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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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519- Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
Jesús despide a los discípulos Leví, José, Matías y Juan -no sé dónde los ha encontrado-y les confía al neodiscípulo Sidonio, llamado Bartolmái.
Esto sucede en las primeras casas de Betania. Y los discípulos pastores se van con el nuevo llegado y con otros siete hombres que tenían con ellos. Jesús los mira mientras se marchan. Luego se vuelve, a mirar a sus apóstoles, y dice:
-Ahora vamos a esperar aquí a Judas de Simón...
-¡Ah! ¿Te has dado cuenta de que se ha marchado? -dicen asombrados los otros. -Creíamos que no te hubieras percatado. La gente era mucha, y has estado hablando todo el tiempo, primero con el joven y después con los pastores...
-Desde el primer momento, he visto que se había alejado. Nada me pasa inadvertido. Por este motivo he entrado en las casas amigas, diciendo que manden a Judas a Betania, si preguntara por mí...
-Dios quiera que no -refunfuña, entre dientes, el otro Judas. Jesús lo mira, pero hace ademán de no haber notado la frase, y continúa, hablando a todos porque los ve a todos del parecer de Judas Tadeo (las caras, a veces, hablan mejor que las palabras): -Será bueno este descanso en espera de su regreso. Aliviará a todos. Luego iremos hacia Tecua.
El tiempo está frío pero la tendencia es a cielo sereno. Evangelizaré esa ciudad. Luego subiremos de nuevo pasando por Jericó, e iremos a la otra orilla. Me han dicho los pastores que muchos enfermos me buscan y les he enviado el mensaje de que no emprendan el viaje, sino que me esperen en estos lugares.
-Pues vamos, sí -suspira Pedro.
-¿No estás contento de ir donde Lázaro? -pregunta Tomás.
-Estoy contento.
-¡Lo dices de una manera!...
-No lo digo por Lázaro. Lo digo por Judas...
-Eres pecador, Pedro -advierte Jesús.
-Lo sé. Pero... él, Judas de Keriot, que se marcha, que es impertinente, que es un tormento, ¿no lo es? -salta Pedro, que ya no aguanta más.
-Lo es. Pero si él lo es, tú no debes serlo. Ninguno de nosotros debe serlo. Recordad que Dios nos pedirá cuentas -digo: nos pedirá porque a mí antes que a vosotros Dios Padre me ha confiado ese hombre-de lo que hayamos hecho para redimirlo.
-¿Y esperas lograrlo, hermano? No puedo creerlo. Tú, esto sí que lo creo, Tú conoces el pasado, el presente y el futuro. Y por tanto, no puedes engañarte respecto a ese hombre. Y... bueno, es mejor que no diga lo demás.
-Efectivamente, saber callar es una gran virtud. Pero debes saber que el prever más o menos exactamente el futuro de un corazón no dispensa a nadie de perseverar hasta el final para apartarlo de la ruina. No caigas tú también en el fatalismo de los fariseos, que sostienen que lo que está destinado debe cumplirse y nada impide el cumplimiento de lo que está destinado; razón con la cual avalan también sus culpas y avalarán el último acto de su odio hacia mí.
Muchas veces Dios está esperando el sacrificio de un corazón -que supera sus náuseas y sentimientos de desdén, sus antipatías, incluso justificadas-para arrancar a un espíritu del pantano en que se está hundiendo. Sí, Yo os lo digo.
Muchas veces Dios (el Omnipotente, el Todo) espera a que una criatura (una nada), haga o no haga un sacrificio, una oración, para signar o no signar la condena de un espíritu. Nunca es tarde, nunca es demasiado tarde para intentar y esperar salvar un alma. Y os daré pruebas de ello. Incluso a las puertas de la muerte, cuando tanto el pecador como el justo que por él se aflige, están próximos a dejar la Tierra para ir al primer juicio de Dios, siempre es posible salvar y ser salvados.
Entre la copa y los labios, dice el proverbio, siempre hay lugar para la muerte. Y Yo digo: entre la extrema agonía y la muerte hay siempre tiempo para obtener un perdón, para uno mismo o para aquellos que queremos que sean perdonados.
Ni una palabra de réplica de ninguno.
Jesús, que ya ha llegado a la pesada cancilla, da una voz a un doméstico para que le abran. Entra. Pregunta por Lázaro.
-¡Oh, Señor! ¿Ves? Vuelvo de recoger hojas de laurel y alcanfor y bayas de ciprés, y otras hojas y frutos olorosos, para hervirlo con vino y resinas y con ello hacerle baños a mi señor. Su carne se cae a pedazos y no se soporta el hedor. Has venido, pero no sé si te dejarán pasar...
Por miedo a que el aire oiga, el doméstico apaga su voz en un susurro:
-Ahora, que ya no se puede ocultar que tiene las llagas, las dueñas rechazan a todos... por miedo. Ya sabes... a Lázaro lo quieren realmente pocos... Y muchos, por muchos motivos gozarían si... ¡Oh, no quiero pensar en lo que es el miedo de toda la casa!
-Hacen bien ellas. Pero no temáis. No sucederá esta desventura.
