Wednesday December 04,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 4 de 7 »

TERCER AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



313. Preparativos para salir de Nazaret, después de la visita de Simón de Alfeo con su familia. Durante el tercer año,
Jesús será el Justo

314. La cena en la casa de Nazaret. La dolorosa partida

315. El viaje hacia Yiftael y las reflexiones de Juan de Endor

316. Jesús se despide de Juan
de Endor y de Síntica

317. La oración de Jesús por la salvación de Judas Iscariote

318. En barca de Tolemaida
a Tiro

319. Partida de Tiro en la nave del cretense Nicomedes

320. Prodigios en la nave en medio de una tempestad

321. Arribo a Seleucia.
Se despiden de Nicomedes

322. Partida de Seleucia en un carro y llegada a Antioquía

323. La visita a Antigonio

324. Las pláticas de los ocho apóstoles antes de dejar Antioquía. El adiós a Juan de Endor y a Síntica

325. Los ocho apóstoles se reúnen con Jesús
cerca de Akcib

326. Un alto en Akcib

327. En los confines de Fenicia. Palabras de Jesús sobre la igualdad de los pueblos.
Parábola de la levadura

328. En Alejandrocena donde los hermanos de Hermiona

329. En el mercado de Alejandrocena. La parábola
de los obreros de la viña

330. Santiago y Juan "hijos del trueno". Hacia Akcib
con el pastor Anás

331. La fe de la mujer cananea y otras conquistas. Llegada a Akcib

332. La sufrida separación de Bartolomé, que con Felipe
vuelve a unirse al Maestro

333. Con los diez apóstoles
hacia Sicaminón

334. También Tomas y Judas Iscariote se unen de nuevo al grupo apostólico

335. La falsa amistad de Ismael ben Fabí, y el hidrópico
curado en sábado

336. En Nazaret con cuatro apóstoles. El amor de Tomás
por María Santísima

337. El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación
de una mujer encorvada

338. Judas Iscariote pierde el poder de milagros.
La parábola del cultivador

339. La noche pecaminosa
de Judas Iscariote

340. El enmendamiento de Judas Iscariote y el choque con los rabíes junto al sepulcro de Hil.lel

341. La mano herida de Jesús. Curación de un sordomudo en los confines sirofenicios

342. En Quedes. Los fariseos piden un signo.
La profecía de Habacuc

343. La levadura de los fariseos. El Hijo del hombre.
El primado a Simón Pedro

344. Encuentro con los discípulos en Cesárea de Filipo y explicación de la sedal de Jonás

345. Milagro en el castillo
de Cesárea Paneas

346. Primer anuncio de la Pasión y reprensión a Simón Pedro

347. En Betsaida. Profecía sobre el martirio de los Apóstoles y curación de un ciego

348. Manahén da algunas noticias acerca de Herodes Antipas, y desde Cafarnaúm va con Jesús a Nazaret. Revelación de las transfiguraciones
de la Virgen

349. La Transfiguración en el monte Tabor y el epiléptico curado al pie del monte. Un comentario para los predilectos

350. Lección a los discípulos sobre el poder de vencer
a los demonios

351. El tributo al Templo pagado con la moneda hallada
en la boca del pez

352. Un convertido de María de Magdala. Parábola para el pequeño Benjamín y lección sobre quién es grande
en el reino de los Cielos

353. La segunda multiplicación de los panes y el milagro de la multiplicación de la Palabra

354. Jesús habla sobre el Pan del Cielo en la sinagoga
de Cafarnaúm

355. El nuevo discípulo Nicolái de Antioquía y el segundo anuncio de la Pasión

356. Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan,
que quiere sólo amar

357. Juan y las culpas de Judas Iscariote. Los fariseos y la cuestión del divorcio

358. En Pel.la. El jovencito Yaia y la madre de Marcos de Josías

359. En la cabaña de Matías cerca de Yabés Galaad

360. El malhumor de los apóstoles y el descanso en una gruta. El encuentro
con Rosa de Jericó

361. Los dos injertos que transformarán a los apóstoles. María de Magdala advierte a Jesús de un peligro. Milagro ante la riada del Jordán

362. La misión de las "voces" en la Iglesia futura. El encuentro con la Madre y las discípulas

363. En Rama, en casa de la hermana de Tomás. Jesús habla sobre la salvación.
Apóstrofe a Jerusalén

364. En el Templo. Oración universal y parábola del hijo verdadero y los hijos bastardos

365. Judas Iscariote insidia la inocencia de Margziam. Un nuevo discípulo, hermano de leche de Jesús. En Betania, en la
casa de Lázaro, enfermo

