12» El lirio Perfumado de la Familia
Abril 6/09 (10:00 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: levantaos abrid vuestros ojos, es miércoles día
de nuestro encuentro; día en que os tengo reservada una
gracia; gracia que os elevará en santidad, gracia que os
podará arrancando vuestras malezas y cosechéis frutos
abundantes; gracia que os pulirá para haceros más
perecidos al Señor; gracia que triturará vestigios o
residuos de pecado; gracia que os ascenderá un escalón
más de tal manera que os vayáis acercando al Cielo.
Venid, pues, amados míos os espero para adornar vuestro
corazón con el lirio perfumado de la familia; lirio que os
hará más sociables y comunicativos con los vuestros; lirio
que os llevará a compartir, a valorar los momentos más
significativos. Lirio que os despertará amor, generosidad,
deseo en daros sin esperar nada a cambio. Lirio que os
unirá por medio de lazos irrompibles; lazos que os atará
afectuosamente haciéndoos más tolerantes, más genuinos
en vuestras relaciones filiales.
Abrid, hijo mío, vuestro corazón. Heme aquí con el
hermosísimo lirio perfumado de la Familia. Os
embellecerá de tal manera que os hará más humano.
Vuestro rostro tomará la semblanza de un Ángel; vuestra
alma y espíritu serán impregnados de una luz
sobrenatural; luz que iluminará los espacios más oscuros
de vuestra familia; luz que será reflejo de Dios en medio
de nosotros. Luz que os mostrará vuestras deficiencias
para que os hagáis más solidarios, más fraternales.
Luz
que os alumbrará para que no tropecéis, para que seáis
lucero fulgurante en vuestro hogar, en los entornos donde
os ponga Dios.
Vuestro ámbito familiar será liberado de
todo espíritu de discordia, de disensión; amaréis con
mayor ímpetu a vuestros padres; padres que si están vivos
los honraréis dando cumplimiento al cuarto mandamiento
de la ley de Dios, o si ya han partido a la Casa del Padre
oraréis por ellos pidiendo a Dios que tenga misericordia
para con ellos. Seréis más tolerantes con vuestros hijos,
hijos a los que les mostraréis el camino al Cielo; hijos a
los que les hablareis de la existencia del Cielo, del
Purgatorio y del Infierno. Hijos a los que educaréis en la
fe y en la práctica de las virtudes cristianas; hijos a los que
les infundiréis temor de Dios.
Hijos amados: el Lirio Perfumado de la Familia hará de
vuestro hogar escuela para el crecimiento espiritual,
escuela forjadora de valores. El lirio perfumado de la
familia os unirá en el amor, en la fidelidad y en el perdón.
Perdón que será recíproco, perdón que se dará desde la
mismísima profundidad del corazón.
El lirio perfumado de la familia evitará que este núcleo
vital se desintegre, se fraccione, se vuelva añicos.
El lirio perfumado de la familia llevará a todos los
hogares que lo posean, a ser familias al estilo de la
Sagrada Familia de Nazaret. Familias en las que el centro
sea Dios. Familias que se reúnan al rezo del Santo Rosario
diario. Familias en las que se comparta y departa.
Familias en las que reine la paz, la armonía, la concordia.
Familias que sean verdaderas Iglesias Domésticas.
Iglesias en las que se propicien espacios para la
meditación de la Palabra y para la corrección de vida;
corrección que se haga con amor, con apertura de cambio;
corrección que edifique, que construya.
El lirio perfumado de la familia os edificará sobre la roca
para que la célula más importante de la sociedad no sea
destruida, removida.
El lirio perfumado de la familia llevará a los esposos a
permanecer unidos en el amor, en la salud y en la
enfermedad, en la riqueza y en la adversidad, en la tristeza
y en la alegría.
El lirio perfumado de la familia impregnará vuestra casa
de mi aroma, de mi presencia.
Abridme sus puertas que en vuestro seno quiero
descansar, en vuestro seno deseo reposar.
Hijos amados: invocadme ante vuestras súplicas,
descenderé del Cielo para asistiros en vuestras
necesidades.
Os recuerdo: soy el sostén de las familias, familias que
han de perdurar, familias que han de permanecer unidas,
familias que han de vencer vientos impetuosos, tormentas
fuertes; familias en las que debe habitar Dios.