-Pero... curarse, ¿podrá? Un milagro tuyo...
-No se curará. Pero servirá para glorificar al Señor.
El doméstico se siente defraudado... ¡Jesús, que cura a todos y que aquí no hace nada!... De todas formas, se limita a emitir un suspiro como única manifestación de lo que piensa. Luego dice:
-Voy donde las dueñas de la casa a anunciarte.
Jesús se ve rodeado por los apóstoles, que están interesados en las condiciones de Lázaro, y que se quedan consternados cuando Jesús habla de ellas. Pero ya vienen las dos hermanas.
Su florida y distinta belleza parece empañada por el dolor y la fatiga de las velas prolongadas. Pálidas, alicaídas, demacradas, cansados los ojos que en otro tiempo -en ambas-eran radiantes; sin anillos ni pulseras, vestidas con dos vestidos ceniza oscuro, parecen más siervas que señoras. A cierta distancia de Jesús, se arrodillan, ofreciéndoles sólo llanto. Un llanto resignado, mudo, que desciende como de una fuente interna, y que no puede pararse.
Jesús se acerca. Marta alarga los brazos susurrando:
-Apártate Señor. En verdad, tememos ser ya pecadoras contra la ley sobre la lepra. (Levítico l3,-l4) ¡Pero no podemos, oh Dios, no podemos provocar un decreto de esa clase contra nuestro Lázaro! Pero tú no te acerques, porque, no tocando sino llagas, estamos contaminadas. Sólo nosotras. Porque hemos apartado a todos los demás, y todo nos lo dejan en la puerta y nosotras tomamos las cosas, y lavamos, y quemamos, en la habitación contigua a la de nuestro hermano.
¿Ves nuestras manos? Están corroídas de la cal viva que usamos para los vasos que tenemos que devolver a los criados. Pensamos con ello que somos menos culpables -y llora.
María de Magdala, que hasta este momento ha guardado silencio, gime a su vez: -Tendríamos que llamar al sacerdote. Pero... Yo, yo soy la más culpable porque me opongo a esto y digo que no es la terrible enfermedad maldita en Israel. ¡No es, no es! Pera nos odian tanto, y tantos, que dirían que lo es. ¡Por mucho menos, Simón, tu apóstol, fue declarado leproso!
-No eres sacerdote ni médico, María -dice, entre accesos de llanto, Marta.
-No lo soy. Pero tú sabes lo que he hecho para estar segura de lo que digo. Señor, he ido y he recorrido todo el valle de Hinnón, todo Siloán, todos los sepulcros cercanos a En Rogel. Vestida de sierva, velada, con la luz de las auroras, cargada de víveres y aguas con sustancias medicinales, vendas y vestidos. Y daba, daba. Decía que era un voto por mi amado.
Era verdad. Pedía sólo poder ver las llagas de los leprosos. Deben haber pensado que estaba loca... ¿Alguien, acaso, quiere ver esos horrores? Pero yo, puestos mis presentes en los bordes de las rocas, pedía ver. Y ellos arriba, yo más abajo; ellos asombrados, yo con repugnancia; llorando ellos, llorando yo... ¡he mirado, mirado, mirado! He visto cuerpos cubiertos de escamas, de costras, de llagas; caras corroídas, cabellos blancos y más duros que cerdas, ojos que eran huras de podredumbre, carrillos que dejaban ver los dientes, calaveras en cuerpos vivos, manos reducidas a garras de monstruos, pies como ramas nudosas, hedores, horrores, podredumbre.
¡Oh, si pequé adorando la carne, si gocé con los ojos, con el olfato, con el oído, con el tacto, de lo hermoso; de lo perfumado, de lo armonioso, de lo suave y liso, oh, te aseguro que los sentidos se han purificado ya con la mortificación de esto que he conocido!
Los ojos, contemplando aquellos monstruos, han olvidado la belleza seductora del hombre; los oídos, con esas voces ásperas, que ya no son humanas, han expiado el pasado gozo de voces viriles; y se ha estremecido mi carne, y se ha rebelado mi olfato... y todo resto de culto a mí misma ha muerto, porque he visto lo que somos después de la muerte...
Pero he traído conmigo esta certeza: que Lázaro no está leproso. Su voz no está lesionada, sus cabellos y todo el vello están intactos, y las llagas son distintas.
¡No es! ¡No es! Y Marta me aflige -que no cree, porque no conforta a Lázaro en el sentido de no creerse contaminado. ¿Ves? Ahora, que sabe que estás aquí, no quiere verte para no contaminarte. ¡Los miedos tontos de mi hermana le privan incluso de tu consuelo!...
La naturaleza vehemente la lleva a la cólera. Pero, viendo que su hermana rompe a llorar desoladamente, su vehemencia cesa enseguida y abraza a Marta y la besa, y le dice:
-¡Marta, perdón! ¡Perdón! ¡El dolor me hace injusta! ¡Es el amor con que os amo a ti y a Lázaro el que querría convenceros! ¡Pobre hermana mía! ¡Pobres mujeres, eso es lo que somos!
