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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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359- En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
El valle profundo y boscoso donde surge Yabés Galaad se oye rumoroso debido a un arroyuelo muy cargado de agua, que va espumando hacia el cercano Jordán. El crepúsculo y la jornada, tenebrosos, agravan los aspectos sombríos de las frondas; así que el pueblo se presenta triste e inhóspito ya desde los primeros momentos.
-¡Mmm! No quisiera que después de siglos se vengara en nosotros este pueblo, de la desagradable sorpresa que le dio Israel. ¡Basta! ¡Vamos a sufrir por el Señor! -dice Tomás, que conserva su buen humor, a pesar de que su ropa esté como recién sacada de una tina (barro caminando, de la cabeza a las caderas, de las caderas a los pies). (La desagradable sorpresa que le dio Israel está narrada en: I Macabeos 5, 9-36)
No los vapulean, eso no. Pero los echan de todas partes, llamándolos ladrones, y peor todavía. Felipe y Mateo tienen que pegarse una buena carrera para salvarse de un perro de grandes dimensiones embriscado por un pastor cuando habían ido a la puerta de un aprisco a pedir alojamiento para la noche «al menos en el cobertizo de los animales».
-¿Y ahora qué hacemos? No tenemos pan.
-Ni dinero. ¡Sin dinero no se encuentra ni pan ni posada!
-Y estamos empapados, helados, hambrientos.
-Y llega la noche. ¡Sí que vamos a estar cucos mañana, después de una noche en el bosque!
De doce que son, siete rezongan abiertamente; tres tienen escrito en el rostro su mal humor, y aunque de hecho guardan silencio, es como si hablaran. Simón Zelote va cabizbajo, indescifrable. Juan parece como sobre las brasas encendidas, y su cabeza se vuelve veloz, de los rezongones a Jesús y de éste a aquéllos, con la pena dibujada en la cara. Jesús continúa llamando de casa en casa, personalmente, puesto que los apóstoles no quieren o lo hacen con temor; continúa recorriendo, paciente, las callejuelas convertidas en pantanos resbaladizos y fétidos. Pero en todas partes es rechazado.
Ya están en el extremo del pueblo. Allí el valle se abre en los pastos de la llanura transjordánica. Alguna que otra casa, todavía... Todo son desilusiones...
-Busquemos en los campos. ¿Juan, eres capaz de subir a este olmo? Desde arriba puedes ver.
-Sí, mi Señor.
-El olmo está resbaladizo de lluvia. El muchacho no va a subir y se va a hacer daño. Y, por si fuera poco, vamos a tener un herido -dice Pedro descontento.
Y, Jesús, mansamente:
-¡Subo Yo!
-¡De ninguna manera! -gritan en coro. Los que más alzan la voz son los pescadores, que añaden: «Si es peligroso para nosotros, que somos pescadores, ¿cómo vas a poder Tú, que no has trepado nunca por las costanas ni por las cuerdas?
-Lo hacía por vosotros. Para buscaros un alojamiento. Para mí es indiferente. No es el agua lo que me resulta penoso...
¡Cuánta tristeza! ¡Cuánta noción a la piedad por El hay en la voz!
Algunos se aperciben y callan. Otros, que son, para mayor exactitud, Bartolomé y Mateo, dicen:
-Ya es demasiado tarde para poner remedio. Se debía haber pensado antes.
-Sí, y no hacer caprichos queriendo salir de Pel.la aunque ya lloviera. Has sido un testarudo, y un imprudente, y ahora todos tenemos que pagar las consecuencias.
¿Qué remedio vas a poner ahora? ¡Si hubiéramos tenido una bolsa bien nutrida, hubieras visto como se habrían abierto todas las casas! ¡Pero Tú!... ¿Por qué no haces un milagro, al menos un milagro para tus apóstoles, puesto que los haces hasta para los indignos? -dice Judas de Keriot, gesticulando como un loco, agresivo; tanto que los otros, aunque en el fondo piensen en parte come él, sienten la necesidad de exigirle respeto.
