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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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346- Primer anuncio de la Pasión
y reprensión a Simón Pedro
Jesús debe haber dejado la ciudad de Cesárea de Filipo con las primeras luces de la mañana, porque ya queda lejos con sus montes y la llanura lo rodea de nuevo. Se dirige hacia el lago de Merón para ir después hacia el de Genesaret.
Van con Él los apóstoles y todos los discípulos que estaban en Cesárea. Pero una expedición tan numerosa por el camino no causa estupor a nadie, porque ya se ven otras, dirigidas a Jerusalén, de israelitas o prosélitos, procedentes de todos los lugares de la Diáspora, que desean pasar un tiempo en la Ciudad Santa para escuchar a los rabíes y respirar largamente el aire del Templo.
Caminan a buena marcha, bajo un sol ya alto pero que todavía no molesta, porque es un sol de primavera que juega con el follaje nuevo y las frondas florecidas, y suscita flores, flores, flores por todas partes. La llanura que precede al lago, toda ella, es una alfombra florecida. La mirada, volviéndose hacia los montes que la circundan, ve a éstos remendados con las matas cándidas, tenuemente róseas, o de color rosa intenso, o rosa casi rojo, de los diversos tipos de árboles frutales; y, al pasar cerca de las raras casas de campesinos o de los talleres de herrador esparcidos por el camino, la vista se alegra ante los primeros rosales florecidos en los huertos o a lo largo de los setos o contra las tapias de las casas.
-Los jardines de Juana deben estar todos en flor -observa Simón Zelote.
-También el huerto de Nazaret debe parecer un cesto lleno de flores. María es la dulce abeja que va de rosal en rosal; de los rosales a los jazmines, que pronto florecerán; a las azucenas, que ya tienen los capullos en el tallo; y tomará la rama del almendro, como hace siempre, es más, ahora tomará la del peral o del granado, para ponerla en el ánfora de su habitación. Cuando éramos niños le preguntábamos todos los años:
"¿Por qué tienes siempre ahí una rama de árbol en flor y no metes en su lugar las primeras rosas?". Y Ella respondía: "Porque en esos pétalos veo escrita una orden que me vino de Dios y siento el aroma puro del aura celeste". ¿Te acuerdas, Judas? -pregunta Santiago de Alfeo a su hermano.
-Sí. Me acuerdo. Y recuerdo que, ya hombre, esperaba con ansia la primavera, para ver a María caminar por su huerto bajo las nubes de sus árboles en flor y entre los setos de las primeras rosas; nunca vi espectáculo más hermoso que esa eterna niña moviéndose evanescente entre las flores y entre vuelos de palomas...
-¡Oh, vamos pronto a verla, Señor! ¡Yo también quiero ver todo eso! -suplica Tomás.
-Basta con que aceleremos el paso y hagamos paradas breves, por las noches, para llegar a Nazaret a tiempo -responde Jesús.
-¿Me das esta satisfacción verdaderamente, Señor?
-Sí, Tomás. Iremos a Betsaida todos, y luego a Cafarnaúm. Allí nos separaremos: nosotros vamos en la barca a Tiberíades, y luego a Nazaret. Así cada uno, salvo vosotros judíos, vamos a tomar los indumentos más ligeros. El invierno ha concluido.
-Sí. Y nosotros vamos a decir a la Paloma: "Álzate, apresúrate, amada mía; ven, porque el invierno ha pasado, la lluvia ha terminado, las flores pueblan el suelo... Álzate, amiga mía; ven, paloma escondida, muéstrame tu faz y deja que oiga tu voz".
-¡Sí señor, Juan! ¡Pareces un enamorado cantando su canción a su amada! -dice Pedro.
-Lo estoy. De María lo estoy. No veré a otras mujeres que despierten mi amor. Sólo María, la amada de todo mi ser.
-También lo decía yo hace un mes. ¿Verdad, Señor? -dice Tomás.
-Yo creo que estamos todos enamorados de Ella. ¡Un amor tan alto, tan celestial!... Como sólo esa Mujer puede inspirar. Y el alma ama completamente su alma, la mente ama y admira su intelecto, la vista mira y se complace en su gracia pura, que embelesa sin producir agitación, como cuando se mira una flor... María, la Belleza de la tierra y creo, la Belleza del Cielo... -dice Mateo.
