Monday December 23,2024
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¡Misterio!
Descorriendo el Velo
de la Masonería
  



» Introducción general

Primera parte:
Introdución

Naturaleza de la masonería

Secretos y Juramentos Masónicos

El fin de la masonería

Formación y funcionamiento de logias

La instrucción masónica

La Masonería y el Catolicismo

Parte Segunda:
La Religión Masónica

La Masonería y la política

10» La Masonería y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad

11» La Masonería y su ideal
de moralidad

12» La Masonería y su ideal
de beneficiencia

13» Doctrinas Filosófica
y Sociales

14» Congreso antimasónico internacional de Trento.
Resumen.

15» Origen de la Masonería
y su relación con otras sectas

16» Parentesco de la masonería con el Judaísmo

17» ¿La Masonería es instrumento del Judaísmo?

18» Medios de Acción de la Masonería

19» Tretas Masónicas:
Mentira e hipocresía

20» La Masonería de Adopción
y Los Lobetones

21» Condenación de la Masonería

22» Resumen de las Condenaciones de la Iglesia

23» Condenaciones de parte
de la autoridad civil

24» Epilogo


» ANEXO A
Imposibilidad de conciliar Fe cristiana y Masonería

» ANEXO B
Declaración sobre la masoneria


 

19.  Tretas Masónicas:
Mentira e hipocresía

Autor: Cardenal José María Caro Rodríguez (1924) Fuente: Catholic.net 

150. — Mentira e hipocresía

Ya se ha dicho que el gran medio de que se vale la Masonería para hacer sus conquistas y realizar sus fines es la mentira y el engaño. Ese engaño lo hemos visto empleado en la manifestación de sus propósitos: lo que ella dice que quiere es precisamente lo contrario de lo que quiere en realidad.

No es raro encontrar también en los escritos masónicos o en la boca de los propagandistas o apologistas de la Orden la afectación de Cristianismo, de respeto por la religión y por el catolicismo; eso sí que libre de toda mezcla agregada por la ignorancia, etc.

Hace poco cayó en mis manos un folleto publicado por el centro editorial masónico de Santiago, en que el masón va atacando la religión cristiana y a Dios mismo, con toda la hipocresía masónica, presentándose como un creyente y mejor creyente aún que la persona piadosa a quien se dirige, mintiendo, tergiversando, interpretando con la más torcida intención todo lo que necesita para destruir la fe del católico.

Los que asistieron hace poco a los Congresos Eucarísticos de Santiago y de Concepción saben cómo la Masonería engañó a muchos católicos, vendiendo en las puertas de los templos folletos blasfemos, presentándolos con la apariencia de ser folletos eucarísticos.

Ese es sistema masónico antiguo: ‘Las semejanzas entre la correspondencia de Weishaupt’, dice Webster, ‘y la de Voltaire y de Federico el Grande son por cierto muy sorprendentes. Todos por momentos profesan respeto al Cristianismo al mismo tiempo que trabajan por destruirlo.

Así, lo mismo que Voltarire es una carta a D´Alembert expresa su horror por la publicación de un folleto anticristiano, Le Testament de Jean Merlier, y en otro lo urge para hacerlo circular a millares por toda Francia; igualmente Weishaupt cuida en general de mostrar la apariencia de un filósofo benigno y aun de un evangelista critiano; sólo por momentos echa a un lado la máscara y muestra detrás de ella la mueca del sátiro’.

Esa afectación de Cristianismo dio tan buen resultado, que el mismo Spartacus (seudónimo de Weishaupt) escribe con aires de triunfo ‘Usted no puede imaginarse qué consideración y sensación está levantando nuestro grado de Sacerdote.

Lo más admirable es que grandes Protestantes y teólogos reformados que pertenecen al Iluminismo están creyendo que la enseñanza religiosa que en él se da contiene el verdadero y genuino espíritu de la religión cristiana. ¡Oh! Hombres, ¿de qué no se os puede persuadir? ¡Nunca pensé que llegaría a ser el fundador de una nueva religión’! (Webster, p 213-219.)