Jesús parece ya el Condenado mirando pacífico a sus verdugos. Y calla. Este callar, que va siendo cada vez más frecuente en Jesús desde hace un tiempo, preludio del "gran silencio" ante el Sanedrín, ante Pilatos y ante Herodes, me da mucha pena. Me semejan esas pausas de silencio que se oyen en el quejido de un moribundo, que no son signo de calma de los dolores, sino preludio de la muerte. Siento la impresión de que estos silencios de Jesús gritan, más que cualquier otra palabra, con su callar, y que expresan todo el dolor de Jesús ante la incomprensión de los hombres y su desamor. Y su mansedumbre que no reacciona, esta postura suya con la cabeza un poco baja, me lo presentan ya atado, consignado al odio de los hombres.
-¿Por qué no hablas? -le preguntan.
-Porque diría palabras que vuestro corazón no entendería en este momento... Vamos. Vamos a andar para no congelarnos... Y perdonad...
Se vuelve sin demora y se pone a la cabeza de esta comitiva que en parte es comprensiva; en parte, acusadora; en parte, polémica con los compañeros.
Juan se rezaga un poco, pero de forma que ninguno se dé cuenta. Luego se acerca a un árbol grande, alto -creo que es chopo o fresno-, y, arrojados manto y túnica, se pone a subir semidesnudo, fatigosamente, hasta que las primeras ramas no le facilitan la subida. Sube, sube, sube, como un gato.
Alguna vez también resbala, pero se afianza de nuevo. Está ya casi en la cima. Escudriña el horizonte bajo las últimas luces del día, más claras aquí -en abierta llanura -que en el valle, porque además las plomizas nubes son menos espesas. Agudiza la mirada en todas las direcciones. Por fin un gesto de alegría. Se deja resbalar rápidamente hasta el suelo, se pone los indumentos que se había quitado, se echa a correr hasta alcanzar y pasar a sus compañeros. Ya llegó donde el Maestro. Dice, jadeante por el esfuerzo realizado y por la carrera:
-Una cabaña, Señor... una cabaña hacia oriente... pero hay que volver atrás... He subido a un árbol... Ven, ven...
-Voy con Juan por esta parte. Si queréis venir, venid; si no, proseguid hasta el próximo pueblo siguiendo el río. Allí nos encontraremos -dice Jesús serio y decidido.
Los siguen todos por los prados empapados.
-¡Pero estamos volviendo a Yabés!
-Yo no veo casas...
-¿Quién sabe lo que habrá visto el muchacho!
-¡Quizás un pajar!
-O la cabaña de un leproso.
-Así terminamos de mojarnos. Estos prados parecen esponjas -se lamentan los apóstoles.
Pero no es ni la cabaña de un leproso ni un pajar lo que se presenta a sus ojos detrás de una espesura de troncos. Es una cabaña, eso sí. Ancha, baja, semejante a un aprisco pobre. Tejado de paja hasta la mitad, paredes de barro que apenas si se sujetan con los cuatro machones angulares de piedras sin desbastar. Una serie de estacas circuye la casucha; en el espacio intermedio, hortalizas que chorrean agua.
Juan da una voz. Se asoma un anciano.
-¿Quién es?
-Peregrinos camino de Jerusalén. ¿Posada en nombre de Dios! -dice Jesús.
-Siempre. Es un deber. Pero mal sitio os ha tocado. Tengo poco espacio y no tengo camas.
-No importa. Tendrás fuego al menos.
El hombre se afana en abrir el cierre y lo abre.
-Entrad. La paz sea con vosotros.
Pasan por la minúscula huerta. Entran en la habitación única, que es cocina y dormitorio. En el hogar está encendido el fuego. Hay orden y pobreza. No hay ni un utensilio más de los necesarios.
-¿Veis? ¡Lo único que tengo es un corazón grande y adornado! Pero si os adaptáis... ¿Tenéis pan?