-¡Es verdad! ¡Es verdad! Todos vemos en María cuanto de más dulce hay en la mujer: la niña pura y la madre dulcísima; y no se sabe por cuál de estas dos gracias se la ama... -dice Felipe.
-Se la ama porque es "María". ¡Eso es! -sentencia Pedro.
Jesús los ha estado oyendo hablar y dice:
-Todos habéis hablado bien, y Pedro muy bien. María se ama porque es "María". Os dije, mientras íbamos a Cesárea, que solamente aquéllos que unan una fe perfecta a un amor perfecto llegarán a conocer el verdadero significado de las
palabras: “Jesús, el Cristo, el Verbo, el Hijo Dios y el Hijo del hombre". Pero ahora os digo que hay otro nombre denso en significados. Y es el de mi Madre.
Sólo aquellos que unan una perfecta fe a un perfecto amor llegarán a conocer el verdadero significada del nombre "María", de la Madre del Hijo de Dios. Y el verdadero significado empezará a aparecer claro para los verdaderos creyentes y para los verdaderos amantes en una hora tremenda de tormento, cuando la Madre sea sometida a suplicio con su Hijo, cuando la Redentora redima con el Redentor, a los ojos de todo el mundo y por todos los siglos de los siglos.
-¿Cuándo? -pregunta Bartolomé mientras se detienen a orillas de un caudaloso arroyo, en el que están bebiendo muchos discípulos.
-Detengámonos aquí a compartir el pan. El sol marca mediodía. A1 caer de la tarde, estaremos en el lago Merón, y podremos acortar el camino con unas barcas -responde Jesús evasivamente.
Se sientan todos sobre la tierna hierbecita, tibia de sol, de las orillas del arroyo. Juan dice:
-Es una pena echar a perder estas flores tan delicadas. Parecen pedacitos de cielo caídos aquí en los prados. Son cientos y cientos de miosotis.
-Renacerán más bonitas mañana. Han florecido para hacer del suelo una sala de banquetes para su Señor -lo consuela Santiago, su hermano.
Jesús ofrece y bendice los alimentos y todos se ponen a comer alegremente. Los discípulos, todos, como si fueran girasoles, miran en dirección a Jesús, que está sentado en el centro de la fila de sus apóstoles.
La comida pronto termina, condimentada con serenidad y agua pura. Pero, dado que Jesús permanece sentado, ninguno se mueve. Es más, los discípulos se cambian de sitio para acercarse, para oír lo que dice Jesús como respuesta a los apóstoles, que siguen preguntando sobre lo que había dicho antes, de su Madre.
-Sí. Porque ser madre de mi carne ya sería una gran cosa. Fijaos que se recuerda a Ana de Elcana como madre de Samuel, y él era sólo un profeta; pues bien, la madre es recordada por haberlo engendrado. Por tanto ya María sería recordada, y con altísimas alabanzas, por haber dado al mundo a Jesús el Salvador. Pero ello sería poco, respecto a cuanto Dios exige de Ella para completar la medida requerida para la redención del mundo. María no defraudará el deseo de Dios. Jamás lo ha defraudado.
Desde las demandas de amor total hasta las de sacrificio total. Ella se ha entregado y se entregará. Y, cuando haya consumado el máximo sacrificio, conmigo, por mí, en favor del mundo, los verdaderos fieles y los verdaderos amantes comprenderán el verdadero significado de su Nombre. Y, por todos los siglos, a todo verdadero fiel, a todo verdadero amante, le será concedido comprenderlo. El Nombre de la Gran Madre, de la Santa Nutriz que lactará por todos los siglos a los párvulos de Cristo con su llanto, para criarlos para la Vida de los Cielos.
-¿Llanto, Señor? ¿Debe llorar tu Madre? -pregunta Judas Iscariote.
-Todas las madres lloran. La mía llorará más que ninguna otra.
-¿Pero por qué? Yo he hecho llorar a la mía alguna vez, porque no soy siempre un buen hijo. ¿Pero Tú? No das nunca pesares a tu Madre.
