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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 4 de 7 »
TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo
314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida
315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor
316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica
317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote
318. En barca de Tolemaida
a Tiro
319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes
320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad
321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes
322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía
323. La visita a Antigonio
324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica
325. Los ocho apóstoles se reúnen
con Jesús
cerca de Akcib
326. Un alto en Akcib
327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura
328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona
329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña
330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás
331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib
332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro
333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón
334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico
335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado
336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima
337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada
338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador
339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote
340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel
341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios
342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc
343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro
344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás
345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas
346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro
347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego
348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen
349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos
350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios
351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez
352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos
353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra
354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm
355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión
356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar
357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio
358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías
359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad
360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó
361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán
362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas
363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén
364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos
365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo
366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía
367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní
368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo
369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas
370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa
371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro
372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro
373. El día de la Parasceve.
En el Templo
374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel
375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel
376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido
377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte
378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa
379. Una premonición del
apóstol Juan
380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción
381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio
382. Un alto en casa de Nique
383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán
384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón
385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón
386. Hacia la orilla occidental
del Jordán
387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué
388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.
389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles
390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma
391. Curación del leproso Eliseo de Engadí
392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza
393. En la casa de campo de María de Keriot
394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot
395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas
396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones
397. Despedida de los fieles
de Yuttá
398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote
399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa
400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia
401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora
402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter
403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás
404. En camino hacia Emaús
de la llanura
405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel
406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles
407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos
408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea
409. El drama familiar del Anciano Juan
410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico
411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda
412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas
413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo
414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías
415. Un alto en el camino
en Betania
416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó
417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano
418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón
419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas
420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor
421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo
422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles
423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón
424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea
425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos
426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada
427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala
428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío
429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón
430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley
431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán
432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori
433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea
434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada
435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles
436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención
437. Coloquio
de Jesús con
su Madre
438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote
439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios
440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo
441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola
442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María
443. La muerte del abuelo de Margziam
444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador
445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote
446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento
447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco
448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro
449. El pequeño Alfeo desamado de su madre
450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan
451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos
452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos
453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico
454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo
455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados
456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa
457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula
458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios
459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades
460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio
461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor
462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades
463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora
464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto
465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún
466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana
467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín
468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura
469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín
470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio
471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor
472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala
473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias
474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor
475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos
476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra
477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María
478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos
479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán
480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán
481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos
482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe
483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria
484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada
485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam
486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino
487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo
488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración
489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento
490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías
491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva
492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor
493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios
494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores
495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania
496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.
497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento
498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote
499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra
500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo
501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra
502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)
503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto
504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías
505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda
506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo
507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías
508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí
509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo
510. La curación de un ciego
de nacimiento
511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote
512. Profecía ante un pueblo destruido
513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel
514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía
515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad
516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios
517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error
518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor
519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro
520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana
521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana
522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo
523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos
524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos
525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí
526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista
527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo
528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote
529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote
531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví
532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob
533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote
534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles
535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás
536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro
537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle
538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores
539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes
540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año
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529- Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob
Son fríos y serenos días de invierno.
En la cima del montecito donde está construida Nob el viento no falta casi nunca, aunque templado por el sol, que desde la aurora al ocaso acaricia con sus rayos las casas y los huertos, que verdecen con verduras invernales Pequeños huertos al amparo de las casas, con pequeños bancales: verdes por las hortalizas, y con otros del color de la tierra cuando está bien nutrida, desnudos bancales ya preparados para la siembra de las legumbres.
Los ojos, mirando alrededor, donde no ven tono gris de olivos, o serpentino y esquelético fluir de vides desnudas, ven pequeños campos arados, ciertamente sembrados ya con cereales, que pronto germinarán con el primer calor de la precoz primavera palestina, llena de templanzas de sol.
Yo casi diría que en los días serenos, como es el que contemplo, hay ya templanza de primavera, germinadora, tanto que en los almendros rayanos a las casas las yemas se hinchan en las ramas que sólo pocos días antes aparecían completamente infecundas; yemas que apenas destacan en las ramas oscuras, oscuras también ellas, pero que ya testifican que la vida llega, que próximo a despertar está el robusto tronco.
