6» Lirio perfumado del Silencio
Marzo 30/09 (2:10 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: venid hacia mí. Estoy ansioso en abrazaros,
en arroparos con la pureza de mi mirada, mirada virginal
que os llama a un cambio; mirada virginal que os muestra
un camino seguro de entrada al cielo; mirada virginal que
os suelta de vuestras cadenas para que emprendáis vuelo.
Mirada virginal que os purifica por dentro, os perfuma, os
unge para que seáis cicatrizados, sanados.
Hijos míos: depositad en mis manos vuestra vida interior,
vida que ha de ser moldeada y tallada, vida que ha de
salirse del ruido estrepitoso para sumergirse en los
sonidos del silencio; sonidos que hablan por sí solos;
sonidos que sin emitir vibraciones son armoniosos,
melodiosos, agradables al oído; sonidos que son
murmullos celestiales que suenan para acompasar al
viento, a la lluvia, al movimiento de los árboles, a las
hojas secas que golpean suavemente al caerse del
frondoso árbol.
Una vez hayáis entrado en mi taller se cerrarán las
puertas; puertas que absorberán el ruido, el sonido
desarmonioso de afuera. De aquí (dentro de vuestro
espíritu) saldrá, volará a la Casa del Padre Eterno.
Vuestra alma gozará de paz, paz que no hallaréis si no silenciáis
vuestra mente y vuestro corazón; corazón que encontrará descanso, regocijo.
Hijos amados: ¿qué tal la habéis pasado desde nuestro
último encuentro? Contadme que fue aquello que perturbó
vuestro corazón, cuales fueron las cusas para que os
sintierais solos; cual fue el motivo, aquél, que os hizo
sonreír.
Hijo querido: abrid vuestro corazón que lo purificaré con
mi respiro, con mis lágrimas porque mi corazón se
regocija cuando estáis alegre, se entristece cuando estáis
nostálgico, experimenta vuestros mismos sentimientos e
iguales emociones porque os amo, porque sois
importantes para mí; porque ya es una necesidad vuestra
presencia, nuestra cita cada día miércoles; miércoles en
que arreglo, barro y limpio mi humilde carpintería para
que la encontréis agradable, acogedora.
Un buen padre se preocupa por el bienestar de sus hijos y
a vosotros os amo con el mismo amor con que amé a
Jesús; os cuido con el mismo interés.
Amados hijos: ha llegado el momento de plantar en
vuestro corazón un nuevo lirio: el Lirio del Silencio.
Lirio que os enseñará a hablar sólo lo necesario. Lirio que
pondrá una aldaba en vuestra boca para que no pequéis
por exceso de palabras. Lirio que os dará mesura en
vuestro hablar. Lirio que os ascenderá en vida interior.
Lirio que os despertará gusto por los momentos apacibles.
Lirio que os irá sustrayendo del ruido, ruido que es
gangrena para vuestro corazón, dispersión para vuestro
espíritu y tedio para vuestra alma. Lirio que hará de
vosotros hombres y mujeres sabios. Lirio que os
propiciará encuentro a solas con Dios; Dios que os
hablará el día que aquietéis vuestro corazón. Dios que os
hablará el día que silenciéis vuestras tres potencias:
cuerpo, alma y espíritu. Dios que os comunicará sus
gracias y algunos de sus favores Divinos, si aprendéis a
escucharlo; porque:
¿Cómo queréis entablar un diálogo de
corazón a corazón si no os silenciáis, si no le dais la
oportunidad al Señor para que os hable?
Hijo mío: el lirio perfumado del silencio crecerá y
florecerá en vuestro corazón si acalláis vuestras potencias
para que seáis sumamente receptivos a todo lo que el cielo
os diga; cielo que utiliza diversos modos para llegar a sus
creaturas.
Así es pues, que no le dejéis marchitar con los sonidos
estrepitosos de vuestro corazón, no le dejéis morir con el
ruido desarmonioso que os ensordece, os achica.