366. Anastática entre las discípulas. Las cartas de Antioquía

367. El jueves prepascual. Preparativos en el Getsemaní

368. El jueves prepascual. En Jerusalén y en el Templo

369. El jueves prepascual. Parábola de la lepra de las casas

370. El jueves prepascual. En el convite de los pobres en el palacio de Cusa

371. El jueves prepascual. Por la noche en el palacio de Lázaro

372. El día de la Parasceve. Despertar en el palacio de Lázaro

373. El día de la Parasceve.
En el Templo

374. El día de la Parasceve. Por las calles de Jerusalén y en el barrio de Ofel

375. La cena ritual en casa de Lázaro y el banquete sacrílego en la casa de Samuel

376. Lección sobre la obra salvífica de los santos, y condena al Templo corrompido

377. Parábola del agua y del junco para María de Magdala, que ha elegido la mejor parte

378. La parábola de los pájaros, criticada por unos judíos enemigos que tienden una trampa

379. Una premonición del
apóstol Juan

380. El amor de los apóstoles, de la contemplación a la acción

381. La parábola del administrador infiel y sagaz. Hipocresía de los fariseos y conversión de un esenio

382. Un alto en casa de Nique

383. Discurso sobre la muerte junto al vado del Jordán

384. El anciano Ananías, guardián de la casita de Salomón

385. Parábola de la encrucijada y milagros cerca del pueblo
de Salomón

386. Hacia la orilla occidental
del Jordán

387. En Guilgal. El mendigo Ogla y los escribas tentadores. Los apóstoles comparados con las doce piedras del
prodigio de Josué

388. Exhortación a Judas Iscariote, que irá a Betania
con Simón Zelote.

389. Llegada a Engadí con
diez apóstoles

390. La fe de Abraham de Engadí y la parábola de la semilla
de palma

391. Curación del leproso Eliseo de Engadí

392. La hostilidad de Masada, ciudad-fortaleza

393. En la casa de campo de María de Keriot

394. Parábola de las dos voluntades y despedida de los habitantes de Keriot

395. Las dos madres infelices de Keriot. Adiós a la madre de Judas

396. En Yuttá, con los niños. La mano de Jesús obradora
de curaciones

397. Despedida de los fieles
de Yuttá

398. Palabras de despedida en Hebrón. Los delirios
de Judas Iscariote

399. Palabras de despedida en Betsur. El amor materno de Elisa

400. En Béter, en casa de Juana de Cusa, la cual habla del daño provocado por Judas Iscariote ante Claudia

401. Pedro y Bartolomé en Béter por un grave motivo.
Éxtasis de la escritora

402. Judas Iscariote se siente descubierto durante el discurso de despedida en Béter

403. Una lucha y victoria espiritual de Simón de Jonás

404. En camino hacia Emaús
de la llanura

405. Descanso en un henil y discurso a la entrada de Emaús de la llanura. El pequeño Miguel

406. En Joppe. Palabras inútiles a Judas de Keriot y diálogo sobre el alma con algunos Gentiles

407. En los campos de Nicodemo. La parábola de los dos hijos

408. Multiplicación del trigo en los campos de José de Arimatea

409. El drama familiar del Anciano Juan

410. Provocaciones de Judas Iscariote en el grupo apostólico

411. Una lección extraída de la naturaleza y espigueo milagroso para una viejecita. Cómo ayudar a quien se enmienda

412. Elogio del lirio de los valles, símbolo de María. Pedro se sacrifica por el bien de Judas

413. Llegada a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés y disputa con los doctores del Templo

414. Invectiva contra fariseos y doctores en el convite en casa
del Anciano Elquías

415. Un alto en el camino
en Betania

416. Un mendigo samaritano en el camino de Jericó

417. Historia de Zacarías el leproso y conversión
de Zaqueo el publicano

418. Curación del discípulo José, herido en la cabeza y recogido en la casita de Salomón

419. Curaciones en un pueblecito de la Decápolis. Parábola del escultor y de las estatuas

420. Curación de un endemoniado completo. La vocación de la mujer al amor

421. El endemoniado curado, los fariseos y la blasfemia contra
el Espíritu Santo

422. El Iscariote, con sus malos humores, ocasiona la lección sobre los deberes
y los siervos inútiles

423. Partida del Iscariote, que ocasiona la lección sobre
el amor y el perdón

424. Pensamientos de gloria y martirio ante la vista de la costa mediterránea

425. En Cesárea Marítima. Romanos mundanos y parábola de los hijos con destinos distintos

426. Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
La joven esclava salvada