En el pequeño huerto de Juan, en la parte de atrás de la casa, hay una franjita de terreno cultivado, mientras que el terreno que orilla la casa está custodiado por el nogal. En esa franjita se alza un grueso almendro -quizás más viejo que el amo-, tan pegado a la casa, que por un buen trecho de tronco ha tenido que echar ramas sólo por tres partes, porque en la cuarta la pared de la casita lo impedía. Pero, más arriba, el árbol se suelta formando una maraña de ramas que, cuando florezcan, deberán parecer una nube ligera por encima de la pobre terraza, un precioso dosel, más hermoso que un baldaquino regio.
Y para no estar ociosos, Jesús y los apóstoles trabajan bajo el solecito que alegra y calienta. Ceñida la túnica a la cintura, los que saben de carpintería y de cierres arreglan o hacen nuevos utensilios y jambajes. Otros excavan el terreno con la azada, o recalzan en las verduras trasplantadas, refuerzan un seto de cañas secas y de espino albar verde que cierra por dos partes el huertecillo, o podan el almendro y el nogal, y atan sarmientos que el viento del invierno ha desatado. He notado que donde está Jesús nunca se ocia.
Él es el primero en enseñar la belleza de la laboriosidad manual, cuando otras operaciones evangélicas están suspendidas. También hoy Jesús, junto con sus primos, está arreglando una puerta que en la parte baja estaba podrida y que tenía el cerrojo medio arrancado.
Por su parte, Felipe y Bartolomé trabajan con tijeras de podar y hocino en viejos árboles frutales, mientras los pescadores están atareados con unas sogas y unas mantas viejas: quién componiéndolas con unos puntos... muy masculinos, quién poniendo arandelas y carrillos (quizás con la intención de crear en la terraza un toldo útil en el verano).
-Vas a estar muy bien aquí, Elisa -dice Pedro asomándose por el antepecho de la terraza para hablar con la anciana discípula, que está hilando lana, sentada contra la soleada pared.
-Sí. Cuando la vid esté templada y el almendro arreglado, este lugar, en verano, será verdaderamente bueno -dice Felipe entre dientes, porque tiene en la boca unos juncos con los que está atando los sarmientos a los soportes.
Jesús levanta la cabeza para mirar, mientras Elisa la alza para mirar al Maestro y dice:
-¿Quién sabe si estaremos aquí en el verano?...
-¿Por qué no íbamos a estar, mujer? -pregunta Andrés.
-Pues... no sé... Yo no hago ya cálculos sobre el futuro desde que... desde que he visto que todos mis pronósticos terminaban con un sepulcro.
-¡Oye, pero tendría que morir el Maestro para no estar ya nosotros aquí! Ya el Maestro ha elegido este lugar como morada suya. ¿No es verdad, Maestro? -pregunta Tomás.
-Es verdad. Pero también es verdad lo que dice Elisa... -responde Jesús mientras trabaja con el cepillo en el lado de la puerta que está arreglando.
-Pero eres joven. ¡Y, sobre todo, estás sano!
-No se muere sólo de enfermedad -dice Jesús.
-¿Quién habla de muerte? ¿Tú, Maestro? ¿Para ti?... La verdad es que desde hace un tiempo parece calmado el odio. Mira, ya no nos molesta nadie. Saben que estamos aquí. Incluso ayer se encontraron con nosotros mientras volvíamos de la ciudad con las compras y no nos molestaron -dice Bartolomé.
-Sí. Lo mismo nosotros, mientras íbamos a los pueblos cercanos a avisar que estabas aquí. Nunca ninguna molestia. Y fíjate que se han visto Elquías y Simón, y luego Sadoq y Samuel, y también Nahum con... Doras. Es más, nos han saludado. ¿Verdad, Santiago? -dice Juan dirigiéndose a su hermano.
-Si. Debemos convenir en que el trabajo de Judas de Keriot ha sido verdaderamente bueno, mientras que nosotros en nuestro corazón lo criticábamos. ¡Hemos vuelto aquí, y ninguna molestia! Los hechos han confirmado sus palabras. Parece como si hubiéramos vuelto a los bonitos tiempos de Agua Especiosa. A los primeros de esos tiempos... ¡Oh, ojalá fuera verdad! -dice Santiago de Zebedeo.
-¡Ojalá fuera verdaderamente así! -suspira Pedro.
-No siempre el tiempo está sereno cuando no brama el rayo -sentencia Elisa haciendo girar su huso.
