Patria
y el Humanitarismo’, cómo la Masonería se opuso a la reorganización del
Ejército, emprendida por el mariscal Niel; cómo la masonería francesa acogía
con las muestras de la más estúpida ternura la fundación de una logia alemana
en París; cómo el H.•. Brisson iba a esta logia, la Concordia, a estrechar con su
corazón a sus HH.•. alemanes, y a celebrar con ellos la supresión de fronteras y
la fraternidad universal.
Durante este tiempo, Alemania aumentaba
incesantemente el poder de su organismo de combate. El Poder Oculto hacía
predicar el pacifismo y el humanitarismo en Francia, por la Masonería francesa,
mientras que hacía predicar el patriotismo en Alemania por la Masonería
alemana. Atacado en sus recursos morales y en sus recursos materiales, el
Imperio acabó por caer’ (Copin, P. O., 387-388.)
1. 88. Deseo de dominio absoluto.
Lo que pasó en Francia es lo que la Masonería ha procurado hacer en
todas partes. En las confesiones del conde de Haugwitz, presentadas al Congreso
de Verona, después de hablar de la división de la Masonería en dos partidos, uno
con sede en Berlín y el otro con el Príncipe de Brunswick, como jefe aparente,
agrega: ‘En lucha abierta entre sí, los dos partidos se daban la mano para llegar a
la dominación del mundo. Conquistar los tronos, servirse de los reyes como de
administradores, tal era su fin… Ejercer una influencia dominante sobre los
tronos y sobre los soberanos, tal era nuestro fin, como había sido el de los
Caballeros Templarios…’
Siento que el espacio no permita dar en toda su amplitud el testimonio de
Weishaupt, Jefe de los ‘Iluminados’; citaré sólo algunas de sus palabras: ‘Soplar
por todas partes un mismo espíritu, dirigir hacia el mismo objeto, en el mayor
silencio y con toda la actividad posible, a todos los hombres esparcidos sobre la
faz de la tierra: he ahí el problema por resolver aún en la política de los estados,
pero sobre la cual se establece el dominio de las sociedades secretas.
Una vez
establecido este dominio, por la unión y la multitud de los adeptos, haced que la
fuerza suceda al imperio invisible: ligad las manos a todos los que resisten,
subyugad, ahogad la maldad en su germen. Los sacerdotes y los príncipes
resisten a nuestro gran proyecto…. Alrededor de los poderes de la tierra es
menester reunir una legión de hombres infatigables… Pero todo esto debe
hacerse en silencio. Nuestros hermanos deben sostenerse mutuamente, socorrer
a los buenos en la opresión, y tratar de ganar todos los puestos que dan poder
para el bien de la Orden’ (Bénoit, F. M., I, 173-175.)
¿Es o no el plan que aconsejaba Weishaupt el que se ha ejecutado o se está
ejecutando en todas partes? ¿Qué se ha hecho en Méjico? ¿Qué se ha hecho en
Uruguay, donde se ha llegado hasta prohibir la entrada a los eclesiásticos
extranjeros, lo que no se prohíbe a los anarquistas? ¿Qué es lo que se está
haciendo actualmente en Rusia?
1. 89. La Masonería en Italia.
No tendría espacio para dar una idea siquiera de lo que Masonería ha
hecho en Italia, valiéndose de la política; pero de ello será una muestra la
siguiente plancha secreta dirigida a todos los Venerables por el Gran Oriente del
Valle del Tíber y firmada por Adriano Lemmi, el 10 de octubre de 1890.
‘A los Hermanos de las Venerables Logias Italianas.
‘El edificio que los Hermanos del mundo entero están en camino de
elevar, no podrá ser declarado construido con solidez, mientras los Hermanos de
Italia no hayan dado a la humanidad los escombros de la Institución del gran
enemigo.
‘Nuestra obra se persigue con actividad en Italia, y el Gran Oriente del
Valle del Tíber ha podido, en el aniversario de 1789, proclamar que las leyes en
Italia se elaboran a la luz del espíritu de la Masonería universal. Vamos a aplicar
el escalpelo al último refugio de la superstición, y la fidelidad del Hermano 33°
que está a la cabeza del poder político (Crispi) nos sirve de garantía segura de
que el Vaticano caerá bajo nuestro martillo vivificante.’
‘Pero para que este trabajo no tenga tregua y no pierda ninguno de los
beneficios que de él espera la humanidad, es indispensable que en las próximas
elecciones políticas entren en la Cámara Legislativa al menos 400 hermanos. En
la legislatura actual son 300. Este número no basta para el trabajo futuro…
‘La Logia del Tíber adhiriéndose a las numerosas logias italianas, ha
podido obtener que su Venerable Crispi prorrogase la disolución de la Cámara, a
fin de que nosotros pudiésemos arreglar juntos las listas de nuestros candidatos a
la representación nacional…
‘Los hermanos de las diferentes logias obrarán, pues, cerca de los
Prefectos, que nos pertenecen en su mayoría, cerca de los Consejos
Departamentales y de las personas influyentes por el triunfo de nuestras
candidaturas. Quien haya cooperado a la difusión de la luz vivirá de la luz.