-No. Efectivamente, como Hijo suyo, no le doy pesares. Pero le daré muchos como Redentor. Dos harán llorar con un llanto sin fin a mi Madre: Yo, salvando a la Humanidad; la Humanidad, con sus continuos pecados. Todo hombre que haya vivido, que vive, o que vivirá, cuesta lágrimas a María.
-¿Pero por qué? -pregunta, sorprendido, Santiago de Zebedeo.
-Porque todo hombre me cuesta torturas a mí para redimirlo.
-¡Pero decir esto de los que ya han muerto o no han nacido toda vía! Te harán sufrir los vivos, los escribas, fariseos, saduceos, con sus acusaciones, sus celos, sus mezquindades; pero más no -afirma con tono seguro Bartolomé.
-También mataron a Juan Bautista... Israel no ha matado sólo a este profeta, ni es el único sacerdote de la Voluntad eterna matado por causa del odio de los que no obedecen a Dios.
-Pero Tú eres más que un profeta y que el mismo Bautista,
tu Precursor. Tú eres el Verbo de Dios. Israel no levantará su mano contra ti -dice Judas Tadeo.
-¿Lo piensas así, hermano? Estás en un error -le responde Jesús.
-No. ¡No puede ser! ¡No puede suceder! ¡Dios no lo permitirá! Sería degradar para siempre a su Cristo! -Judas Tadeo está tan agitado que se pone en pie.
Jesús también se levanta y lo mira fijamente a la cara palidecida, a los ojos sinceros. Dice lentamente:
-Y sin embargo así será -y baja el brazo derecho, que lo tenía alzado, como jurando.
Todos se ponen en pie y se arriman aún más a Él: una corona de caras afligidas, y, más aún, incrédulas. Una serie de comentarios recorre el grupo:
-Si fuera así... tendría razón Judas Tadeo.
-Lo que le sucedió a Juan el Bautista fue una cosa mala, pero exaltó al hombre, heroico hasta el final; si le sucediera eso al Cristo sería disminuirlo.
-Cristo puede ser perseguido, pero no degradado.
-Tiene la unción de Dios.
-¿Y quién podría ya creer, si te vieran en poder de los hombres?
-No lo permitiremos.
El único que permanece en silencio es Santiago de Alfeo.
Su hermano arremete contra él:
-¿No hablas? ¡No te mueves! ¡No oyes! ¡Defiende a Cristo contra sí mismo!
Santiago, por toda respuesta, se lleva las manos a la cara, se separa bastante, y llora.
-¡Es un estúpido! -sentencia su hermano.
-Quizás menos de lo que crees -le responde Hermasteo. Y añade -Ayer, explicando la profecía, el Maestro habló de un cuerpo deshecho que se reintegra y de uno que por sí mismo se resucita. Creo que uno no puede resucitar sin estar antes muerto.
-Pero puede haber muerto de muerte natural, de vejez. ¡Y ya sería mucho para el Cristo! -rebate Judas Tadeo, y muchos le dan la razón.
-Sí, pero entonces no sería una señal para esta generación, que es mucho más vieja que Él -observa Simón Zelote.
-Ya. Pero no está claro que hable de sí mismo -rebate Judas Tadeo, obstinado en su amor y respeto.
-Ninguno que no sea el Hijo de Dios puede resucitarse a sí mismo, como tampoco ninguno que no sea el Hijo de Dios puede nacer como nació Él. Yo lo digo, yo que vi su gloria natal -dice Isaac testimoniando firmemente.