-¿Qué quieres decir con eso? -pregunta Pedro.
-Digo que a veces una gran paz en lugar donde hay tormentas es preparación a una tempestad más peligrosa que nunca. Tú, que eres pescador, deberías saberlo.
-¡Claro que lo sé, mujer! El lago, a veces, es una enorme tina llena de aceite azul; pero, casi siempre, cuando pende la vela y el agua está detenida de esa forma, pronto hay una tempestad, y de las peores. Viento de bonanza, viento de sepulcro para los navegantes.
-¡Mmm! ¡Ya! Por eso, si estuviera en vuestro lugar, desconfiaría de tanta paz. ¡Demasiada paz!
-¡Pero entonces! Si cuando hay guerra se sufre porque hay guerra y cuando hay paz se sufre porque puede venir la guerra aún más cruel, ¿cuándo puede uno sentirse feliz? -pregunta Tomás.
-En la otra vida. Aquí el dolor está siempre pronto.
-¡Uf, qué lúgubre estás, mujer! ¡Entonces está muy lejano el tiempo de felicidad! ¡Soy uno de los más jóvenes! Alégrate, Bartolomé, que eres el que más cerca está de gozarlo. Tú y el Zelote -dice de broma Santiago de Zebedeo.
-¡Lúgubre y sagaz, mujer! ¡Claro, las mujeres ancianas! Pero alguna vez aciertan. También mi madre, cuando dice a uno de nosotros: "¡Ten cuidado, que vas por el camino de cometer una estupidez por esto o por aquello otro!", adivina siempre dice Tomás, que está agachado escarbando en la tierra.
-Las mujeres son malignas o más astutas que los zorros. Nosotros no valemos nada respecto a ellas, para entender ciertas cosas que se querría que no entendieran -sentencia Pedro.
-Tú cállate, que a ti te ha tocado una mujer que creería incluso le dijeras que el Líbano se ha hecho de mantequilla. Lo que tú dice es ley para ella. Escucha, cree y calla -dice su hermano Andrés.
-Sí... pero su madre vale por ella y por otras cien mujeres. ¡Qué serpiente!
Todos se ríen, incluidos Elisa y el anciano que ayuda a los jóvenes a cavar.
Regresan el Zelote, Mateo y Judas de Keriot.
-Todo hecho, Maestro. ¡Venimos cansados! ¡Qué vuelta más grande! Pero mañana voy a descansar. Mañana os toca a vosotros -dice Judas Iscariote hablando a los que cavan la tierra. Y va donde ellos y coge una azada para trabajar.
-¿Pero si estás cansado por qué trabajas? -le pregunta Tomás.
-Porque tengo que plantar arbolitos. Este lugar está pelado como el cráneo de un viejo, y es una pena -sentencia, e hinca la azada en el suelo con enérgicos golpes con el pie.
-¡En los buenos tiempos no estaba así! Pero luego... Demasiadas cosas murieron, y a mí no me valía la pena trabajar en rehacer esto. Soy viejo y más que viejo, estaba desolado -responde el anciano.
-¿Pero qué agujeros estás haciendo? Para árboles, no para pequeños tallos, como dices -observa Felipe, que baja después de haber atado las vides.
-Cuando un árbol es joven es siempre un pequeño tallo. Los míos son eso. El tiempo es bueno. Me lo ha asegurado el que me los ha dado. ¿Sabes quién, Maestro? Pues ese pariente de Elquías que es cultivador. Y cultiva bien. ¡Un huerto! ¡Y unos olivos! Estaba renovando una parte del olivar. Le dije: "Dame de estos árboles". "¿Para quién?" preguntó. "Para un viejecito de Nob que nos alberga en su casa. Servirán para que me perdone todos los escándalos que le he dado".
-No, hijo. Eso puede suceder con una buena conducta, no con los árboles. Y con Dios. Yo... yo miro, oro y perdono. Pero mi perdón... De todas formas, te quedo agradecido por los arbolitos... Aunque... ¿Tú crees que podré comer sus frutos?
-¿Por qué no? Siempre hay que tener esperanza. Es más, siempre hay que querer triunfar... Y entonces se triunfa.
-¡No hay triunfo sobre la vejez! Y tampoco lo deseo.
-Sobre otras muchas cosas no hay triunfo. ¡Si bastara querer para tener! Yo tendría a mis hijos -suspira Elisa.