Es
menester poner en la imposibilidad de hacernos daño a los sacerdotes, a los
diarios de las tinieblas y aún a los irregulares que han atacado, durante la
legislatura actual, a la Masonería bajo pretextos fútiles, tales como la cuestión de
los tabacos o la de nuestras influencias. Y aprovechamos esta circunstancia para
recordar que son legítimos los medios que nos permitan hacer dinero con el fin
de sembrar una propaganda fecunda, y, respecto de nuestras influencias, a las
cuales el Gran Oriente no debe renunciar, que las hagamos valer siempre en
favor del interés supremo de la Orden.
‘El Gran Oriente invoca el Genio de la Humanidad, a fin de que todos los
Hermanos trabajen haciendo el último esfuerzo por dispersar las piedras del
Vaticano para construir con ellas el templo de la Razón…’
Adriano Lemmi, 33° Delegado Soberano Gran Comendador’ (Margiotta.
A. L., 196-197.)
Es tanto el interés que suele reinar en las logias, que, cuenta Copin-
Albancelli, que uno de los rarísimos casos en que advirtió que se daban órdenes
en la Masonería, fue aquél en que la Masonería se empeñó por inutilizar para
candidato a uno de los Hermanos que, como diputado elegido en 1898, no
seguía sus inspiraciones respecto de la campaña antisemítica que se levantó en
Francia por aquellos años.
1. 90. Dominio masónico sobre sus adeptos.
No repasaré el simbolismo de varios grados y ritos, que arman a sus
adeptos para la revolución y contra los soberanos. Pueden verse en la obra de
Bénoit. Siento no poder, por falta de espacio, manifestar hasta dónde llega la
dominación masónica sobre sus adeptos políticos, si bien lo que ya se ha dicho
es más que suficiente para comprender que con la intervención política de la
Masonería resulta terriblemente verdadera la frase de D’Israeli:
‘Los que
gobiernan el mundo no son los que parecen gobernarlo sino los que operan tras
de bastidores.’ Con razón decía el H.•. Blatin, diputado, en 1888: ‘Hemos
organizado en el seno del Parlamento un verdadero sindicato de Francmasones y
me ha sucedido no diez sino cien veces a mí mismo el obtener intervenciones
verdaderamente eficaces cerca de los poderes públicos.’
El autor tantas veces citado, Copin-Alancelli, dedica en su libro, Le
Pouvoir Occulte, un artículo a los medios de coerción de que dispone la
Masonería para mantener a los Diputados, Senadores y Ministros Francmasones
en la disciplina masónica. Siento no poder darlo aquí, pero por él se ve que no
hay medio: o el político obedece a la sugestión de las logias o cae en la nada de
donde las logias lo han levantado.
1. 91. Supervigilancia masónica.
El Gran Oriente de Bélgica ha afirmado categóricamente ‘el derecho y el
deber de las logias de supervigilar los actos de la vida pública de aquellos de sus
miembros que ellas han hecho entrar en las funciones políticas, el deber de pedir
explicaciones… el deber de aceptarlas con benevolencia cuando son
satisfactorias, de reprimir, si dejan de desear, y aun de cortar del cuerpo
masónico a los miembros que han faltado grave y voluntariamente a los deberes
que su calidad de masón les impone, sobre todo en su vida pública’ (Copin, P. O,
132.)
¡No deja de ser envidiable la libertad de que gozan en la Masonería los
hombres públicos!
92.- La Masonería en Estados Unidos.
Y para que no se crea que en Estados Unidos, donde hay tanto masón, se
piensa de otra manera, terminaré este artículo citando algunas palabras
pronunciadas por Mr. Merritt, Gran Maestro de Ceremonias y Gran Maestro, en
su contestación al brindis ‘El Gran Consistorio de California.’
Nosotros
sostenemos que ningún hombre o corporación de hombres tiene el derecho de
influenciar nuestra conducta política. No reconocemos partido. Votamos según
los principios de la Masonería del Rito Escocés, y el hombre que pertenece al
Rito Escocés y no lo hace así, viola toda obligación, desde la primera hasta la
trigésima tercera, cada una de ellas’ (Preuss, A. F. 284.)
No haré comentarios sobre la patente contradicción que está bastante clara
entre la primera afirmación y la última.
1. 93. ¿La Masonería no sabe de política entre nosotros?