-No. Un puñado de aceitunas...
-Yo no tengo pan para todos. Pero os voy a hacer una cosa con la leche, Tengo dos ovejas. Me bastan. Voy a ordeñarlas. ¿Me dais los mantos? Así los extiendo en el aprisco, aquí detrás. Se secarán un poco. Mañana con la llama se acabarán de secar.
El hombre sale cargado con la ropa húmeda. Todos están cerca del fuego y se alegran por el calor.
Vuelve el hombre trayendo una tosca estera. La extiende.
-Quitaos las sandalias. Así las lavo y les quito el barro y las cuelgo para que se sequen. También os voy a dar agua caliente para quitaros el barro de los pies. La estera es tosca, pero es gruesa y está limpia; la agradeceréis más que el suelo frío.
Descuelga un caldero lleno de agua verdosa, por las verduras que cuecen dentro, y vierte el agua mitad en un barreño mitad en una tina. La alarga con agua fría y dice:
-Aquí tenéis. Os reanimará. Lavaos. Éste es un paño limpio.
Y, entretanto, se afana avivando la llama, vierte leche en un caldero y la pone en el fuego. Y, en cuanto empieza a hervir, echa semillas dentro de la leche (creo que son o cebada molida o millo descascarado). Y remueve la papilla.
Jesús, que ha sido uno de los primeros que se ha lavado, se acerca a él:
-Que Dios te recompense por tu caridad.
-No hago sino restituir lo que he recibido de El. Estaba leproso. De los treinta y siete a los cincuenta y uno, leproso. Luego me curé. Pero en el pueblo me encontré ya que mis padres habían muerto, y mi mujer; y la casa estaba devastada. Además yo era "el leproso"... Vine aquí y me hice mi nido; yo solo y con la ayuda de Dios. Primero una cabaña de juncos, luego de madera. Luego tapias... Todos los años una cosa nueva.
El año pasado hice el lugar para las ovejas. Las he comprado fabricando esteras que vendo, y también platos y vasos de madera. Tengo un manzano, un peral, una higuera, una vid. Detrás tengo una parcelita de cebada; delante, las hortalizas. Cuatro parejas de palomas y dos ovejas. Dentro de poco tendré corderos. Esperemos que sean hembras esta vez. Bendigo al Señor y no pido más cosas. ¿Y Tú quién eres?
-Un galileo. ¿Tienes prejuicios?
-Ninguno, aunque sea de raza judía. Si hubiera tenido hijos, habría podido tener uno como Tú... Hago de padre a las palomitas...
-Estoy acostumbrado a estar solo.
-¿Y para las Fiestas?
-Lleno los comederos y me marcho. Alquilo un asno. Corro, hago lo que tengo que hacer, y vuelvo. Jamás me ha faltado ni una sola hoja. Dios es bueno.
-Sí, con los buenos y con los menos buenos; pero los buenos están bajo sus alas.
-Sí. Lo dice también Isaías... A mí me ha protegido.
-De todas formas, has sido leproso» observa Tomás.
-Y me he quedado pobre y solo. Pero, mira, volver a ser un hombre y tener techo y pan es gracia de Dios. Mi modelo en la desventura fue Job. Espero merecer como él la bendición de Dios, no en riquezas sino en gracia.
-La tendrás. Eres un justo. ¿Cómo te llamas?
-Matías.
Y quita del fuego su caldero, lo lleva a la mesa, añade mantequilla y miel, remueve, vuelve a ponerlo en el fuego y dice:
-Tengo sólo seis piezas de vajilla entre platos y cuencos. Os turnáis.
-¿Y tú?
-El que da hospitalidad es el último en servirse. Primero los hermanos que Dios envía. Bueno, ya está a punto. Esto sienta bien.
Y echa unos cazos de papilla humeante en cuatro platos y dos cuencos. Cucharas de madera sí que hay.
Jesús sugiere a los más jóvenes que coman.