427. Bartolomé instruye
a Áurea Gala

428. Parábola de la viña y del viñador, figuras del alma y del libre albedrío

429. Con Judas Iscariote en la llanura de Esdrelón

430. El nido caído y el escriba cruel. La letra y el espíritu
de la Ley

431. Tomás prepara el encuentro de Jesús con los campesinos
de Jocanán

432. Con los campesinos
de Jocanán, cerca de Sefori

433. Llegada a Nazaret. Alabanzas a la Virgen.
Curación de Áurea

434. Trabajos manuales en Nazaret y parábola
de la madera barnizada

435. Comienzo del tercer sábado en Nazaret y llegada de Pedro con otros apóstoles

436. En el huerto de Nazaret, revelado a apóstoles y discípulas el precio de la Redención

437. Coloquio
de Jesús con su Madre

438. María Santísima con María de Alfeo en Tiberíades, donde Valeria. Encuentro con Judas Iscariote

439. María Santísima enseña a Áurea a hacer la voluntad de Dios

440. Otro sábado en Nazaret. Obstinación de José de Alfeo

441. Partida de Nazaret. Un incendio de brezos durante el viaje viene a ser el tema de una parábola

442. Judas Iscariote en Nazaret en casa de María

443. La muerte del abuelo de Margziam

444. Las dotes de Margziam. Lección sobre la caridad, sobre la salvación, sobre los méritos del Salvador

445. Dos parábolas durante una tormenta en Tiberíades. Llegada de Maria Stma., e impenitencia de Judas Iscariote

446. Llegada a Cafarnaúm en medio de un cálido recibimiento

447. En Cafarnaúm unas palabras de Jesús sobre la misericordia y el perdón no encuentran eco

448. Encuentro de barcas en el lago y parábola sugerida por Simón Pedro

449. El pequeño Alfeo desamado de su madre

450. Milagros en el arrabal cercano a Ippo y curación del leproso Juan

451. Discurso en el arrabal cercano a Ippo sobre los deberes de los cónyuges y de los hijos

452. El ex leproso Juan se hace discípulo. Parábola de los diez monumentos

453. Llegada a Ippo y discurso en pro de los pobres. Curación de un esclavo paralítico

454. María Santísima y su amor perfecto. Conflicto de Judas Iscariote con el pequeño Alfeo

455. La Iglesia es confiada a la maternidad de María. Discurso, al pie de Gamala, en pro
de unos forzados

456. Despedida de Gamala y llegada a Afeq. Advertencia a la viuda Sara y milagro en su casa

457. Discurso en Afeq, tras una disputa entre creyentes y no creyentes. Sara se hace discípula

458. Una curación espiritual en Guerguesa y lección sobre
los dones de Dios

459. El perdón a Samuel de Nazaret y lección sobre
las malas amistades

460. Fariseos en Cafarnaúm con José y Simón de Alfeo. Jesús y su Madre preparados
para el Sacrificio

461. Confabulación en casa de Cusa para elegir a Jesús rey. El griego Zenón y la carta de Síntica con la noticia de la muerte de Juan de Endor

462. Discurso y curaciones en las fuentes termales de Emaús
de Tiberíades

463. En Tariquea. Cusa, a pesar del discurso sobre la naturaleza del reino mesiánico, invita a Jesús a su casa. Conversión de una pecadora

464. En la casa de campo de Cusa, intento de elegir rey a Jesús. El testimonio
del Predilecto

465. En Betsaida para un encargo secreto a Porfiria. Apresurada partida de Cafarnaún

466. Un alto en la casa de los ancianos cónyuges Judas y Ana

467. Parábola de la distribución de las aguas. Perdón condicionado para el campesino Jacob. Advertencias a los apóstoles camino de Corazín

468. Un episodio de enmendamiento de Judas Iscariote, y otros que
ilustran su figura

469. Despidiéndose de los pocos fieles de Corazín

470. Lección a una suegra sobre los deberes del matrimonio

471. Encuentro con el levita José, llamado Bernabé, y lección
sobre Dios-Amor

472. Solicitud insidiosa de un juicio acerca de un hecho ocurrido en Yiscala

473. Curación de un niño ciego de Sidón y una lección
para las familias

474. Una visión que se pierde en un arrobo de amor

475. Abel de Belén de Galilea pide el perdón para sus enemigos

476. Lección sobre el cuidado de las almas y perdón a los dos pecadores castigados con la lepra

477. Coloquio de Jesús con su Madre en el bosque de Matatías. Los sufrimientos morales
de Jesús y María

478. Coloquio de Jesús con José y Simón de Alfeo, que van a la fiesta de los Tabernáculos

479. Con Juan al pie de la torre de Yizreel en espera de los campesinos de Jocanán

480. Parten de Yizreel tras la visita nocturna de los campesinos de Jocanán

481. Llegada a Enganním. Maquinaciones de Judas Iscariote para impedir una trama
de los fariseos

482. En camino con un pastor samaritano que ve
premiada su fe

483. Polémica de los apóstoles sobre el odio de los judíos. Los diez leprosos curados en Samaria

484. Alto obligado en las cercanías de Efraím y parábola de la granada

485. Jesús llega con los apóstoles a Betania, donde ya están algunos discípulos con Margziam

486. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Reino

487. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Discurso sobre la naturaleza del Cristo