-¡Venga, ánimo! ¡No lloréis así! Necesitáis paz y compasión recíproca, por vosotras y por él. Y Lázaro no está leproso, os lo digo Yo.
-¡Oh, ven a verlo, Señor! ¿Quién mejor que tú puede juzgar si está leproso? -suplica Marta.
-¿No te he dicho que no lo está?».
-Sí. ¿Pero cómo puedes decirlo, si no lo ves?
-¡Marta! ¡Marta! Dios te perdona porque sufres y eres como uno que delira. Tengo compasión de ti y voy a ver a Lázaro; le destaparé las llagas y...
-¡Y las curarás! -grita Marta poniéndose de pie.
-Ya te he dicho otras veces que no puedo hacerlo... Pero os daré la paz de saber que estáis en regla con la ley sobre los leprosos. Vamos...
Y abre la marcha hacia la casa, haciendo señas a los apóstoles de no seguirlo.
María se adelanta corriendo, abre una puerta, corre por un pasillo y de éste abre otra puerta, que da a un pequeño patio interior, anda pocos pasos y entra en una habitación estorbada por barreños, vasijas, ánforas, vendas... Un olor que es mezcla de aromas y de descomposición penetra en las narices. Hay una puerta frente a la de antes, y María la abre y, con una voz que quiere ser radiante de alegría, grita:
-¡Aquí está el Maestro! ¡Viene a decirte que tengo razón, hermano mío! ¡Ánimo, sonríe, que está entrando el amor nuestro, nuestra paz! -y se agacha hacia su hermano, lo incorpora en las almohadas, lo besa, sin hacer caso del olor que a pesar de todos los paliativos emana de su cuerpo llagado; y está todavía agachada para colocarlo cuando ya el dulce saludo de Jesús suena en la habitación, que, envuelta en una luz mortecina, parece iluminarse por la presencia divina.
-Maestro ¿no tienes miedo?... Estoy...
-¡Enfermo! Nada más que eso. Lázaro, las normas han sido dadas, muy amplias y severas, por un comprensible sentido de prudencia. Mejor exagerar en prudencia que en imprudencia, en ciertos casos como los de enfermedades contagiosas. Pero tú no eres contagioso, pobre amigo mío, no estás contaminado. Tanto, que no creo faltar a la prudencia respecto a los hermanos si te abrazo y te beso así y tomando el cuerpo consumido, besa a Lázaro.
-¡Tú eres realmente la Paz! Pero todavía no has visto. María está destapando el horror. Soy ya un muerto, Señor. No sé cómo mis hermanas pueden resistir...
Yo tampoco sabría cómo, pues verdaderamente son espantosas y repugnantes las llagas que han salido a lo largo de las varices de las piernas. Las espléndidas manos de María trabajan suaves en ellas, mientras con su voz maravillosa responde:
-Tus males son rosas para tus hermanas. Rosas espinosas porque tú sufres, sólo por ello. ¿Ves, Maestro? ¡La lepra no es así!
-No es así. Es una enfermedad muy mala la que te consume, pero no es causa de peligro. ¡Cree en tu Maestro! Tapa, María. Ya he visto.
-¿Y... no vas a tocar? -dice Marta suspirando, tenaz en la esperanza.
-No hace falta. No por repulsa, sino para no hurgar en las llagas.
Marta se agacha, sin insistir más, hacia una palangana donde hay vino o vinagre aromatizado, y sumerge unos paños, que luego pasa a su hermana. Lágrimas mudas caen en el líquido rojizo...
María venda las míseras piernas y extiende de nuevo las mantas sobre los pies, ya inertes y amarillentos como los de un muerto.
-¿Estás solo?
-No. Con todos, menos con Judas de Keriot, que se ha quedado en Jerusalén, y vendrá... Es más, si ya estoy lejos, lo mandáis a Betabara. Allí estaré. Y que me espere allí.
-Te vas a marchar pronto...
-Y volveré pronto. Dentro de poco es la Dedicación. En esos días estaré contigo.
-No podré honrarte para las Encenias...
-Estaré en Belén para ese día. Necesito volver a ver mi cuna...
-Estás triste... Lo sé... ¡Y no poder hacer nada!...
-No estoy triste. Soy el Redentor... Pero, tú estás cansado. No luches contra el sueño, amigo mío.
-Era por tributarte honor...
-Duerme, duerme. Luego nos veremos... -y Jesús se retira sin hacer ruido.
-¿Has visto, Maestro? -pregunta Marta afuera, en el patio.
-Sí, ya he visto. Mis pobres discípulas... Yo lloro con vosotras... pero, en verdad, os digo en confianza que mi corazón está mucho más llagado que vuestro hermano. Está comido por el dolor mi corazón... -y las mira con una tristeza tan viva, que las dos olvidan su dolor por el de Él, y, no pudiendo abrazarlo por ser mujeres, se limitan a besarle las manos y la túnica y a querer servirle como hermanas afectuosas.
Y le sirven en una salita y lo envuelven en amor.
Las voces fuertes de los apóstoles se oyen más allá del patio... Todos, menos la voz del discípulo malo. Jesús escucha y suspira... Suspira esperando pacientemente al fugitivo.
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