El alma dice:
San José, sostén de las familias: heme aquí a las puertas
de vuestro taller. Apresuré mis pasos, quería veros,
abrazaros, sentir vuestro aliento fresco y engolosinarme
con vuestra mirada virginal, mirada que escruta mi
corazón y lo transforma. Mirada que centra mi atención y
mis sentidos. Mirada que sosiega mi espíritu dándole
serenidad y paz.
San José, sostén de las familias: vuestro recuerdo lo llevo
grabado en mi corazón; por eso desde que os conocí,
desde el primer momento que entrecruzamos algunas
palabras los días miércoles, ya no pasan desapercibidos;
son días muy significativos para mí; días de nuestro
encuentro, días de gozo porque estando a vuestro lado no
siento el transcurrir de los minutos ni de las horas, ya que
vuestra conversación me es muy amena.
Estando en
vuestro taller estoy en un pedacito de Cielo porque es el
padre adoptivo de Jesús; el esposo castísimo de María es:
quien me habla, quien me muestra las sendas para llegar
al Cielo, quien perfecciona mi vida interior, quien hace de
mi corazón el más bello jardín florecido, jardín en el que
están sembrados los más espléndidos lirios perfumados.
Lirios que impregnan todo mi ser de celestial aroma;
aroma que eleva mi espíritu a la más grande
contemplación, a un éxtasis de Amor Divino con el Señor,
a una suspensión de mis facultades porque me sumerge en
un delirio celestial.
San José, sostén de las familias: heme aquí con mi
corazón abierto; estoy dispuesto en recibir vuestras
gracias, estoy dispuesto en dejarme moldear por vuestras
manos virginales, manos que me han de tallar finamente,
manos que me han de pulir hasta hacer de mí obra
perfecta de la creación de Dios.
San José, sostén de las familias: sembrad en mi corazón el
lirio perfumado que tenéis en vuestras manos. Lirio que
me llevará a valorar más a mi familia, a buscar espacios
de diálogo que propicien el perdón y la reconciliación.
Lirio que dará regocijo y plenitud a mi alma porque me
unirá a mis seres amados.
San José, sostén de las familias: enseñadme la manera de
amar y de sentirme amado en mi entorno familiar, de
aceptar a cada uno de los míos con sus diferencias, de
formar una sola unidad, un mismo engranaje.
San José, sostén de las familias: concededme el don de
hacer de mi hogar escuela de oración, encuentro recíproco
de corazón a corazón con el Señor. Señor que ha de
descender del Cielo a perfumar con su nardo purísimo
cada espacio, cada lugar.
San José: sé que hicisteis de vuestra familia un Sagrario
Doméstico. Sagrario en el que combinabais vuestras
labores manuales con la oración. Sagrario bellamente
adornado con la presencia de vuestro Niño Jesús. Sagrario
custodiado por Miríadas de Ángeles. Sagrario que
embelleció, aún, más vuestro castísimo corazón porque
desde vuestro silencio adorabais al Hijo de Dios,
glorificabais su Santo Nombre.
Amantísimo San José: venid conmigo, entremos juntos a
mi casa; sus puertas están abiertas, vuestra presencia
purificará y liberará todo aquello que no sea del agrado de
Dios; vuestra presencia habrá de darnos un nuevo aire,
aire con olor a Cielo, aire con fragancia a eternidad.
San José: transformad mi familia a imitación de la
Sagrada Familia de Nazaret; familia cuyo único centro sea
Dios. Familia que tenga como finalidad su salvación.
Familia que se alimente de los Sacramentos y de la
Palabra. Familia que sea comunidad cristiana. Familia que
perfile a Cristo en cada corazón. Familia arraigada en los
buenos principios. Familia que comparta juntos el pan.
Familia que rece el Santo Rosario. Familia que sea Iglesia
Doméstica, ejemplo de solidez, firmeza.
San José: preservad mi familia, custodiadla. Hay muchos
agentes externos que la quieren destruir; alejad de ella al
maligno, protegedla de cualquier adversidad, asistidla en
nuestras necesidades, no permitáis que jamás nos falte el
pan espiritual y material.
(Letanías y oración al final.)