Maestro, lo que dice Elisa me hace recordar una pregunta que nos han hecho hoy algunos por el camino. Decían porque había sucedido un hecho en un pueblo-que si es verdad que el milagro es siempre prueba de santidad. Yo decía que sí. Pero ellos decían que no, porque en ese pueblo, que está en la frontera con Samaria, el que había realizado cosas extraordinarias, sin duda, no era un justo. Yo les he hecho callarse diciendo que el hombre juzga siempre mal y que aquel al que llamaban no justo quizás lo era más que ellos. ¿Tú que dices? -pregunta Mateo.
-Digo que teníais razón todos. Cada uno por su parte. Tú, diciendo que el milagro es siempre prueba de santidad. En términos generales es así. Y también diciendo que no se debe juzgar para no errar Pero también tenían razón ellos al sospechar otras fuentes de lo extraordinario del hombre.
-¿Qué fuentes? -pregunta Judas Iscariote.
-Las tenebrosas. Hay criaturas -adoradoras ya de Satanás, porque tienen el culto de la soberbia-que con tal de imponerse a los demás se venden al Tenebroso para tenerlo como amigo -le responde Jesús.
-¿Pero eso es posible? ¿No es una leyenda de países paganos el que el hombre pueda hacer contratos con el demonio y con los espíritus infernales? -pregunta, estupefacto, Juan.
-Es posible. No como se narra en las leyendas paganas, no con monedas y contratos materiales, sino con la elección, con la donación de sí al Mal con tal de gozar de una hora cualquiera de triunfo. En verdad os digo que los que, con tal de tener éxito en un propio fin, se venden al Maldito son más numerosos de lo que se cree.
-¿Y tienen ese éxito? ¿Obtienen exactamente aquello que piden? -pregunta Andrés.
-No siempre y no todo. Pero algo sí.
-¿Y cómo es posible? ¿Tan poderoso es el demonio como para poder remedar a Dios?
-Tanto... y nada, si el hombre fuera santo. Pero es que muchas veces el hombre es de por sí un demonio. Nosotros combatimos las posesiones evidentes, ruidosas, vistosas.
De ésas todos se dan cuenta... Son... poco cómodas para los familiares y convecinos, y, sobre todo, se manifiestan con formas materiales. El hombre percibe siempre lo material, lo que choca con sus sentidos. Lo inmaterial, lo que es perceptible solamente con lo inmaterial -razón y espíritu-no lo percibe, y, aunque lo perciba, no se ocupará de ello, especialmente si no le perjudica.
¡Estas posesiones ocultas, pues, escapan a nuestro poder de exorcistas! Y son las más dañinas, porque trabajan en la parte más selecta, con la parte más selecta y hacia otras partes selectas: de razón a razón, de espíritu a espíritu. Son como miasmas corruptores, impalpables, inadvertibles hasta que la fiebre de la enfermedad advierte a quien la ha adquirido que la ha adquirido.
-¿Y Satanás ayuda? ¿Verdaderamente? ¿Por qué? ¿Y por qué Dios lo deja actuar? ¿Y lo va a dejar actuar siempre? ¿Incluso cuando Tú ya reines?
Todos preguntan.
-Satanás ayuda para acabar de subyugar. Dios lo deja actuar porque de esta lucha entre lo Alto y lo Bajo, el Bien y el Mal, surge el valor de la criatura. El valor y la voluntad. Siempre lo dejará actuar. Aun después de que Yo haya sido elevado al Cielo. Pero entonces Satanás tendrá contra él a un enemigo bien grande y el hombre tendrá a una amiga bien poderosa.
-¿Quién? ¿Quién?
-La Gracia.
-¡Ah, bien! Entonces para los de nuestro tiempo, sin gracia, será más fácil ser subyugados, pero será también menos grave la caída -dice Judas Iscariote, que no para de cavar.
-No, Judas. El juicio será igual.
-Injusto entonces, porque si somos ayudados menos, como consecuencia, deberíamos ser condenados menos.
-No te falta algo de razón -dice Tomás.
-No, Tomás, estás equivocado. Porque los israelitas tenemos ya mucho de fe, esperanza, caridad, y muchas luces de Sabiduría, de forma que no podemos tener la excusa de la ignorancia. Y vosotros... vosotros que tenéis a la Gracia como Maestra vuestra desde casi tres años, seréis ya juzgados como los del tiempo nuevo -dice Jesús marcando mucho las palabras y mirando a Judas, que ha levantado la cabeza y está pensativo mirando fijamente hacia el vacío.