488. En el Templo para la fiesta de los Tabernáculos. Partida secreta hacia Nob después
de la oración

489. En Nob. Parábola del rey no comprendido por sus súbditos. Jesús calma el viento

490. En el campo de los Galileos con los primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías

491. TEn el Templo el último día de la fiesta de los Tabernáculos. Sermón sobre el Agua viva

492. En Betania se evoca la memoria de Juan de Endor

493. Jesús habla cabe la fuente de En Royel, lugar en que hicieron un alto los tres Sabios

494. La mujer adúltera y la hipocresía de sus acusadores

495. Jesús instruye acerca del perdón de los pecadores, y se despide de sus discípulos en el camino de Betania

496. Un alto en la casita de Salomón. Improvisa turbación
de Judas Iscariote.

497. Simón Pedro atraviesa una hora de abatimiento

498. Exhortación a Judas Tadeo y a Santiago de Zebedeo después de una discusión
con Judas Iscariote

499. Fuga de Esebón y encuentro con un mercader de Petra

500. Reflexiones de Bartolomé y Juan después de un retiro
en el monte Nebo

501. Parábola de los hijos lejanos. Curación de dos hijos ciegos del hombre de Petra

502. Otro abatimiento en Pedro. Lección sobre las posesiones (divinas y diabólicas)

503. Los apóstoles indagan acerca del Traidor. Un saduceo y la infeliz mujer de un nigromante. Saber distinguir lo sobrenatural de lo oculto

504. Margziam preparado para la separación. Regreso a la aldea de Salomón y muerte de Ananías

505. En el Templo, una gracia obtenida con la oración incesante y la parábola del juez y la viuda

506. En el Templo, oposición al discurso que revela que Jesús
es la Luz del mundo

507. El gran debate con los judíos. Huyen del Templo con la ayuda del levita Zacarías

508. Juan será la luz de Cristo hasta el final de los tiempos. El pequeño Marcial-Manasés acogido por José de Seforí

509. El anciano sacerdote Matán acogido con los apóstoles y discípulos que han huido
del Templo

510. La curación de un ciego
de nacimiento

511. En la casa de Juan de Nob, otra alabanza a la Corredentora. Embustes de Judas Iscariote

512. Profecía ante un pueblo destruido

513. En Emaús Montana, una parábola sobre la verdadera sabiduría y una advertencia
a Israel

514. Consejos sobre la santidad a un joven indeciso. Reprensión a los habitantes de Bet-Jorón después de la curación de un romano y una judía

515. Las razones del dolor salvífico de Jesús. Elogio de la obediencia y lección sobre
la humildad

516. En Gabaón, milagro del mudito y elogio de la sabiduría como amor a Dios

517. Hacia Nob. Judas Iscariote, tras un momento polémico, reconoce su error

518. En Jerusalén, encuentro con el ciego curado y palabras que revelan a Jesús como
buen Pastor

519. Inexplicable ausencia de Judas Iscariote y alto en Betania, en casa de Lázaro

520. Conversaciones en torno a Judas Iscariote, ausente. Llegada a Tecua con el anciano Elí-Ana

521. En Tecua, Jesús se despide de los habitantes del lugar y del anciano Elí-Ana

522. Llegada a Jericó. El amor terreno de la muchedumbre y el amor sobrenatural del
convertido Zaqueo

523. En Jericó. La petición a Jesús de que juzgue a una mujer. La parábola del fariseo y el publicano tras una comparación entre pecadores y enfermos

524. En Jericó. En casa de Zaqueo con los pecadores convertidos

525. El juicio sobre Sabea
de Betlequí

526. T526 Curaciones cerca del vado de Betabara y discurso en recuerdo de Juan el Bautista

527. Desconocimiento y tentaciones en la naturaleza humana de Cristo

528. En Nob. Consuelo materno de Elisa y regreso inquietante de Judas Iscariote

529. Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob

530. Otra noche de pecado de Judas Iscariote

531. En Nob, enfermos y peregrinos venidos de todas partes. Valeria y el divorcio. Curación del pequeño Leví

532. Preparativos para las Encenias. Una prostituta enviada a tentar a Jesús, que deja Nob

533. Hacia Jerusalén con
Judas Iscariote

534. Enseñanzas y curaciones en la sinagoga de los libertos romanos. Un encargo
para los gentiles

535. Judas Iscariote llamado
a informar a casa de Caifás

536. Curación de siete leprosos y llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. Marta y María preparadas por Jesús
a la muerte de Lázaro

537. En el Templo en la fiesta de la Dedicación, Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle

538. Jesús, orante en la gruta de la Natividad, contemplado por los discípulos ex pastores

539. Juan de Zebedeo se acusa de culpas inexistentes

540. La Madre confiada a Juan. Encuentro con Manahén y lección sobre el amor a los animales. Conclusión del tercer año

 

529- Enseñanzas a los apóstoles mientras realizan trabajos manuales en casa de Juan de Nob


Son fríos y serenos días de invierno.