-No. Tú, Maestro -dice Juan.
-No, no. Conviene que se sacie Judas, y vea que hay siempre comida para los hijos.
Judas Iscariote cambia de color, pero come.
-¿Eres un rabí?
-Sí. Éstos son mis discípulos.
-Yo iba donde el Bautista, cuando él estaba en Betabara. ¿Sabes algo del Mesías? Dicen que ya ha venido y que Juan lo señaló. Siempre que voy a Jerusalén espero verlo. Pero nunca lo he logrado. Cumplo el rito y no me detengo. Será por esto por lo que no lo veo. Aquí vivo aislado, y además... gente no buena en Perea. Hablé con unos pastores que vienen aquí por los pastos. Ellos sabían del Mesías. Me hablaron. ¡Qué palabras! ¿Qué será cuando las diga Él!...
Jesús no se da a conocer. Le toca ahora comer y lo hace serenamente, al lado del buen anciano.
-¿Y ahora? ¿Cómo vamos a hacer para dormir? Os cedo la cama. Pero es solo una... Yo voy donde las ovejas.
-No, vamos nosotros. El heno es bueno para quien está cansado.
La cena ha terminado. Ahora piensan en acostarse para partir al alba. Pero el anciano insiste y a su cama va Mateo, que está muy constipado.
Pero la aurora es un diluvio. ¿Cómo ponerse en marcha bajo esas cataratas? Siguen el consejo del viejo y se quedan. Entretanto cepillan y secan las túnicas, untan las sandalias, dan descanso a sus cuerpos. El viejo cuece otra vez cebada en la leche, para todos; luego mete unas manzanas entre las cenizas. La comida de todos. Lo están consumiendo cuando llega de fuera una voz.
-¿Otro peregrino? ¿Cómo nos vamos a arreglar? -dice el anciano. Pero se pone en pie y sale, envuelto en una manta de lana basta, impermeable.
En la cocina hay calor de fuego, pero no de humor bueno. Jesús guarda silencio.
Vuelve el anciano, con los ojos desmesuradamente abiertos. Mira a Jesús, mira a los otros. Parece sentir miedo... parece en duda y escrutador. Al fin dice:
-¿Uno de vosotros es el Mesías? Decidlo, porque los de Pel.la lo buscan para adorarlo, por un gran milagro que ha hecho. Llevan llamando, desde ayer tarde, a todas las casas, hasta el río, hasta el primer pueblo... Ahora, regresando, han pensado en mí. Alguno ha indicado mi casa. Están afuera, con los carros. ¡Mucha gente!
Jesús se levanta. Los doce dicen:
-No vayas. Si has dicho que era prudente no detenernos en Pel.la, es inútil mostrarte ahora.
-¡Pero entonces!... ¡Oh! ¡Bendito! ¡Bendito Tú y quien te ha enviado! ¡Y bendito yo, que te he acogido! Eres el rabí Jesús, aquel... ¡Oh!
E1 hombre está de rodillas, con la frente contra el suelo.
-Soy Yo. Pero deja que vaya a estos que me buscan. Luego vendré a ti, hombre bueno. Se libera los tobillos apresados por las manos del anciano y sale a la huerta inundada.
-¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Hosanna!
Se apean rápidamente de los carros. Son hombres y mujeres, y está el cieguito de ayer con su madre, y está la gerasena. Sin preocuparse del barro, se arrodillan y suplican:
-¡Regresa, regresa donde nosotros, a Pel.la!
-¡No: a Yábés! -gritan otros, que son ciertamente de allí.
-¡Te queremos con nosotros! ¡Estamos arrepentidos de haberte echado! -gritan los de Yabés.
-No, donde nosotros. A Pel.la, donde está vivo tu milagro. A ellos los ojos; a nosotros, la luz del alma.
-No puedo. Voy a Jerusalén. Allí me encontraréis.
-Estás enfadado porque te hayamos echado.