Las palabras mágicas de que usa la Masonería para engañar y seducir son demasiado conocidas ya; pero a pesar de todo, es difícil convencerse de la fuerza que tienen. Cuando uno ve a los hombres más elevados e independientes del país manejados como niños pequeños al llamado de una palabra como liberalismo o conquistas liberales, que si alguna realidad tienen es precisamente la contraria de lo que suenan; cuando se ve entusiasmarse a las muchedumbres, cuando se les habla de libertad, igualdad y fraternidad, por aquellos mismos que trabajan por quitar toda libertad, igualdad y fraternidad; cuando se les habla de la verdad, por aquellos que tienen por norma la falsedad ; cuando uno ve a los de arriba y a los de abajo, entregarse como mansos corderos a la dirección de los que la pronuncian, de los que ya en otras ocasiones han resultado embaucadores, sólo entonces puede darse cuenta de la habilidad con que la Masonería sabe valerse de esos resortes para llegar a dominar el mundo, y de la constancia y majadería con que los emplea.

Tal ha sido uno de los resortes más poderosos con que la Masonería se ha afiliado adeptos y ha hecho que las multitudes ciegas y sencillas hayan obedecido ciegamente sus planes, especialmente en esos períodos de fanatismo y enloquecimiento que la historia del siglo XIX, sobre ledo, nos presenta en Francia, en Alemania, en Italia y en España, como puede verse en los autores que especialmente relatan su acción en esos países.

Lo mismo, desgraciadamente se observa también en los pueblos de América, en Chile mismo a pesar de lo sesuda que suele ser su mentalidad, y a pesar de que los engaños precedentes han ido quedando en descubierto con la realidad de los hechos.

Las palabras de doble sentido son corrientes en el estilo masónico: para el común de las gentes tienen un sentido, para la Masonería tienen otro. Lo que significa fanatismo para los profanos, no es lo que significa para los masones; lo que suena la palabra superstición para los demás, no es lo mismo que suena para los masones; lo mismo hay que decir del despotismo, de la tiranía, de la emancipación, del mismo nombre de Dios, si alguna vez resuena en sus labios. Superstición y fanatismo para los masones es la religión, especialmente la católica; despotismo y tiranía para ellos son los reyes, sacerdotes, magistrados y ejército. Emancipación es la licencia, la anarquía, etc.

Con el empleo de esas palabras, la Masonería sabe ir ajustando su propaganda al grado de preparación para llegar al final de su obra destructora de toda idea religiosa y de orden.

151. — Exponer principios ocultando las consecuencias

Entre las habilidades masónicas enumera Dom Benoit las siguientes; Afirmar los principios, disimulando sus consecuencias. ‘Siempre los principios, decía Weishaupt, jamás las consecuencias’. La igualdad, la libertad, la secularización, por ejemplo, son principios, afirmados constantemente por la Masonería; pero se guarda bien de manifestar las consecuencias de destrucción del orden social adonde quiere llegar con la libertad, y de la apostasía general del Estado, de la familia y de los individuos, adonde quiere ir a parar con la secularización.

152. — Ir tras un fin aparentando buscar otro

Así, cuando se quería destruir el Poder Temporal del Papa, no se hablaba de eso, sino de formar la unidad italiana. Cuando se quiere separar la Iglesia del Estado, se dirá que es para tener más fondos para la enseñanza, para evitar roces de la religión con la política, etc., pero jamás se dirá que es por cercenar a la religión una parte de su acción.

Cuando se quiere apartar de la Misa a los niños, a los jóvenes, a los profesores, se fundarán sociedades de Boys Scouts, musicales, deportivas, etc., para fomentar los ejercicios físicos, para cultivar un arte o ciencia, etc., y se procurará ocupar en eso precisamente el tiempo en que se impida el cumplimiento de los deberes religiosos; pero no se dirá que es allá adonde se quiere ir.

‘Al organizarse la Masonería en la América Latina’, dice la Pastoral, ya citada, del Rvmo. Arzob. de Caracas, ‘después de la Independencia, se encontró con que estos países eran entera y profundamente católicos; mostrarles, pues, claramente el fin que se proponía hubiera sido un procedimiento demasiado torpe; apeló, por tanto, al fingimiento, al disimulo, a la hipocresía, propagando que no era sino una asociación de caridad’... 153. — Combatir a los enemigos sin nombrarlos Es corriente entre nosotros, como en todas partes, pues el estilo masónico es universal, el oír declamar contra los reaccionarios, los oscurantistas. Ya se sabe que son los católicos o los clérigos. Si se les nombrara, muchos de los oyentes se sentirían heridos y se prevendrían en contra. Cuando se trató de suprimir los derechos de Dios en la Revolución Francesa, se habló sólo de los Derechos del Hombre.