En la cima del montecito donde está construida Nob el viento no falta casi nunca, aunque templado por el sol, que desde la aurora al ocaso acaricia con sus rayos las casas y los huertos, que verdecen con verduras invernales Pequeños huertos al amparo de las casas, con pequeños bancales: verdes por las hortalizas, y con otros del color de la tierra cuando está bien nutrida, desnudos bancales ya preparados para la siembra de las legumbres.

Los ojos, mirando alrededor, donde no ven tono gris de olivos, o serpentino y esquelético fluir de vides desnudas, ven pequeños campos arados, ciertamente sembrados ya con cereales, que pronto germinarán con el primer calor de la precoz primavera palestina, llena de templanzas de sol.

Yo casi diría que en los días serenos, como es el que contemplo, hay ya templanza de primavera, germinadora, tanto que en los almendros rayanos a las casas las yemas se hinchan en las ramas que sólo pocos días antes aparecían completamente infecundas; yemas que apenas destacan en las ramas oscuras, oscuras también ellas, pero que ya testifican que la vida llega, que próximo a despertar está el robusto tronco.

En el pequeño huerto de Juan, en la parte de atrás de la casa, hay una franjita de terreno cultivado, mientras que el terreno que orilla la casa está custodiado por el nogal. En esa franjita se alza un grueso almendro -quizás más viejo que el amo-, tan pegado a la casa, que por un buen trecho de tronco ha tenido que echar ramas sólo por tres partes, porque en la cuarta la pared de la casita lo impedía. Pero, más arriba, el árbol se suelta formando una maraña de ramas que, cuando florezcan, deberán parecer una nube ligera por encima de la pobre terraza, un precioso dosel, más hermoso que un baldaquino regio.

Y para no estar ociosos, Jesús y los apóstoles trabajan bajo el solecito que alegra y calienta. Ceñida la túnica a la cintura, los que saben de carpintería y de cierres arreglan o hacen nuevos utensilios y jambajes. Otros excavan el terreno con la azada, o recalzan en las verduras trasplantadas, refuerzan un seto de cañas secas y de espino albar verde que cierra por dos partes el huertecillo, o podan el almendro y el nogal, y atan sarmientos que el viento del invierno ha desatado. He notado que donde está Jesús nunca se ocia.

Él es el primero en enseñar la belleza de la laboriosidad manual, cuando otras operaciones evangélicas están suspendidas. También hoy Jesús, junto con sus primos, está arreglando una puerta que en la parte baja estaba podrida y que tenía el cerrojo medio arrancado.

Por su parte, Felipe y Bartolomé trabajan con tijeras de podar y hocino en viejos árboles frutales, mientras los pescadores están atareados con unas sogas y unas mantas viejas: quién componiéndolas con unos puntos... muy masculinos, quién poniendo arandelas y carrillos (quizás con la intención de crear en la terraza un toldo útil en el verano).

-Vas a estar muy bien aquí, Elisa -dice Pedro asomándose por el antepecho de la terraza para hablar con la anciana discípula, que está hilando lana, sentada contra la soleada pared.

-Sí. Cuando la vid esté templada y el almendro arreglado, este lugar, en verano, será verdaderamente bueno -dice Felipe entre dientes, porque tiene en la boca unos juncos con los que está atando los sarmientos a los soportes.
Jesús levanta la cabeza para mirar, mientras Elisa la alza para mirar al Maestro y dice:

-¿Quién sabe si estaremos aquí en el verano?...
-¿Por qué no íbamos a estar, mujer? -pregunta Andrés.
-Pues... no sé... Yo no hago ya cálculos sobre el futuro desde que... desde que he visto que todos mis pronósticos terminaban con un sepulcro.

-¡Oye, pero tendría que morir el Maestro para no estar ya nosotros aquí! Ya el Maestro ha elegido este lugar como morada suya. ¿No es verdad, Maestro? -pregunta Tomás.
-Es verdad. Pero también es verdad lo que dice Elisa... -responde Jesús mientras trabaja con el cepillo en el lado de la puerta que está arreglando.

-Pero eres joven. ¡Y, sobre todo, estás sano!
-No se muere sólo de enfermedad -dice Jesús.
-¿Quién habla de muerte? ¿Tú, Maestro? ¿Para ti?... La verdad es que desde hace un tiempo parece calmado el odio. Mira, ya no nos molesta nadie. Saben que estamos aquí. Incluso ayer se encontraron con nosotros mientras volvíamos de la ciudad con las compras y no nos molestaron -dice Bartolomé.