Así lo dice en sus Estatutos13[3] y lo proclama por boca de sus
propagandistas y adeptos. Y, sin embargo, se ve también aquí realizado el
milagro que se observó en Francia: que siendo, relativamente al resto de los
electores, muy pocos los masones, sin embargo, son muchos sus representantes
en las distintas ramas del poder de la nación y en los puestos públicos, como si
la mayoría de los chilenos fueran masones. Es cosa sabida de cuántos tienen
contacto con el manejo político del país. Éstos saben también que no son los
méritos los que se toman en cuenta para dar esa preferencia a los masones, sino
la insignia del mandil y las órdenes de las logias, órdenes mucho más respetadas
que los acuerdos del Gobierno. Eso está en la conciencia de los que conocen a
los hombres.
¡Ojalá me engañara! Los que hemos vivido algún tiempo en
Iquique, donde hay más facilidad para conocer a los hombres, sabemos muy
bien cuánto ha valido el ser masón para ocupar altos puestos y ser mantenidos en
todos los órdenes del poder, al mismo tiempo que se hacía la busca de adeptos
para la Masonería, pregonando que la Masonería es una asociación de
beneficencia y que en ella no se trata ni de religión ni de política; cosa que se
decía, por supuesto, a los que manifestaban temores o desconfianzas, mientras
que a otros más preparados para recibir la verdad masónica se les prometía
ayudarles a obtener buenos puestos.
Naturalmente, los puestos, por muchos que
sean, no han de alcanzar para todos. Debe pasar ahora lo que se cuenta en la
revista de la Orden que aconteció en tiempos de Santa María, contado por un exmasón:
‘Llegar yo al Ministerio y descargarse sobre mí una lluvia de cartas, de
tarjetas, y hasta de telegramas para pedirme empleos públicos y comisiones,
todo fue uno.
Me pedían LAS LOGIAS EN NOTAS OFICIALES para algunos de
sus miembros o para los parientes de éstos, me pedían los hermanos para sí y
para los extraños. No se imagine que exagero: hasta para clérigos de vida un
tanto airada me pidieron ayuda. (¡Honor para la Orden!) La mayor parte de la
correspondencia privada que recibía era de masones, que sin recapacitar en lo
que hacían, iban en camino de convertir el Ministerio de mi cargo en oficina de
colocación de empleados públicos… Aquello era para volver loco al Ministro y,
sobre todo, era abusar de la Masonería, era prostituirla’ (‘La Verdad’, 15 enero
1921.)
Es de tener lástima a los señores Ministros cuando son masones, sobre todo
si ignoran los consejos de los jefes de la Orden: ‘Nuestros hermanos deben
sostenerse mutuamente… y tratar de ganar todos los puestos que dan poder
para bien de la Orden.’
13[3] ‘La Masonería respeta tanto la fe religiosa como las simpatías políticas de sus
miembros.’ (Const. de la Gr.•. Log. De Chile, 1912.)
1. 94. La Masonería influye poderosamente en política.
Los que hemos vivido algún tiempo en Iquique, podríamos refrescar en la
memoria cambios de empleados o jefes, horribles hostilidades para con algunos,
inesperados favores políticos para con otros, sin que haya habido otra
explicación que la intervención de las logias, Se podría citar hechos y nombres;
pero no debo herir a nadie. Mi propósito es sólo dar a conocer la verdad, si fuera
posible aún a los mismos que han caído víctima del engaño inicial que los llevó
a las logias, es decir, la palabra dada de que en ellas se respeta toda religión y
toda opinión política.
Yo también había llegado a creerlo tratándose de la política, y parecía
confirmarlo el hecho de que fuera masón uno que otro caballero que no
pertenecía al partido radical, que sirve de instrumento a la Masonería; pero el
que conozca a los hombres verá que esos caballeros o están anulados o están
dentro de su partido sirviendo a las inspiraciones de la Masonería, y procediendo
de acuerdo con ella en la realización del programa anticristiano, que es su fin
principal entre nosotros.
Se suele oír en ciertos círculos esta frase: ‘Esto hay que
arreglarlo por medio de la Masonería.’ Y hay en verdad cosas que a los ojos del
profano no tienen más remedio que un carcelazo, o algún castigo disciplinario, o
suspensión, o pérdida de empleo, y sin embargo, una mano oculta, que no es la
de Dios, las arregla, con asombro de los pobres profanos, y los culpables se
quedan riendo de los cándidos que pensaban que podían regir con ellos las leyes
o sanciones públicas del país.
Tenemos, entonces, que la afirmación que hace la Masonería y que suelen
hacer también sus adeptos de que en ella no se hace política, es otra gran mentira
constitucional de la Asociación, y que las primeras víctimas de ese engaño son
los propios adeptos de la Masonería.
12[2] Rosset. La F. M., p. 75.