Luego Judas de Keriot menea la cabeza, como concluyendo un razonamiento interno suyo, y, hundiendo nuevamente la azada en la tierra, pregunta:
-¿Y el que se da así al demonio, qué es luego?
-Un demonio.
-¿Un demonio! De esa forma, si yo, por ejemplo, con tal de afirmar que el contacto contigo da un poder sobrenatural, hiciera cosas... que Tú censuras, ¿sería un demonio?...
-Tú lo has dicho.
-¡Espero que no las hagas, ¿no?!... -dice Andrés casi asustado.
-¿Yo? ¡Ja! ¡Ja! Yo planto los arbolitos a nuestro viejo -y corre al otro lado del huerto y vuelve con cinco plantas, pesadas, sin duda, por el terrón que envuelve sus raíces.
-¿Pero has venido desde Beterón con esa carga al hombro? -pregunta Pedro.
-¡Di, más bien, desde más allá de Gabaón! Allí es donde hay una parte de los huertos de Daniel. ¡Qué tierra más magnífica! ¡Mirad!... -y desmenuza entre sus dedos la tierra que envuelve las raíces. Luego desata el nudo que mantiene unidos los cinco tallitos (ya tan gruesos como un brazo). Sólo dos de ellos tienen ya en el extremo unas pocas hojas. Y son hojas de olivo.
-Mirad. Éste por Jesús y éste por María, que son la paz del mundo. Son los primeros que planto porque yo soy un hombre de paz. Aquí... y aquí -y los coloca en los dos extremos de la franjita de tierra -Y aquí un manzano, joven y bueno como el del Edén, para recordarte, Juan, que tú también vienes de Adán y no te debes asombrar de que... yo pueda ser pecador Cuidado, tú, con la Serpiente...
Y aquí... No, aquí no está bien. Allí delante, junto a la pared, esta higuera joven. ¿Cómo es posible no tener una higuera en el huerto, si aquí nacen como la grama? Y en el agujero del centro vamos a meter este joven almendro. Aprenderá del centenario la virtud de producir. ¡Ya está! Tu huertecito será bonito en un futuro... y, mirándolo, te acordarás de mí.
-Te recordaría de todas formas, porque has estado aquí con el Maestro. "Todo me hablará de este tiempo. Y, mirando las cosas, diré: "¡Como un hijo, Él quiso reparar mi casa!". No obstante, si pudiera tener un deseo distinto del que quizás ya está escrito en el Cielo, quisiera no tener la ocasión de recordar este tiempo tan hermoso para mí, más hermoso que cuando estos árboles, ahora viejos, eran jóvenes, y jóvenes éramos yo y mi esposa, y aquí jugaba mi hijita... y… cuidar el manzano y el granado, la higuera y la vid, daba satisfacción, porque las manitas de mi hija eran ávidas y era hermoso ver a mi esposa tejiendo o hilando sentada a la sombra verde de los árboles...
Después... una vez que se marchó mi hija -¡y tan desmemoriada!-... enferma y luego muerta mi esposa... ¿para qué cuidar y para quién lo que en el pasado fue hermoso? Y todo ha muerto, menos los dos viejotes que recuerdan mi infancia... Quisiera morir antes de tener la ocasión de recordar, y estando aquí una mujer justa, como era Lía. Te agradezco estos árboles, el trabajo, todo.
A todos os doy las gracias. Pero le ruego a mi Señor que desarraigue mi viejo árbol de este terreno antes de que concluya esta hora de paz para el viejo Juan...
Jesús se acerca a él y le pone una mano en el hombro, dulce y grave al mismo tiempo:
-Muchas cosas has sabido hacer en tu larga vida. Te falta todavía una: la de aceptar de Dios la hora de la muerte sin pedir que sea ni anticipada ni retrasada un minuto. A muchas cosas te has resignado.
Por eso, Dios te ama. Pues que sepas resignarte a la cosa más difícil: vivir cuando lo único que se desearía es morir. Y ahora vamos a entrar en la casa.
El sol desciende tras los montes y el frío aumenta enseguida. Empieza el sábado. Después del sábado terminaremos los trabajos... -y, recogiendo sierra, cepillo y martillo, entra de nuevo en casa, mientras los otros terminan de unir en haces las ramas podadas, terminan de regar los árboles plantados y de poner en sus goznes la puerta rehecha.
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