154. — Perseguir con el pretexto de defenderse

Cuando hicimos, en Iquique, la procesión conmemorativa del Centenario de Constantino, a que antes he hecho referencia, en la cual fuimos atacados de una manera salvaje, ensañándose los atarantes contra respetables e indefensas señoras, se nos culpó de provocación. El liberalismo tarapaqueño, que no era más que la máscara detrás de la cual ocultó la Masonería su faz cobarde, se defendía en aquella forma de nuestro supuesto ataque, que consistía en una procesión piadosa, pacífica y respetuosa. Para la Masonería, el clericalismo y la religión son siempre enemigos que amenazan los ideales que ella persigue.

155. — Hacer profesión de ciencia

El estandarte de la ciencia es enarbolado por la Masonería corno un arma para combatir los dogmas de nuestra fe. Ya antes he hablado algo de los quilates que calza la ciencia y aun la intelectualidad de los masones en cuanto tales, por confesión de ellos mismos En esa decantada ciencia ha entrado todo cuanto disparate han dicho antiguos y modernos contra la moral y contra Dios, contra la espiritualidad del alma y consiguiente dignidad del hombre En ella se contienen todos los sofismas, todas las calumnias, todas las falsificaciones que han fabricado la filosofía o la historia para debilitar la fe o socavar sus cimientos racionales. Es una inmensa y tenaz conspiración contra la verdad.

Ahí están los sabios de la Masonería sosteniendo, contra todos los dictados de la ciencia y llegando hasta las mayores ridiculeces para sostenerlo, el materialismo, la generalización espontánea, la descendencia del hombre, del mono o de otro animal, del cual no se han encontrado aún rastros sobre la tierra, a pesar de que, al buscarlos, los han encontrado hasta de las hormigas que han vivido en épocas prehistóricas.

Al llegar en mi revisión de la primera edición a este punto, leo en La Revista Católica, de Santiago, un artículo inspirado en revistas europeas, especialmente en Estudio, revista francesa, que trata precisamente de la pobreza de hombres de valer de que adolece la Masonería. Ese artículo, publicado en el número del 3 de octubre de 1925, es digno de leerse.

El filósofo italiano Benedicto Croce, hablando de la cultura masónica, dice: ‘Excelente cultura para comerciantes, empleados, preceptores, medicastros, pero... cultura barata. Sin embargo, cultura detestable, por el mismo motivo, para el que quiere profundizar en los problemas del espíritu, de la sociedad, de la realidad de las cosas. Detestable, intelectualmente y también moralmente.’

Lombardo Radice, en su revista pedagógica I Nuovi Doveri, decía analizando la acción masónica en la vida pública italiana: ‘‘vida social e intelectual toda era un fracaso monstruoso’.

Como resultado de una encuesta que se hizo entre personalidades que no figuran ni en la extrema católica ni en la masónica, la Masonería fue calificada como gravísimo peligro, como ‘peso muerto de todas las mediocridades coaligadas’. Otro ha dicho con ironía: ‘Creo yo que la acción manifiesta u oculta de la Masonería se resuelve en un bien para nuestro país, porque sirve para esparcir por todas partes y cada vez más un saludable desprecio por las sectas secretas por las sutiles intrigas, las declamaciones humanitarias, que ocultan el vacío del pensamiento y la violencia de los intereses particulares’
156. — Fomentar la corrupción

Hija y heredera del ángel caído, la Masonería se complace como él en la caída de los hombres. Las doctrinas que profesa, son de suyo corruptoras de las costumbres. El materialismo; la divinización del hombre; la libertad absoluta; la identificación de la naturaleza con Dios, etc., son las doctrinas que santifica toda suerte de inclinaciones o suprimen toda responsabilidad por la condescendencia con nuestros desordenados apetitos; el culto de la carne; el llanto por la muerte de Hiram, o sea del estado de naturaleza primitiva que la Masonería supone destruido por la religión y la Sociedad, y el anhelo para reconstruirlo, haciendo envidiable y convirtiendo en un ideal la suerte del salvaje sin leyes y del animal que puede sin rubor alguno satisfacer sus apetitos, Son otros tantos estímulos a la deshonestidad y a toda suerte de crímenes y pecados. Eso no hay quien no lo vea.

