REGRESANDO A CASA
Testimonio
1.23» Raymond Ryland
Nos dice:
“Yo y mi esposa Ruth habíamos estudiado juntos y nos casamos antes de terminar la segunda guerra mundial.
Yo estudié en la Universidad de Cambridge y, poco a poco, me di cuenta de que muchos de los estudiantes eran unitarios, es decir, que creían que Jesús era solamente un gran maestro moral y no Dios. Y así empecé yo a pensar.
Después nos trasladamos al Seminario teológico de Nueva York y allí estuvimos durante tres años. Allí estudiábamos todas las tradiciones del protestantismo, cada una contradiciendo a la otra y todas basadas en la Biblia.Allí había estudiantes de muchas denominaciones.
Decidimos pasarnos a la Iglesia episcopal, que decía tener una continuidad histórica con la primitiva Iglesia.
El obispo episcopal de Washington me ordenó sacerdote en la catedral nacional.
Allí serví en dos parroquias. Tres de nuestros hijos nacieron en esos años. Nosotros estábamos felices como episcopalianos; pero cada vez más, nos fuimos sintiendo en desacuerdo con lo que decían sobre la teología de la Iglesia primitiva.
Cuanto más estudiaba yo la Iglesia episcopal, su teología y moral, más veía las diferentes opiniones que había dentro de ella.
Durante unas vacaciones de verano, fuimos a recibir un curso sobre la Iglesia ortodoxa en Sewanee, Tennessee.
Fue muy interesante y yo y mi esposa nos sentimos atraídos por la Ortodoxia. Pero nos dimos cuenta de que, durante cientos de años, las iglesias ortodoxas105 no habían crecido. No habían evangelizado a nadie.
Su propagación en nuestro país o en otros, se debía a la inmigración de gente ortodoxa. Pero ninguna de estas iglesias ortodoxas había demostrado un sentido universal.
Los teólogos ortodoxos dicen que el concilio ecuménico es su máxima autoridad, pero en 1.200 años no ha habido ninguno. Ahora que no hay ningún emperador cristiano, ¿quién puede convocar un concilio?
Si el patriarca de una de las iglesias quisiera hacerlo, sería inmediatamente desautorizado, porque no tiene autoridad sobre las otras iglesias, que no han solucionado el problema de la autoridad.
Para ellos, el concilio ecuménico es la última autoridad y los decretos conciliares pueden ser infalibles, solamente después de que han sido recibidos en toda la Iglesia, pero no hay modo de determinar cuándo esto ha sucedido en el pasado...
A la hora de pensar en hacerme católico, mi mayor problema era someterme a la autoridad del Papa, pero cuando leí la Apología del cardenal Newman, todo se me iluminó.
Y así, 16 años después de comenzar nuestra búsqueda de la verdad de Cristo, fuimos admitidos en la Iglesia católica.
Previamente, durante varios meses, cada semana íbamos a recibir instrucción de un monje benedictino, cuya amistad nos ha enriquecido mucho.
Como católico he sido un laico en la Iglesia durante siete años. En estos años nos fuimos a vivir a Milwaukee (USA) para hacer mi doctorado en teología (católica).
Después nos mudamos a San Diego para unirnos a la facultad de Teología de la Universidad Católica. Y, mientras enseñaba, fui ordenado como diácono permanente.
Trece meses más tarde, mi obispo recibió una carta del cardenal Ratzinger, diciéndole que el Santo Padre Juan Pablo II había aprobado mi solicitud de ser ordenado sacerdote católico, siendo dispensado del celibato. Y, después de varios meses de exámenes y preparación, fui ordenado sacerdote hace doce años. Y ahora cada vez que estoy en el altar, le digo al Señor: Gracias”106.
105 Según afirma Beppe del Colle: “Las Iglesias ortodoxas, una vez truncado el vínculo con Pedro y con Roma, es decir, con un centro y un mando universales ha recorrido la misma y dramática parábola de las iglesias nacidas de la Reforma en Occidente. Al igual que estas últimas, después de negar a Pedro, han acabado bajo los césares, transformándose en unas burocráticas y pasivas “Iglesias de Estado”, de modo que también las iglesias de Oriente se han convertido en iglesias nacionales bajo la absoluta tutela del poder de turno… La Iglesia ortodoxa rusa es profundamente rusa, sin esa dimensión universal que hace que un católico como yo, se sienta como en casa entre los hermanos de fe de cualquier parte del mundo” (Citado por Vittorio Messori, Los desafíos del católico, Ed Planeta, Barcelona, 1997, pp. 19-20).
106 Resumen del artículo publicado primeramente en la revista This Rock de enero de 1995 y en el libro
Journeys Home de Marcus Grodi, Ed Queenship, Goleta (CA), pp. 33-42.