-Sí. Lo mismo nosotros, mientras íbamos a los pueblos cercanos a avisar que estabas aquí. Nunca ninguna molestia. Y fíjate que se han visto Elquías y Simón, y luego Sadoq y Samuel, y también Nahum con... Doras. Es más, nos han saludado. ¿Verdad, Santiago? -dice Juan dirigiéndose a su hermano.

-Si. Debemos convenir en que el trabajo de Judas de Keriot ha sido verdaderamente bueno, mientras que nosotros en nuestro corazón lo criticábamos. ¡Hemos vuelto aquí, y ninguna molestia! Los hechos han confirmado sus palabras. Parece como si hubiéramos vuelto a los bonitos tiempos de Agua Especiosa. A los primeros de esos tiempos... ¡Oh, ojalá fuera verdad! -dice Santiago de Zebedeo.

-¡Ojalá fuera verdaderamente así! -suspira Pedro.
-No siempre el tiempo está sereno cuando no brama el rayo -sentencia Elisa haciendo girar su huso.
-¿Qué quieres decir con eso? -pregunta Pedro.

-Digo que a veces una gran paz en lugar donde hay tormentas es preparación a una tempestad más peligrosa que nunca. Tú, que eres pescador, deberías saberlo.
-¡Claro que lo sé, mujer! El lago, a veces, es una enorme tina llena de aceite azul; pero, casi siempre, cuando pende la vela y el agua está detenida de esa forma, pronto hay una tempestad, y de las peores. Viento de bonanza, viento de sepulcro para los navegantes.

-¡Mmm! ¡Ya! Por eso, si estuviera en vuestro lugar, desconfiaría de tanta paz. ¡Demasiada paz!
-¡Pero entonces! Si cuando hay guerra se sufre porque hay guerra y cuando hay paz se sufre porque puede venir la guerra aún más cruel, ¿cuándo puede uno sentirse feliz? -pregunta Tomás.

-En la otra vida. Aquí el dolor está siempre pronto.
-¡Uf, qué lúgubre estás, mujer! ¡Entonces está muy lejano el tiempo de felicidad! ¡Soy uno de los más jóvenes! Alégrate, Bartolomé, que eres el que más cerca está de gozarlo. Tú y el Zelote -dice de broma Santiago de Zebedeo.

-¡Lúgubre y sagaz, mujer! ¡Claro, las mujeres ancianas! Pero alguna vez aciertan. También mi madre, cuando dice a uno de nosotros: "¡Ten cuidado, que vas por el camino de cometer una estupidez por esto o por aquello otro!", adivina siempre ­dice Tomás, que está agachado escarbando en la tierra.

-Las mujeres son malignas o más astutas que los zorros. Nosotros no valemos nada respecto a ellas, para entender ciertas cosas que se querría que no entendieran -sentencia Pedro.

-Tú cállate, que a ti te ha tocado una mujer que creería incluso le dijeras que el Líbano se ha hecho de mantequilla. Lo que tú dice es ley para ella. Escucha, cree y calla -dice su hermano Andrés.

-Sí... pero su madre vale por ella y por otras cien mujeres. ¡Qué serpiente!

Todos se ríen, incluidos Elisa y el anciano que ayuda a los jóvenes a cavar.
Regresan el Zelote, Mateo y Judas de Keriot.

-Todo hecho, Maestro. ¡Venimos cansados! ¡Qué vuelta más grande! Pero mañana voy a descansar. Mañana os toca a vosotros -dice Judas Iscariote hablando a los que cavan la tierra. Y va donde ellos y coge una azada para trabajar.
-¿Pero si estás cansado por qué trabajas? -le pregunta Tomás.

-Porque tengo que plantar arbolitos. Este lugar está pelado como el cráneo de un viejo, y es una pena -sentencia, e hinca la azada en el suelo con enérgicos golpes con el pie.

-¡En los buenos tiempos no estaba así! Pero luego... Demasiadas cosas murieron, y a mí no me valía la pena trabajar en rehacer esto. Soy viejo y más que viejo, estaba desolado -responde el anciano.

-¿Pero qué agujeros estás haciendo? Para árboles, no para pequeños tallos, como dices -observa Felipe, que baja después de haber atado las vides.

-Cuando un árbol es joven es siempre un pequeño tallo. Los míos son eso. El tiempo es bueno. Me lo ha asegurado el que me los ha dado. ¿Sabes quién, Maestro? Pues ese pariente de Elquías que es cultivador. Y cultiva bien. ¡Un huerto! ¡Y unos olivos! Estaba renovando una parte del olivar. Le dije: "Dame de estos árboles". "¿Para quién?" preguntó. "Para un viejecito de Nob que nos alberga en su casa. Servirán para que me perdone todos los escándalos que le he dado".