Recordad que cada vez que llegáis a mí, Dios obra
maravillas según sea vuestra apertura, según sea vuestra
disposición para recibir sus gracias; gracias que derrama
en vuestro corazón en forma de lirios perfumados; gracias
que os van haciendo más semejantes a Cristo; gracias que
os hacen exudar olor de santidad.
El alma dice:
Amado San José: ¡Qué alegría hay en mi corazón, al saber
que os tengo cerca!, muy torpe fui al haberos apartado de
mi vida por tantos años; pero hoy, que la Virgen María me
ha hablado de su castísimo esposo, ya no quiero
separarme de vos el resto de días que esté acá en la tierra.
En vuestro taller descubro el gran valor que tiene la vida,
vida que debe estar en continuo cambio y en una
constante búsqueda, búsqueda de la Patria del Cielo.
En vuestro taller encuentro lo que el mundo no me da:
alegría verdadera, paz y deseos de seguir viviendo.
En vuestro taller mis sueños se hacen realidad, ya que me
mostráis la bondad de Dios, su extrema misericordia para
con los pecadores; almas ciegas a su magnificencia y sordas a su voz.
En vuestro taller mi entendimiento se abre para
comprender los Misterios Divinos. Misterios dados a
conocer a las almas sencillas, almas de corazón puro.
Misterios que son un anticipo de lo que es el Cielo.
Misterios que exigen de mí una conversión de corazón, un
cambio radical en mi vida. Misterios que excitan mi alma
a encontrarme con Dios en las cosas simples.
Misterios que hablan de una eternidad, de una vida mucho mejor
que ésta. Misterios que vivisteis cuando estuvisteis acá en
la tierra. Misterios que os llevó a entender la elección que
Dios había hecho en vos. Misión de ser custodio y
protector del Niño Jesús y por ende de vuestra fidelísima
esposa.
En vuestro taller mi corazón se ensancha al Amor Santo y
Divino. Amor que hechiza mis sentidos. Amor que me
obliga a suspirar deseando estar en el cielo. Amor que me
transforma, me renueva evitando toda culpa, rehuyendo al
pecado, pecado que es ruptura del alma con Dios; pecado
que por donde pasa deja huella de malestar, sinsabor,
zozobra.
Patriarca san José: heme aquí cumpliendo con nuestra
cita; heme aquí anhelante en parecerme a vos. Heme aquí
con vivos y ardientes deseos de ahondar en mi vida
interior; conducidme, mi amado San José, a las
penumbras del silencio; penumbras que destaparán mis
oídos para escuchar la voz de Dios; penumbras que
extasiarán mi espíritu en éxtasis de Amor Divino;
penumbras que son viento suave, lluvia fresca; penumbras
que unirán mi ser finito con el Ser Infinito; penumbras
que son sonidos perfectos tocados con maestría;
penumbras que me llevan a huir del ruido, del rumor
estentóreo; penumbras que me conducen a amar los sitios
apacibles, sitios adornados de árboles, flores, cascadas;
sitios que eleven mi ser a la contemplación y a la mística;
sitios en los que resida Dios; sitios con olor a Ángeles.
Ya he abierto mi corazón, ya podéis sembrar en él, el lirio
perfumado del silencio. Ya es hora que lo embellezcáis, aún, más. Vuestras manos tallan espléndidamente mi
corazón como cuando labráis la madera para darle forma.
El lirio perfumado del silencio me embriaga de amor,
arroba mis sentidos hacia el cielo.
El lirio perfumado del silencio me lleva a hablar menos, a
hablar lo más importante, lo que edifique, lo que
construya.
El lirio perfumado del silencio acrecienta mi vida interior.
Es aroma que seduce, que enamora.
El lirio perfumado del silencio me cautiva dulcemente
hasta comunicar con mis gestos sólo amor, sólo ternura.
El lirio perfumado del silencio sutilmente me lleva a la
profundidad de los Misterios Divinos, hace que repudie lo
superficial.
El lirio perfumado del silencio hace que sea prudente,
agradable frente a los demás, por donde pasa deja huellas
de su perfume, de su fragancia cautivadora.
El lirio perfumado del silencio hace que las palabras
sobren, las miradas se convierten en lenguaje expresivo,
elocuente.
(Letanías y oración al final.)