2» Respeto a Jesús Eucaristía
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Precisamente, porque Él está realmente presente en la Eucaristía y porque es nuestro Dios y Señor, debemos tratarlo con todo respeto y amor.
Lamentablemente, hay muchos católicos que no creen que es el mismo Jesús de hace dos mil años el que está presente en la Eucaristía.
Muchos no están seguros, dudan; pero otros ni creen verdaderamente en este grandioso misterio de nuestra fe. Por eso, le dan tan poca importancia en su vida. Sin embargo, el diablo sí que cree, al igual que todos sus seguidores.
Un clérigo italiano contaba la experiencia de su encuentro con dos hombres pertenecientes a una secta satánica.
Ellos le dijeron que en su secta no hacían actos vandálicos ni sacrificaban animales o niños como en otras sectas.
Ellos se hacían cortes para que saliera sangre, que recogían en cálices, para ofrecerla a Lucifer o la quemaban en su honor con otras sustancias. Esto sólo lo hacían en algunas fiestas como Año Nuevo o Todos los santos, Pascua...
Le hablaron de que, a veces, iban a comulgar a las iglesias para poder llevarse las hostias consagradas. Recibían la comunión en la mano y tenían otra hostia sin consagrar, con la que comulgaban para que nadie se diera cuenta del cambio; aunque, con frecuencia, iban a las misas de la tarde, donde había unas pocas viejecitas, que no se daban cuenta de nada.
De todos modos, hablaron de que, ciertamente, a veces, hay grupos que compran las hostias consagradas.
Después, las llevaban a sus reuniones y les clavaban cuchillos como para crucificarlas o las quemaban o profanaban con impurezas inexpresables.
También hablaron de que en sus ritos, dedicados a Lucifer, se sentía su presencia físicamente: se olía a azufre, las llamas de las velas se elevaban por sí solas y cada uno sentía en sí mismo su presencia como una exaltación o excitación11.
Ellos odian a Jesús y tratan de crucificarlo de nuevo. ¿Y nosotros? ¿No podemos demostrarle un poco más amor?
Por eso, es tan importante comulgar con el alma limpia y bien preparados.
Los sacerdotes deben celebrar la misa de acuerdo a las normas establecidas y con todo el respeto y todo el amor posible.
Jesús se lo merece todo. Pero, a veces, le faltamos al respeto en la misma iglesia, hablando demasiado o comiendo, o pasando delante del sagrario sin hacer la debida genuflexión...
Algún día nos pedirá cuenta de nuestra indiferencia y de nuestra poca fe. Así lo hizo con un religioso capuchino.
Cuenta san Pío de Pietrelcina: Una tarde, mientras estaba solo en el coro orando, vi a un fraile joven, quitando el polvo del altar mayor y colocando floreros; en una palabra, arreglando el altar.
Creyendo que era fray León, me asomo y le digo:
- Fray León, vete a cenar, no es momento de arreglar el altar. Entonces, una voz, que no era la de fray León, me responde:
- No soy fray León.
- Entonces, ¿quién eres? - Soy un hermano tuyo, que hice aquí el noviciado. La obediencia me dio el encargo de limpiar el altar mayor durante el año de noviciado.
Pero, muchas veces, falté al respeto a Jesús sacramentado, pasando delante del altar sin hacer la genuflexión ni reverenciar a Jesús que estaba en el sagrario.
Por estas graves faltas estoy todavía en el purgatorio.
Ahora el Señor, en su infinita bondad, me ha enviado a ti para que pueda salir de aquí, cuando celebres una misa por mí12.
Creo que, si en vez de faltas de respeto, le diéramos a Jesús muestras de amor, trayéndole flores o velas para el altar..., si al estar en la iglesia estuviéramos con más respeto, amor y devoción, recibiríamos muchas más bendiciones en alegría, paz y amor para ser más felices; porque Jesús no se dejará ganar en generosidad.
11 Testimonio que puede encontrarse en www.tutelaeucarestia.org/testimonianze.htm.
12 Scozzaro Giulio Maria, Adorazione eucaristica, Ed. Associazione cattolica Gesù e Maria, 1997, p.
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