8» El lirio Perfumado del Discernimiento
Marzo 31/09 (10:00 a. m.)
San José dice:
Hijos míos: abrid bien vuestros ojos para que no seáis
seducidos de falsos espejismos, caminad despiertos
teniendo sumo cuidado de no caer para que no perezcáis
“sed sobrios, y estad en continua vela; vuestro enemigo el
diablo anda girando como león rugiente alrededor de
vosotros, en busca de presa que devorar.”(1 Pedro 5,8) Manteneos,
pues, firmes en vuestra fe, en las enseñanzas que
recibisteis de vuestros padres; no os dejéis desviar del
camino verdadero que os conduce a Dios, no os dejéis
tambalear por cualquier viento de doctrina, arraigaos en la
roca firme que es Cristo. Roca que os fortalecerá. Roca
que os mantendrá en la verdad, verdad que os hará libres.
Os espero en mi humilde taller. Os tengo reservada una
nueva gracia, gracia que os evitará ahogaros en el error,
en la mentira. Gracia que iluminará vuestro entendimiento
para que no tropecéis, para que no acojáis doctrinas
llamativas y extrañas.
Adornaré la tarima de mi carpintería con bellos lirios
frescos. Lirios que son bondad de nuestro Dios. Lirios que
recrean vuestra vista para que le adoréis por la perfección
de sus obras. ¿Sabéis alma mía? Os tengo reservado un
lirio lleno de donaire, de gracia: el Lirio del
Discernimiento. Lirio que revolucionará vuestra vida
porque a través de él empezaréis a distinguir lo que
proviene de Dios o lo que viene del enemigo. Dilucidaréis
lo que es luz u oscuridad, lo que es dicha o desgracia, lo
que os trae bendición o maldición.
El lirio perfumado del discernimiento os llevará a
descubrir falsos profetas, profetas que dicen ser enviados
de Dios cuando en verdad son emisarios del diablo.
El lirio perfumado del discernimiento os vestirá de luz
celestial, jamás caeréis en pozos oscuros, pozos fangosos
que os entorpecen, os enlodan.
El lirio perfumado del discernimiento os quita telarañas y
escamas de vuestros ojos para que veáis la verdadera luz;
luz que desciende del cielo y os cobija para que no seáis
engañados, seducidos.
El lirio perfumado del discernimiento os da la gracia de
identificar máscaras, antifaces.
El lirio perfumado del discernimiento os llena del
resplandor celestial del Espíritu Santo. Espíritu de Dios
que os guía, os muestra, os alerta. Espíritu de Dios que os
concede la gracia de mirar más allá de lo que otros no
pueden ver.
El lirio perfumado del discernimiento os lleva a
profundizar en los misterios sin fanatismo, sin
exageración.
El lirio perfumado del discernimiento os sustrae de la
aparente religiosidad, del superficialismo moral.
El lirio perfumado del discernimiento cierra vuestros
oídos a la mentira, a lo nebuloso; a lo que aparentemente
es, cuando en verdad no lo es.
Hijos míos: venid, pues, a mi sencillo taller; abrid vuestro
corazón que quiero embelleceros, aún, más con este lirio
predilecto del cielo; fijad vuestra atención en él.
Embriagaos con su perfume, admiraos de su belleza,
abismaos por su colorido y delicadeza; sentíos almas
privilegiadas ante la generosidad de Nuestro Señor. No
soy yo quien os lo regala, es Él quien permite este
encuentro. Es Él, que desde mucho antes de vuestra
concepción ya tenía el día, el año y la hora señalada. Es
Él, quien os quiere formar, educar para que no sucumbáis
como tantas almas que creen estar en la verdad cuando
yacen en la mentira; almas que se dejan llevar de su
emotivismo engañoso; almas que creen que han sido
elegidas para obras grandes cuando en los planes de Dios
no estaban predestinadas para tal propósito.
Hoy miércoles josefino, habéis sido enriquecidos con el
lirio perfumado del discernimiento. Lirio costosísimo,
selecto. Lirio que sólo algunas almas, por Misericordia
Divina, pueden tener su fragancia; abrirá vuestras tres
potencias a la verdad; su hermosura os mantendrá
despiertos para que no seáis engañados.