Jesús, con los brazos cruzados, los ha escuchado mirándolos a medida que hablaban. Ahora es Él el que hace ademán de hablar, y dice:
-El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres porque es el Hijo de Dios, sí, pero también el Redentor del hombre; y no hay redención sin sufrimiento. Mi sufrimiento será corporal, de la carne y de la sangre, para reparar los pecados de la carne y de 1a sangre; moral, para reparación de los pecados de la mente y las pasiones; espiritual, para reparación de las culpas del espíritu. Será completo. Por tanto, a la hora establecida, me prenderán, en Jerusalén, y tras haber sufrido ya mucho por culpa de los Ancianos y de los Sumos Sacerdotes, de los escribas y fariseos, seré condenado a una muerte infamante. Y Dios no lo impedirá, porque así debe suceder, siendo Yo el Cordero de expiación por los pecados del mundo entero. Y, en un mar de angustia, compartida por mi Madre y por otras, pocas personas, moriré en el patíbulo; y tres días después, por mi voluntad divina, por ella sola, resucitaré a una vida eterna y gloriosa como Hombre y volveré a ser: Dios en el Cielo con el Padre y el Espíritu
. (Volveré a ser: Dios en el Cielo, es decir, ya no Dios en la tierra (Hijo que permanece unido con el Padre), sino Dios en el Cielo (Hijo que vuelve al Padre) La expresión es similar a la reseñada en Juan 16, 28: "Salí del Padre y he venido al mundo, ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre"; y es conforme con la formulación del Credo: "bajó del Cielo, ... subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre")
Pero antes tendré que padecer toda suerte de oprobios, y sentir mi corazón traspasado por la Mentira y el Odio.
Un coro de gritos se eleva en el aire tibio y perfumado de primavera.
Pedro -el rostro profundamente preocupado, y escandalizado como los demás -coge de un brazo a Jesús, lo separa un poco y le dice en voz baja al oído:
-Pero, Señor...! No digas esto. No está bien. Ya ves que se escandalizan. Decaes del concepto en que te tienen. Por nada del mundo debes permitir esto. Ya de por sí nunca te va a pasar nada semejante, ¿por qué pensarlo como si fuera verdadero? Debes subir cada vez más en el concepto de los hombres, si te quieres afirmar; debes terminar, por ejemplo, con un último milagro, como reducir a cenizas a tus enemigos. Pero nunca degradarte hasta aparecer como un malhechor castigado. Pedro parece un maestro o un padre afligido corrigiendo con amorosa angustia a un hijo que ha dicho una necedad.
Jesús, que estaba un poco agachado para escuchar el bisbiseo de Pedro, se yergue severo, con rayos en los ojos, pero rayos de amargura, y grita fuerte, para que todos oigan y la lección sirva para todos:
-¡Aléjate de mí, tú que en este momento eres un diablo que me aconseja desistir de la obediencia a mi Padre! ¡Para esto he venido! ¡No para los honores! Tú, aconsejándome la soberbia, la desobediencia y el rigor sin caridad, tratas de seducirme al mal. ¡Vete! ¡Me escandalizas! ¿No comprendes que la grandeza no está en los honores sino en el sacrificio, y que nada importa aparecer a los ojos de los hombres como gusanos si Dios nos considera ángeles? Tú, hombre ignorante, no comprendes lo que es grandeza y razón según Dios, y ves, juzgas, sientes, hablas según el hombre.
El pobre Pedro queda anonadado por esta severa corrección; se separa, compungido, y rompe a llorar... No es el llanto gozoso de pocos días antes, sino el sollozo desolado de quien comprende que ha pecado y ha causado dolor a la persona amada.
Jesús lo deja llorar. Se descalza, se remanga las vestiduras y vadea el arroyo. Los demás hacen lo mismo en silencio. Ninguno se atreve a decir una palabra. A1 final de todos va el pobre Pedro, en vano consolado por Isaac y el Zelote.
Andrés se vuelve más de una vez y lo mira, y luego susurra algo a Juan, que está muy afligido; pero Juan menea la cabeza en señal de negación. Entonces Andrés se decide. Se adelanta corriendo. Alcanza a Jesús. Lo llama suavemente, con visible temor:
-¡Maestro! ¡Maestro!...
Jesús deja que lo llame varias veces. A1 final se vuelve, severo, y pregunta:
-¿Qué quieres?
-Maestro, mi hermano está compungido... llora...
-Se lo ha merecido.
-Es verdad, Señor. Pero de todas formas es un hombre... No puede hablar bien siempre.
-Efectivamente, hoy ha hablado muy mal -responde Jesús. Pero ya se le ve menos severo, y un atisbo de sonrisa dulcifica la mirada divina.
Andrés se siente más seguro y aumenta la peroración en pro de su hermano.