-Estás disgustado porque sabes que habíamos creído las calumnias de un pecador.
La madre de Marcos se tapa la cara y llora.
-Dile tú, Yaia, al que te ha amado, que vuelva.
-Me encontraréis en Jerusalén. Marchaos. Y perseverad. No seáis como los vientos, que van en todas las direcciones. Adiós.
-No. Ven. Te raptamos por la fuerza, si no vienes.
-Vosotros no alzaréis contra mí vuestra mano. Esto es idolatría, no verdadera fe. La fe cree incluso sin ver. Persevera aunque se la combata. Crece aun sin milagros. Me quedo en casa de Matías, que ha sabido creer sin ver nada y que es un justo.
-A1 menos, acepta nuestros presentes. Dinero, pan. Nos han dicho que habéis dado todo lo que teníais a Yaia y a su madre. Toma un carro. Irás en él. Lo dejas en Jericó, en casa de Timón el posadero. Tómalo. Llueve. Y va a seguir lloviendo. Estarás resguardado. Llegarás antes. Muéstranos que no nos odias.
Ellos al otro lado de la estacada, Jesús a este lado, se miran; los de la parte de allá están agitados. Detrás de Jesús está el anciano Matías, de rodillas, con la boca abierta; luego, de pie, los apóstoles.
Jesús tiende la mano y dice:
-Acepto para los pobres. Pero no acepto el carro. Soy el Pobre entre los pobres. No insistáis. Yaia, mujer, y tú de Gerasa, venid que os bendiga en particular.
Y cuando los tiene a su lado, puesto que Matías ha abierto la estacada, los acaricia y bendice, y se despide de ellos. Bendice luego a los otros, que se han aglomerado en torno a la entrada y están dando a los apóstoles monedas y víveres, y los despide.
Vuelve a casa...
-¿Por qué no les has hablado?
-Habla el milagro de los dos ciegos.
-¿Por qué no has tomado el carro?
-Porque ir a pie está bien.
Y se vuelve a Matías:
-Te habría recompensado con las bendiciones. Ahora puedo darte, además, un poco de dinero por los gastos que te ocasionamos...
-No, Señor Jesús... No lo quiero. Esto lo he hecho de buen corazón. Ahora... ahora lo hago sirviendo al Señor. No paga el Señor. No está obligado a ello. ¡He sido yo quien ha recibido, no Tú! ¡Este día vendrá, con su recuerdo, hasta la otra vida!
-Bien has hablado. Encontrarás tu misericordia hacia los peregrinos escrita en el Cielo, y también tu fe solícita.
En cuanto se aclare el cielo un poco, te dejo. Aquellos podrían volver. Insistentes mientras están bajo la impresión del milagro; luego... tardos como antes, o enemigos. Yo continúo mi camino. Hasta ahora me he detenido, tratando de convertirlos. Ahora vengo y paso, sin detenerme. Voy al destino mío que me apremia. Dios y el hombre me acucian. No puedo ya detenerme. Me aguija el amor y me aguija el odio. Quien me ama puede seguirme.
Pero el Maestro ya no va a correr detrás de las ovejas indóciles.
-¿No te aman, Maestro divino? -pregunta Matías.
-No me comprenden.
-Son malos.
-Los gravan las concupiscencias.
El hombre ya no se atreve a mostrarse con la libertad de antes. Parece como si estuviera delante del altar. Jesús, por el contrario, ahora que ya no es el Desconocido, se muestra menos reservado y habla al anciano como a un familiar.
Y así pasan las horas, hasta un principio de sol de mediodía. La nube, rota, promete suspensión de la lluvia. Jesús ordena la partida. Y, mientras el anciano va a recoger los mantos ya secos, deposita en un cajón unas monedas y dispone que metan panes y quesos en una masera.
Regresa el anciano. Jesús lo bendice. Luego reanuda su camino, y se vuelve todavía a mirar a la blanca cabeza que sobresale de la estacada oscura.
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