-No, hijo. Eso puede suceder con una buena conducta, no con los árboles. Y con Dios. Yo... yo miro, oro y perdono. Pero mi perdón... De todas formas, te quedo agradecido por los arbolitos... Aunque... ¿Tú crees que podré comer sus frutos?

-¿Por qué no? Siempre hay que tener esperanza. Es más, siempre hay que querer triunfar... Y entonces se triunfa.
-¡No hay triunfo sobre la vejez! Y tampoco lo deseo.
-Sobre otras muchas cosas no hay triunfo. ¡Si bastara querer para tener! Yo tendría a mis hijos -suspira Elisa.

Maestro, lo que dice Elisa me hace recordar una pregunta que nos han hecho hoy algunos por el camino. Decían ­porque había sucedido un hecho en un pueblo-que si es verdad que el milagro es siempre prueba de santidad. Yo decía que sí. Pero ellos decían que no, porque en ese pueblo, que está en la frontera con Samaria, el que había realizado cosas extraordinarias, sin duda, no era un justo. Yo les he hecho callarse diciendo que el hombre juzga siempre mal y que aquel al que llamaban no justo quizás lo era más que ellos. ¿Tú que dices? -pregunta Mateo.

-Digo que teníais razón todos. Cada uno por su parte. Tú, diciendo que el milagro es siempre prueba de santidad. En términos generales es así. Y también diciendo que no se debe juzgar para no errar Pero también tenían razón ellos al sospechar otras fuentes de lo extraordinario del hombre.

-¿Qué fuentes? -pregunta Judas Iscariote.
-Las tenebrosas. Hay criaturas -adoradoras ya de Satanás, porque tienen el culto de la soberbia-que con tal de imponerse a los demás se venden al Tenebroso para tenerlo como amigo -le responde Jesús.

-¿Pero eso es posible? ¿No es una leyenda de países paganos el que el hombre pueda hacer contratos con el demonio y con los espíritus infernales? -pregunta, estupefacto, Juan.

-Es posible. No como se narra en las leyendas paganas, no con monedas y contratos materiales, sino con la elección, con la donación de sí al Mal con tal de gozar de una hora cualquiera de triunfo. En verdad os digo que los que, con tal de tener éxito en un propio fin, se venden al Maldito son más numerosos de lo que se cree.

-¿Y tienen ese éxito? ¿Obtienen exactamente aquello que piden? -pregunta Andrés.
-No siempre y no todo. Pero algo sí.
-¿Y cómo es posible? ¿Tan poderoso es el demonio como para poder remedar a Dios?

-Tanto... y nada, si el hombre fuera santo. Pero es que muchas veces el hombre es de por sí un demonio. Nosotros combatimos las posesiones evidentes, ruidosas, vistosas.

De ésas todos se dan cuenta... Son... poco cómodas para los familiares y convecinos, y, sobre todo, se manifiestan con formas materiales. El hombre percibe siempre lo material, lo que choca con sus sentidos. Lo inmaterial, lo que es perceptible solamente con lo inmaterial -razón y espíritu-no lo percibe, y, aunque lo perciba, no se ocupará de ello, especialmente si no le perjudica.

¡Estas posesiones ocultas, pues, escapan a nuestro poder de exorcistas! Y son las más dañinas, porque trabajan en la parte más selecta, con la parte más selecta y hacia otras partes selectas: de razón a razón, de espíritu a espíritu. Son como miasmas corruptores, impalpables, inadvertibles hasta que la fiebre de la enfermedad advierte a quien la ha adquirido que la ha adquirido.

-¿Y Satanás ayuda? ¿Verdaderamente? ¿Por qué? ¿Y por qué Dios lo deja actuar? ¿Y lo va a dejar actuar siempre? ¿Incluso cuando Tú ya reines?

Todos preguntan.
-Satanás ayuda para acabar de subyugar. Dios lo deja actuar porque de esta lucha entre lo Alto y lo Bajo, el Bien y el Mal, surge el valor de la criatura. El valor y la voluntad. Siempre lo dejará actuar. Aun después de que Yo haya sido elevado al Cielo. Pero entonces Satanás tendrá contra él a un enemigo bien grande y el hombre tendrá a una amiga bien poderosa.
-¿Quién? ¿Quién?
-La Gracia.

-¡Ah, bien! Entonces para los de nuestro tiempo, sin gracia, será más fácil ser subyugados, pero será también menos grave la caída -dice Judas Iscariote, que no para de cavar.

-No, Judas. El juicio será igual.

-Injusto entonces, porque si somos ayudados menos, como consecuencia, deberíamos ser condenados menos.
-No te falta algo de razón -dice Tomás.