En Dom Benoit se puede ver hasta dónde llegó la avaricia de muchos corifeos de la Revolución Francesa. Me contentaré sólo con tomarle una cita de Taine, escritor muy conocido y nada sospechoso de parcialidad, según el cual la Revolución ‘echó mano de los tres quintos de los bienes raíces de Francia, arrancó a las comunidades y a los particulares de diez a doce mil millones de valores muebles e inmuebles, elevó la deuda pública, que era en 1789 de cuatro mil millones, a más de cincuenta riiil millones’. Pues bien, la mayor parte de esos bienes no tuvo otro empleo que el de servir a los intereses privados de los ‘virtuosos republicanos’

‘Napoleón 1, continúa Dom Benoit, no hizo sino hartar de pensiones y de puestos a los más fogosos revolucionarios para convertirlos en conservadores’ (Benoit, F. M., II, 336-337.)

Y José, su hermano, hecho Gran Maestre por él, convertido en Rey de España, se agregó al archicanciller Cambaceres con el tltulo de Primer Gran Maestre adjunto a su majestad el Rey de España y dió a las logias toda libertad, agrupándolas alrededor del Gran Oriente, en el cual veían a su protector y salvador. De ahí provino, según el autor de la ‘Memoria de la Masonería militar’, que las rentas de la Masonería produjeron al Gran Maestre dos millones de francos y a su adjunto Cambaceres cien mil! (Eck., II, 155.)

Según Menéndez y Pelayo, la venta de los bienes de los religiosos llevada a cabo por la Masonería española en la llamada desamortización de Mendízabal, ‘no fué tal sino conjunto de lesiones enormísimas e inmenso desbarate, en que, si perdió la Iglesia, nada ganó el Estado, viniendo a quedar los únicos gananciosos, en último término, no los agricultores y propietarios españoles, sino una turba aventurera de agiotistas y jugadores de bolsa.’ (Heterodoxos, III, 597 y sigs.)

Lo que pasó en Francia a principios de este siglo, cuando la Masonería, adueñada del poder, despojó a la Iglesia de sus bienes, para venderlos en favor de la beneficencia o enseñanza del Estado, el escandaloso latrocinio con que se enriquecieron unos pocos y se esfumaron los millones que se habían prometido al pueblo, para cohonestar aquel robo, es historia fresca y demasiado conocida aún.

Lo que ha pasado en Francia ha ocurrido en todas partes; pasa en Méjico, pasó en Italia, y la Masonería se ha estado preparando para realizarlo también en Chile, donde la voz pública no daría carta de delicada honradez en el manejo de fondos ajenos a la Masonería.

Yo mismo, personalmente, he tenido ocasión de saberlo; pero no quiero hacer la menor alusión que pudiera personalizar el cargo. Muchos de los lectores lo saben; otros lo sabrán después, ya que son pocas las cosas que no llegan a saberse en este mundo. Los que, después de la primera edición me han dado datos a este respecto, se contentarán con esta afirmación general. No puedo detallar.

No tengo para qué decir que la Masonería ha usado como arma poderosa al estimular en las multitudes codicias y sed de placeres que es difícil puedan saciar, a fin de prepararlas para las revueltas o para conquistarse sus votos, haciéndoles promesas que no ha de cumplir.

En cuanto a la sensualidad, la más violenta de todas las pasiones, ved lo que dice León XIII, fundándose como lo advierte, en datos auténticos, en su Encíclica ‘Humanum Genus’, contra las sociedades secretas: ‘Se han encontrado en la secta de los masones quienes dijeran y propusieran que es menester trabajar con arte y concienzudamente para que la multitud se sacie con ilimitada licencia de vicios’.

A ese fin van encaminadas las publicaciones inmorales, obras teatrales, producciones cinematográficas, casi totalmente en manos de los judíos, casas destinadas al fomento de los vicios, etc..

157. — Resultados a la vista

Lo están en todas partes, En la ciudad donde esto escribí, hay proporcionalmente más logias que en las ciudades de la República; y, por consiguiente, es tanto mayor la influencia de las logias cuanto menor es la de la Iglesia, todo en proporción a la población. Pues bien, los que conocen esta ciudad pueden decir si esa mayor influencia masónica ha hecho de ella una ciudad de costumbres más sobrias y puras o si hay en ella mayor corrupción de costumbres que en aquellas otras ciudades donde se observa la proporción contraria.

Por lo demás, a cualquiera parte del mundo hacia donde se tienda la vista, se encontrará siempre la misma ley:

A mayor influencia y preponderancia masónica, en igualdad de otras circunstancias, corresponderá mayor corrupción, manifestada en los crímenes pasionales e infantiles, en los suicidios, en los divorcios, en la prostitución, en el juego, etc.

 

   


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