El alma dice:
San José, hombre del discernimiento: heme aquí de nuevo
ante vuestra presencia; presencia que da paz a mi corazón,
quietud a mi espíritu y desahogo a mi alma; presencia que
arroba mis sentidos para eclipsarlos; presencia que me
purifica de todo pecado; presencia que abre mis ojos para
descubrir el error, la mentira, el engaño, la equivocación.
San José, hombre del discernimiento: heme aquí de nuevo
ante vuestra presencia porque quiero aprenderme el
camino que me lleva al cielo; deseo ahondar en los
Misterios Divinos; anhelo encontrar respuestas, ansío
moverme siempre dirigido por el Espíritu Santo.
San José, hombre del discernimiento: no os apartéis un
solo instante de mi vida; dejad impresas vuestras huellas
en mi corazón, huellas que me lleven a seguiros, a vivir
vuestras santas virtudes para poder llegar al cielo.
San José, hombre del discernimiento: guiadme siempre
por el buen camino; haced que mi corazón palpite con
fuerza cuando esté a punto de perecer.
San José, hombre del discernimiento: haced que camine
con mis sentidos dispuestos en encontrar la verdad, haced
que rechace las filosofías llamativas y extrañas, haced que
no tambalee al escuchar conceptos que muy en el fondo
de mi corazón sé que son mentiras, errores.
San José, hombre del discernimiento: avisadme cuando
esté a punto de ser engañado, sustraído de la verdad; no
permitáis que camine en el bando de los desdichados.
San José, hombre del discernimiento: rogad a Dios para
que el Espíritu Santo aletee sobre mí para que viva en un
continuo Pentecostés, en una constante fiesta, en un
perenne gozo.
Amabilísimo José: gracias por haber abierto las puertas de
vuestro taller, por tenerme en cuenta en este día, día en
que mi corazón salta de júbilo porque vos siempre lo
adornáis con uno de vuestros lirios perfumados. Lirios
que inflaman mi espíritu de vuestro amor. Lirio que abre
mi entendimiento porque una gracia sobrenatural
derramáis sobre mí. Lirio que excita mi corazón en abrirlo
a vuestros consejos. Lirio que me evita caídas, descalabro
y suicidio espiritual. Lirio que corre las cortinas del cielo
para que os vea.
Amabilísimo José: en vuestro corazón hay torrentes de
agua viva, torrentes que limpian mi ser dejándolo nuevo;
torrentes que barren con mis impurezas, con mi suciedad.
Amabilísimo José: sois generoso en mostrarme las
maravillas del cielo; en enseñarme a morir a mí mismo
para nacer a una nueva vida interior, vida que sea un
himno de alabanza; himno salmodiado, cantado con
maestría.
Amabilísimo José: ¡Cómo no amaros si pensáis en mí!
¡Cómo no amaros si sois el fiel esposo de María! ¡Cómo
no amaros si sois el padre adoptivo, el elegido del Padre
Eterno para custodiar a su Hijo Único! ¡Cómo no amaros!,
me embellecéis con uno de vuestros lirios.
Lirios que
cuidaré con amor. Lirios que son una pequeña semblanza
de lo que es el cielo. Lirios que son la muestra de la
perfección de Dios. Lirios que me elevan en santidad y en
virtud. Lirios que unen mi corazón al vuestro. Lirios que
me hace cómplice para atraer a muchas almas a vuestro
taller, a vuestra humilde carpintería; lugar silencioso en el
que se aprende; lugar perfumado en el que me extasío;
lugar santo que me acerca al disfrute del gozo eterno.
Amabilísimo José: en vuestras manos jamás tendré
pérdida porque fuisteis cohabitado por Dios, fuisteis
adornado de singulares virtudes, fuisteis el esposo de la
Madre del Salvador.
Mi amado San José: llegasteis a mi vida para
transformarla. Llegasteis a mi vida para infundirme más
devoción hacia vos. Llegasteis a mi vida para
perfeccionarla. Llegasteis a mi vida para enseñarme a
acoger lo bueno, lo que sí vale para el cielo.
¡Qué privilegiado soy al llevar en mi corazón el lirio
perfumado del discernimiento! Lirio que robustecerá mi
espíritu para identificar el bien del mal.
(Letanías y oración al final.)