-Pero Tú eres justo, y sabes que el amor a ti ha sido lo que le ha hecho caer...
-El amor debe ser luz, no tinieblas. Él lo ha hecho tinieblas y ha envuelto en ellas su espíritu.
-Es verdad, Señor. Pero las vendas se pueden quitar cuando se quiera. No es como tener el espíritu mismo tenebroso.
Las vendas son lo externo; el espíritu es lo interno, el núcleo vivo... El interior de mi hermano es bueno.
-Que se quite entonces las vendas que se ha puesto.
-¡Lo hará, sin duda, Señor! Ya lo está haciendo. Vuélvete y mira: lo desfigurado que está por ese llanto que no consuelas Tú. ¿Por qué tan severo con él?
-Porque él tiene el deber de ser "el primero", de la misma forma que le he dado el honor de serlo. Quien mucho recibe mucho debe dar.
-¡Es verdad, Señor, sí! Pero, ¿no te acuerdas de María de Lázaro?, ¿de Juan de Endor?, ¿de Áglae?, ¿de la Beldad de Corazín?, ¿de Leví? A éstos les diste todo... y ellos todavía te habían dado sólo la intención de redimirse...
¡Señor!... Atendiste mi súplica por la Beldad de Corazín y por Áglae... ¿No lo harías ahora por tu Simón y mi Simón, que ha pecado por amor a ti?
Jesús baja su mirada hacia este hombre apacible que se vuelve intrépido y apremiante en favor de su hermano, como lo fue, silenciosamente, en favor de Áglae y de la Beldad de Corazín, y su rostro resplandece de luz:
-Ve a llamar a tu hermano dice -y tráemelo aquí.
-¡Gracias, mi Señor! Voy... -y se echa a correr, raudo como una golondrina.
-¡Ven, Simón. El Maestro ya no está irritado contigo. Ven, que te lo quiere decir.
-No, no. Me da vergüenza... Hace demasiado poco que me ha corregido... Será que quiere que vaya para reprenderme otra vez...
-¡Qué mal lo conoces! ¡Venga, ven! ¿Piensas que yo te llevaría a otro sufrimiento? Si no estuviera seguro de que te espera allí una alegría, no insistiría. Ven.
-¿Y qué le voy a decir? -dice Pedro mientras se pone en marcha un poco recalcitrante, frenado por su humanidad, aguijado por su espíritu, que no puede estar sin la indulgencia de Jesús y sin su amor -¿Qué le voy a decir? -sigue preguntando.
-¡Nada, hombre! ¡Será suficiente con que le muestres tu rostro! -le dice su hermano animándolo.
Todos los discípulos, a medida que los dos hermanos los van adelantando, los miran y, comprendiendo lo que sucede, sonríen. Llegan donde Jesús. Pero Pedro, al último momento, se detiene. Andrés no se anda con chiquitas. Con un enérgico envite, como los que da a la barca para empujarla al mar, lo echa hacia adelante. Jesús se para... Pedro alza la cara... Jesús la baja... Se miran... Dos lagrimones se deslizan por las mejillas enrojecidas de Pedro...
-Ven aquí, niño grande irreflexivo, que te haga de padre enjugando este llanto -dice Jesús, y levanta su mano, en que es bien visible aún la señal de la pedrada de Yiscala, y seca con sus dedos esas dos lágrimas.
-¡Oh, Señor! ¿Me has perdonado? -pregunta Pedro lleno de temblor, agarrando la mano de Jesús con las suyas y mirándolo con unos ojos como los de un perro fiel que desea obtener el perdón del amo resentido.
-Nunca te he condenado...
-Pero antes...
-Te he amado. Es amor no permitir que en ti arraiguen desviaciones de sentimiento y de pensamiento. Debes ser el primero en todo, Simón Pedro.
-¿Entonces... entonces me estimas todavía? ¿Me quieres contigo todavía? No es que yo quiera el primer puesto, ¡eh! Me conformo con el último, pero estar contigo, a tu servicio... y morir verdaderamente a tu servicio, Señor, mi Dios.
Jesús le pasa el brazo por encima de los hombros y lo estrecha contra su costado.