-No, Tomás, estás equivocado. Porque los israelitas tenemos ya mucho de fe, esperanza, caridad, y muchas luces de Sabiduría, de forma que no podemos tener la excusa de la ignorancia. Y vosotros... vosotros que tenéis a la Gracia como Maestra vuestra desde casi tres años, seréis ya juzgados como los del tiempo nuevo -dice Jesús marcando mucho las palabras y mirando a Judas, que ha levantado la cabeza y está pensativo mirando fijamente hacia el vacío.

Luego Judas de Keriot menea la cabeza, como concluyendo un razonamiento interno suyo, y, hundiendo nuevamente la azada en la tierra, pregunta:

-¿Y el que se da así al demonio, qué es luego?
-Un demonio.

-¿Un demonio! De esa forma, si yo, por ejemplo, con tal de afirmar que el contacto contigo da un poder sobrenatural, hiciera cosas... que Tú censuras, ¿sería un demonio?...
-Tú lo has dicho.

-¡Espero que no las hagas, ¿no?!... -dice Andrés casi asustado.

-¿Yo? ¡Ja! ¡Ja! Yo planto los arbolitos a nuestro viejo -y corre al otro lado del huerto y vuelve con cinco plantas, pesadas, sin duda, por el terrón que envuelve sus raíces.
-¿Pero has venido desde Beterón con esa carga al hombro? -pregunta Pedro.

-¡Di, más bien, desde más allá de Gabaón! Allí es donde hay una parte de los huertos de Daniel. ¡Qué tierra más magnífica! ¡Mirad!... -y desmenuza entre sus dedos la tierra que envuelve las raíces. Luego desata el nudo que mantiene unidos los cinco tallitos (ya tan gruesos como un brazo). Sólo dos de ellos tienen ya en el extremo unas pocas hojas. Y son hojas de olivo.

-Mirad. Éste por Jesús y éste por María, que son la paz del mundo. Son los primeros que planto porque yo soy un hombre de paz. Aquí... y aquí -y los coloca en los dos extremos de la franjita de tierra -Y aquí un manzano, joven y bueno como el del Edén, para recordarte, Juan, que tú también vienes de Adán y no te debes asombrar de que... yo pueda ser pecador Cuidado, tú, con la Serpiente...

Y aquí... No, aquí no está bien. Allí delante, junto a la pared, esta higuera joven. ¿Cómo es posible no tener una higuera en el huerto, si aquí nacen como la grama? Y en el agujero del centro vamos a meter este joven almendro. Aprenderá del centenario la virtud de producir. ¡Ya está! Tu huertecito será bonito en un futuro... y, mirándolo, te acordarás de mí.

-Te recordaría de todas formas, porque has estado aquí con el Maestro. "Todo me hablará de este tiempo. Y, mirando las cosas, diré: "¡Como un hijo, Él quiso reparar mi casa!". No obstante, si pudiera tener un deseo distinto del que quizás ya está escrito en el Cielo, quisiera no tener la ocasión de recordar este tiempo tan hermoso para mí, más hermoso que cuando estos árboles, ahora viejos, eran jóvenes, y jóvenes éramos yo y mi esposa, y aquí jugaba mi hijita... y… cuidar el manzano y el  granado, la higuera y la vid, daba satisfacción, porque las manitas de mi hija eran ávidas y era hermoso ver a mi esposa tejiendo o hilando sentada a la sombra verde de los árboles...

Después... una vez que se marchó mi hija -¡y tan desmemoriada!-... enferma y luego muerta mi esposa... ¿para qué cuidar y para quién lo que en el pasado fue hermoso? Y todo ha muerto, menos los dos viejotes que recuerdan mi infancia... Quisiera morir antes de tener la ocasión de recordar, y estando aquí una mujer justa, como era Lía. Te agradezco estos árboles, el trabajo, todo.

A todos os doy las gracias. Pero le ruego a mi Señor que desarraigue mi viejo árbol de este terreno antes de que concluya esta hora de paz para el viejo Juan...

Jesús se acerca a él y le pone una mano en el hombro, dulce y grave al mismo tiempo:

-Muchas cosas has sabido hacer en tu larga vida. Te falta todavía una: la de aceptar de Dios la hora de la muerte sin pedir que sea ni anticipada ni retrasada un minuto. A muchas cosas te has resignado.

Por eso, Dios te ama. Pues que sepas resignarte a la cosa más difícil: vivir cuando lo único que se desearía es morir. Y ahora vamos a entrar en la casa.

El sol desciende tras los montes y el frío aumenta enseguida. Empieza el sábado. Después del sábado terminaremos los trabajos... -y, recogiendo sierra, cepillo y martillo, entra de nuevo en casa, mientras los otros terminan de unir en haces las ramas podadas, terminan de regar los árboles plantados y de poner en sus goznes la puerta rehecha.


   


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