26.2» Horas santas
El valor de una hora de adoración
Autor: P. Angel Peña O.A.R
Ciertamente que el valor de una sola hora de adoración ante Jesús sacramentado es incalculable; pero, a veces, no somos conscientes de ello.
Nos puede pasar como a aquella familia que heredó una casa de un familiar.
En la casa había una pintura antigua, que representaba una maceta y, al hacer la limpieza, pensaron en tirarla a la basura.
Felizmente, estaba allí un amigo y les pidió que se la dieran para que la examinaran en el museo, donde él trabajaba.
Y resultó que era una copia original de Van Gogh, el gran pintor holandés, y el valor de la pintura era de varios millones de dólares.
¡No sabían el tesoro que tenían en casa y lo iban a tirar!
Muchos católicos no conocen lo que tienen y hasta lo tiran, al pasarse a otras sectas, donde jamás podrán tener la presencia viva y real de Jesús Eucaristía.
Tú procura aprovechar tu tiempo disponible para visitar a Jesús y, si es posible, adorarlo, al menos una hora cada día.
Que no te pase lo que se relata en la película La lista de Schindler.
Schindler saca de su solapa un prendedor de oro y se lamenta de no haberlo vendido; pues, si lo hubiese hecho, habría podido comprar a los nazis la vida de un judío más.
Y, entonces, llora y se lamenta, porque ya es demasiado tarde. Y comprende que una vida vale más que todo el oro del mundo.
¡Ojalá que no nos lamentemos demasiado tarde, cuando ya no haya tiempo disponible para recuperar tantas bendiciones perdidas por no haber asistido más a la misa y no haber adorado más a Jesús sacramentado!
Personalmente, hace veinte años me decidí a hacer todos los días una hora santa de adoración ante Jesús sacramentado y creo que ha sido una de las decisiones más positivas de mi vida.
¡Ojalá que todos nos comprometamos, al menos, con media hora diaria ante Jesús sacramentado!
¡O con una hora de adoración a distancia, desde nuestra casa, si nos es muy difícil o imposible ir a la iglesia todos los días!
¡O, al menos, una hora santa de adoración cada semana como mínimo!
Decía san Pablo:
Cristo es mi vida (Fil 1, 21).
¿Podríamos decir nosotros eso? Porque decir que Cristo es mi vida es decir que Cristo, que vive en la Eucaristía, es mi vida; lo que con otras palabras es lo mismo que decir que la Eucaristía es mi vida.
Una religiosa contemplativa me escribía:
El Jueves santo de 1945, yo tenía 16 años. ¡Qué día! No podía separarme del sagrario, me era imposible. Él me hizo ver sus ojos en el fondo de mi pobre ser.
Su mirada serena, dulce, atrayente, que, aún después de tantos años, no la puedo olvidar, es la causa de mi enamoramiento de Él.
Esta mirada la conservo dentro de mí y es mi dulce compañera de camino y mi refugio en los momentos difíciles. Si quisiera decir todo lo que siento, no sería capaz.
Ella quedó enamorada de Jesús para siempre. ¿Y tú? ¿Sentirás la necesidad de ir a visitar a Jesús todos los días?
El ideal es hacerlo en una iglesia o capilla, donde está expuesto el Santísimo.
Durante la Exposición del Santísimo hay más flores, más luces… y se siente más la presencia de Jesús, pues es como hablar con alguien cara a cara, mirándolo a los ojos.
Jesús está presente en el sagrario, pero es mejor mirarlo cara a cara en la hostia consagrada, expuesta en la custodia.
¿Estarás dispuesto a adorar a Jesús una hora cada día o, al menos, cada semana como mínimo?
Decía la Madre Teresa de Calcuta:
Cuando mires un crucifijo, piensa en cuánto te amó Jesús para morir por ti; pero, cuando mires a Jesús Eucaristía, piensa en cuánto te ama ahora mismo, que sigue esperándote cada día en este sacramento.
Lo cual nos debe hacer sentir la necesidad de hablar de Él a todo el mundo para transmitirles la más grande noticia:
Cristo está vivo en la Eucaristía.
¿Serás capaz de ser apóstol de Jesús Eucaristía?
Decía Paul Claudel, el gran convertido:
Vosotros, que tenéis luz, ¿qué hacéis con ella, si el mundo está en tinieblas?.
El padre Roberto DeGrandis relata un suceso extraordinario sobre el poder de la Eucaristía y su luz divina:
Recuerdo la historia de un hombre que se hizo sacerdote a los cincuenta años, después de haber sido científico investigador de la NASA y trabajar con una cámara que podía calibrar el aura de luz alrededor de un cuerpo humano. Creo que se llama fotografía Kirlian.
El interés de la NASA estaba en poder identificar y supervisar el aura de los astronautas en órbita y determinar lo que les pasaba internamente.
Encontraron que las personas agonizantes tienen un aura muy delgada como la luz azul, la cual se va poniendo más y más débil hasta que la persona muere.
El científico y su ayudante estaban un día en un hospital, supervisando el aura de un hombre agonizante.
Mientras lo observaban, entró otro hombre en la habitación y llenó la habitación de una luz, que emanaba de su bolsillo.
El hombre sacó algo que ocasionó que la cámara se inundara de luz hasta el punto de que ellos fueron incapaces de ver lo que estaba pasando.
Fueron a ver y descubrieron que aquel hombre estaba dando la comunión al agonizante.
Ellos, entonces, observaron en su cámara que, cuando el agonizante recibió la comunión, su aura empezó a crecer y hacerse más fuerte.
Este científico supo que había un poder superior, dejó su trabajo, se convirtió y se hizo sacerdote católico131.
Jesús lo necesitaba a él y te necesita a ti, no lo olvides. Y te sigue esperando en la Eucaristía.
131 DeGrandis Roberto, Sanación a través de la misa, Ed. AMS, Bogotá, 2003, p. 163.