Entonces Simón, que no ha dejado suelta en todo este tiempo la otra mano de Jesús, se la cubre de besos... dichoso. Y susurra:
-¡Cuánto he sufrido!... Gracias, Jesús.
-Da las gracias más bien a tu hermano. Y en el futuro lleva bien tu carga con justicia y heroísmo. Vamos a esperar a los otros. ¿Dónde están?
Están parados en el lugar en que se encontraban cuando Pedro alcanzó a Jesús, para dejar libertad al Maestro de hablar a su apóstol humillado. Jesús les hace señas para que se acerquen. Con ellos hay un grupito de labriegos, que habían dejado de trabajar en los campos para venir a hacer preguntas a los discípulos.
Jesús, todavía con la mano en el hombro de Pedro, dice:
-Por lo que ha pasado habéis entendido que estar a mi servicio es una cosa severa. Le he reprendido a él. Pero la corrección era para todos. Porque los mismos sentimientos estaban en la mayoría de los corazones, o formados o en gestación. Así os los he truncado; y quien todavía los cultiva muestra que no comprende ni mi Doctrina ni mi Misión ni mi Persona.
He venido para ser Camino, Verdad y Vida. Os doy la Verdad con lo que enseño. Os aliso el Camino con mi sacrificio; os lo trazo e indico. Pero la Vida os la doy con mi Muerte. Y acordaos de que quien responde a mi llamada y se alista en mis filas para cooperar en la redención del mundo debe estar dispuesto a morir para dar a otros la Vida. Por tanto, quien quiera seguirme debe estar dispuesto a negarse a sí mismo, al viejo yo con sus pasiones, tendencias, costumbres, tradiciones, pensamientos, y seguirme con su nuevo yo.
Tome cada cual su cruz como Yo la tomaré. La tome, aunque le parezca demasiado infamante. Deje que el peso de su cruz triture a su yo humano para liberar al yo espiritual, al cual no produce horror la cruz; antes al contrario, le es apoyo y objeto de veneración, porque el espíritu sabe y recuerda. Y que me siga con su cruz. ¿Que al final del camino le esperará la muerte ignominiosa como me espera a mí? No importa. No se aflija; antes al contrario, exulte por ello, porque la ignominia de la tierra se transformará en grande gloria en el Cielo, mientras que será un deshonor la vileza frente a los heroísmos espirituales.
Siempre decís que queréis seguirme hasta la muerte. Seguidme entonces, y os guiaré al Reino por un camino abrupto, pero santo y glorioso, al final del cual conquistaréis la Vida eternamente inmutable. Esto será "vivir".
Por el contrario, seguir los caminos del mundo y la carne es "morir". De modo que quien quiera salvar su vida en esta tierra la perderá, mas aquel que pierda su vida en esta tierra por causa mía y por amor a mi Evangelio la salvará. Pensad esto: ¿de qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si luego pierde su alma?
Y otra cosa: guardaos bien, ahora y en el futuro, de avergonzaros de mis palabras y acciones. Eso también sería "morir".
Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras delante de esta generación necia, adúltera y pecadora, de que he hablado, y esperando recibir su protección y ganancia, la adule, renegando de mí y de mi Doctrina, arrojando a las bocas inmundas de los cerdos y perros las perlas recibidas, para recibir luego, como paga, excrementos en vez de dinero, será juzgado por el Hijo del hombre cuando venga en la gloria de su Padre, con los ángeles y santos, a juzgar al mundo. Él, entonces, se avergonzará de estos adúlteros y fornicadores, de estos villanos y usureros, y los arrojará fuera de su Reino; porque no hay sitio en la Jerusalén celeste para adúlteros, ruines, fornicadores, blasfemos y ladrones.
Y os digo, en verdad, que algunos de mis discípulos y discípulas presentes no experimentarán la muerte antes de haber visto la fundación del Reino de Dios, y ungido y coronado a su Rey. (El Reino de Dios vio sus comienzos el Viernes Santo, por los méritos de Cristo, y luego se afirmó con la Iglesia constituida. Pero no todos vieron esta creciente afirmación)
Reemprenden la marcha, hablando animadamente, mientras el sol desciende lentamente en el cielo...
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